En la entrega pasada de mis
Apuntes les compartí el
cómo identificar el síndrome
de Hybris (o Hubris, o Hibris) o
también mal llamado síndrome del
emperador, en los líderes que enferman
de poder estando desde el
poder; ahora hablaré sobre enfermar
por la pérdida del poder, que
en mis dos décadas de experiencia
como consultor en comunicación
he visto más frecuente la manifestación
de este trastorno cuando
pierden el poder, que estando dentro
del poder; incluso, estando en
el poder principalmente se manifiesta
en políticos que llegaron por
elección popular y cuando pierden
el poder casi siempre son líderes
que ostentan cotos particulares o
comunitarios.
Considerado por los expertos
en salud mental como un trastorno
paranoide, por consiguiente es
tratado por la psiquiatría. Creo que
todo consultor en comunicación al
trabajar con un líder de exposición
pública, debe tener en cuenta las
implicaciones que tiene la presencia
de este síndrome porque tendrá un
impacto en la estrategia por diseñar.
Por ejemplo, no es igual una estrategia
de salida para un gobernante
que ya se le manifestó pues el tono
será diametralmente opuesto al que
apenas presenta algunos signos, que
hasta pudiera existir la probabilidad
de esconderse de la vida pública solo
por este desequilibrio emocional.
Detalla el neurólogo David Owen
particularmente casos como los de
George W. Bush, Tony Blair, Adolf
Hitler y Margaret Thatcher, entonces
queda claro el cómo vivieron sus
finales políticos detrás de la pérdida
del poder.
Sí es más común que se detone el
síndrome de Hybris tras la pérdida
del poder ¿Qué síntomas puedes
identificar?
1. DESCONFIANZA
EXAGERADA
El primer síntoma que identifico es
contrario a la confianza exagerada
que pudo haber tenido durante el
poder. En cuanto ya están conscientes
–es diferente saber, a tener
consciencia sobre el hecho- de que
se acerca el final, inmediatamente
empiezan a desconfiar hasta de su
círculo cercano. Aquí pueden llegar
hasta el grado paranoico, dependiendo
del cómo pierden el poder.
2. PREOCUPACIÓN
DESMESURADA
El segundo síntoma surge a partir de
su desconfianza exagerada, empezando
una preocupación desmesurada
sobre su imagen-legado, todo
lo referente a los recursos económicos
propios o públicos, y su permanencia
al futuro. En ocasiones, esta
desmesura se convierte en mayor
exposición pública, incluyendo
errores de cálculo de grave trascendencia.
3. ENCIERRO DEPRESIVO
El tercer síntoma es el más crítico,
sea que decidan acabar con su
carrera pública o que persistan en
la vida pública, en cualquiera de los
dos escenarios de manera silenciosa
empiezan un encierro depresivo
que se ve ejemplificado -para estos
líderes- en la cantidad de llamadas
telefónicas o mensajes a su teléfono
móvil que ya no reciben. Como
cualquier depresión, poco a poco
se tornan irritables, de entusiasmo
introvertido, sin ánimos de figurar,
dejan de hablar en tercera persona
de sí mismos y regresan a primera
persona con añoranzas de que su
pasado fue mejor, más exitoso, hasta
“así se deberían hacer las cosas,
como las hice”.
Tú que estás leyendo estos Apuntes,
te pregunto ¿Y tú, qué opinas?
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