19 diciembre, 2025

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Reyes con Trump en abril; defender el idioma español

Reyes con Trump en abril; defender el idioma español

El rey de España como jefe de
Estado tendrá una muy buena
oportunidad para defender a los
hispanos perseguidos y criminalizados
en los EE. UU. cuando se reúna el próximo
21 de abril con el presidente Donald
Trump en la Casa Blanca. Si bien la
agenda bilateral no abre muchos espacios
para temas terrenales, no deberían
faltar algunas palabras de defensa a los
millones de hispanos que están siendo
acosados por su lengua como parte de
la campaña electoral estadunidense de
este año.
El tema es delicado. La persecución
de hispanos tiene que ver sobre todo
con centroamericanos y mexicanos que
siguen cruzando la frontera sin pasar por
los obligados controles legales y con circunstancias
penadas por las leyes, y más
en tiempos de temores antiterroristas de
la Casa Blanca por sus conflictos en el
Medio Oriente. Sin embargo, el rey Felipe
VI podría enviar un buen mensaje a los
ciudadanos que se ven hermanados con
España por la historia y por el lenguaje.
El racismo estadunidense no tiene
que ver sólo con el incumplimiento de leyes
migratorias, sino que ha aumentado
en los EE. UU. el acoso contra personas
que hablan el español. Es decir, el racismo
involucra a la raza y se expresa en
las prohibiciones concretas del lenguaje
español, aunque el español es la segunda
lengua más escogida por los estudiantes
locales en los EE. UU. en el modelo de
educación bilingüe.
Si la comunicación verbal es la principal
característica del ser humano en
comparación con los animales, entonces
el idioma es algo más que instrumento de
relación humana: indica cultura, civilización,
identidad. En este punto estaría otra
de las formas de racismo de las comunidades
locales en los EE. UU.: exigir que
los habitantes naturales o regularizados o
sin permisos legales excluyan al español
como forma de comunicación humana,
con casos extremos de violencia física
contra hispanos en zonas urbanas por el
sólo hecho de hablar en español.
El ambiente de racismo de Trump se
ha ensañado con los hispanos; y aunque
se diga que se trata sólo de una posición
electoral, los grupos radicales blancos
en la frontera EE. UU.-México tienen
decenios de atacar con violencia criminal
a mexicanos y centroamericanos. En su
discurso sobre el estado de la Unión el
pasado 4 de febrero, el presidente Trump
hizo una invocación provocadora contra
los mexicanos al hablar con nostalgia
triunfalista de El Alamo, esa pequeña
misión que fijó el expansionismo estadunidense
contra la mitad del territorio
mexicano.
El Alamo y Texas eran territorios
mexicanos, pero grupos republicanos
estadunidenses se apoderaron de ese
espacio. El presidente mexicano Antonio
López de Santa Anna al frente de tropas
militares derrotó en 1936 a los separatistas
acantonados en esa Misión, pero
luego cometió el error de confiarse y
varios días después fue aplastado en una
batalla cerca de San Antonio, apresado y
obligado a firmar el Tratado de Velasco
que cedía a los EE. UU. todo el estado
de Texas. Y aunque ese Tratado no fue
reconocido, en 1847-1848 los EE. UU.
invadieron México y lo obligaron a firmar
el Tratado de Guadalupe-Hidalgo que
le quitó a México territorios que hoy son
Texas, California, Nuevo México, Nevada,
Colorado y Utah y partes de Arizona,
Wyoming, Kansas y Oklahoma. Un tercio
del actual territorio estadunidense fue
mexicano y arrancado por medio de la
guerra. De todas las comunidades hispanas
de América, sólo la cubana es permitida,
defendida y con espacios en los
altos niveles de poder. Pero se trata de la
burguesía cubana que salió huyendo de
Cuba al triunfo de la Revolución Cubana
de Fidel Castro y asentada en Florida,
una península estadunidense a escasas
90 millas de la isla de Cuba y donde el
español es el lenguaje dominante; se
trata de una decisión político-ideológica,
al grado de que todos los candidatos
presidenciales tienen que ir a Florida a
solicitar el apoyo de los cubanos. En los
demás estados, sobre todo en Texas, se
ha estado criminalizado y reprimiendo
el uso del español en asentamientos de
mayoría hispana.
El gran peligro que ha abierto la presidencia
de Trump es el aplastamiento de
las comunidades hispanas y sobre todo
de la exclusión de la lengua española.
Las presiones políticas han aumentado
contra la comunidad hispa que vive de
tiempo atrás o vive recientemente en los
EE. UU. sin haber cumplido con las leyes
migratorias, pero con intensidad en la
represión institucional por el idioma y no
por la carencia de papeles legales. Trump
acaba de enviar tropas de élite a las ciudades
y estados que tienen la condición
de santuario migratoria para proteger a
los ilegales de los acosos policiacos.
El riesgo de ir eliminando de la vida
cotidiana el idioma español ha aumentado
en los tiempos políticos de Trump
y podría aumentar si Trump se reelige
por otros cuatro años más. La aplicación
estricta de leyes migratorias es explicable,
pero las presiones violentas en la vida
cotidiana para excluir el idioma español
deben ser considerado un atentado
contra la cultura y la civilización.,
El encuentro del rey Felipe VI con el
presidente Trump sería una buena oportunidad
para que España, el venero de la
comunidad latinoamericana en América,
dejara algún aviso de defensa. Importaría
mucho que, al margen de las relaciones
de Estado entre ambas naciones, España
pudiera dar un apoyo cultural a los hispanos
con algunos convenios o presencias
de casas culturales en los EE. UU. y que los
reyes pudieran reunirse con organizaciones
hispanas que se dedican a defender el
idioma de la persecución racista.

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