Creo que ya es tiempo de ir con el psiquiatra, les dijeron a los legisladores nacionales y hoy concuerdo plenamente con el diputado Porfirio Muñoz Ledo, sí es necesario que se pondere la atención a la salud mental de quienes están todo el tiempo reformando, adicionando y reconstruyendo el marco legal que nos rige.
Sobre todo cuando algunos dan visos de no estar del todo bien de la cabeza, y aunque el morenista más longevo los pretenda justificar aduciendo que pueden tener trastornos a consecuencia de las desveladas, angustias y otros factores que los estresan, algunos aportan cada locura a la política mexicana, que de por sí a veces ya parece cosa de locos, hasta hacen competencias de a ver quién está menos cuerdo.
La seria propuesta legislativa, tiene sentido, pero será difícil que se concretarse cuando el tema básico de salud pública no ha sido resuelto y no lo estará hasta el fin de este año, nos ha dicho el presidente.
Con una fascinación por el día primero de diciembre, una vez comunicó que sería ese día cuando terminaría con la corrupción en el 2019, luego que en la misma fecha, pero del 2020, dará resultado la estrategia de seguridad, y ahora nos dice que el sistema público de salud sanará para ese mismo plazo.
Mientras tanto, el paracetamol no alcanzará para todos los males de los mexicanos, entre esos, los mentales, que ahora les preocupan a los diputados.
Y sí, fuera de toda guasa, es necesario considerar en las políticas públicas de salud más programas y acciones que verdaderamente atiendan a toda la comunidad en la salud mental, los casos de depresión aumentan a consecuencia de que vivimos entornos violentos y los hechos recientes nos retratan como una sociedad enferma que precisa intervención para encontrar la paz.
Los planes y presupuestos de cada año de la federación contempla la atención médica mental como un asunto especializado, al que pocos derechohabientes puede acceder, primero por la falta de especialistas y segundo por la poca difusión que se hace para el auto cuidado, detección y atención de los trastornos mentales.
Para consuelo de los políticos, su actividad no tranquiliza a nadie, andamos todos peleándonos por sus supuestos ideales, que si chairos o fifís, que si pejistas o no, y hasta tenemos encontronazos familiares por la mala práctica política que priva en nuestro país, y como mal de amores, vamos de mal en peor, manejando un nivel de estrés, angustia y desesperación, que se nos agrava al no saber a dónde demonios quieren llevar al México.