CIUDAD VICTORIA, TAMAULIPAS.- El día de Blanca Lizbeth comienza antes que el de muchos, ella sale a trabajar cuando el sol aún no ilumina la ciudad, poco antes de las cinco de la mañana suena el despertador de su celular, es hora de levantarse para seguir ‘luchando’.
No importa que el día anterior su jornada terminó a la una de la madrugada, y que sólo haya dormido cuatro horas, la noche es cuando aprovecha para realizar su tarea y estudiar para la maestría que está haciendo en balística.
Blanca tiene 19 años como voceadora del PERIÓDICO EXPRESO, es un trabajo que ha realizado durante toda su vida, desde que era una niña comenzó con dicha actividad que actualmente comparte con su padre Don Magdaleno, su madre y su hermana también la desempeñaron.
Como cada día, Blanca toma cinco ejemplares en una mano y en la otra levanta uno más pero en forma vertical, para que los automovilistas lo vean y se interesen en comprarle, desfila así una y otra vez en medio de los autos cada que el semáforo enciende su luz roja.
El sol no da tregua y cae a plomo en Ciudad Victoria, es jueves, a pesar del cansancio y las pocas horas que durmió, ahí está Blanca, en el crucero de la Avenida América Española y la Carretera a Ciudad Mante, un lugar que se ha convertido como en su segunda casa.
Lizbeth hace una breve pausa en la venta, respira profundo y explica con una sonrisa que “Aquí crecí, en este crucero, la vida no es fácil, pero hay que echarle ganas, hay que estudiar, yo siempre he dicho que todo se logra con esfuerzo”, comentó.
La pasión de vender periódicos es heredada, la historia de la familia Morales Godoy como voceadores comenzó hace más de dos décadas, justo el día en que se publicó el primer ejemplar de EXPRESO, de hecho la señora Maribel fue la primera mujer que se dedicó a ser voceadora en la capital de Tamaulipas.
Don Magdaleno, albañil de oficio, fue el tercero de la familia que se integró a la venta, “Tome el crucero por que un sábado me preguntó mi esposa que quién la iba a ayudar, por que mi hija Mayra se iba a hacer el servicio social, yo vine y ya no me moví de aquí, era 1998 y desde ese día no lo he dejado de hacer.
Al principio vendíamos uno o dos ejemplares, pero nosotros hemos llegado a vender 500 en un sólo día, luego aparecieron esos malditos celulares y todo cambió”, expuso mientras miraba fijamente la avenida Américo Española, esa donde ha vivido mil y una historias.
Mayra su otra hija, quien también se dedicó por mucho tiempo a repartir el periódico, actualmente labora como Doctora, situación que llena de orgullo a Don Magdaleno, quien con emoción indica que “Yo puro EXPRESO, tengo 22 años vendiéndolo, me dicen que venda de otro, pero no quiero, yo siempre he sido del EXPRESO, de ahí ha salido todo, estudios de mis hijas, comida, todo, todo…”, puntualiza.
Lamentablemente, en el crucero también se viven momentos difíciles, Lizbeth deja de sonreír por un instante para recordar aquel día que no se borra de su mente, “Mi mamá murió aquí en el crucero, estaba vendiendo periódicos cuando se sintió mal y vino por ella la ambulancia, aquí murió mi madre”, indica con la voz entrecortada.
“La vida me hizo madurar a huevo, primero se muere mi mamá y luego mi pareja, tengo nueve años viuda, yo trato de ver la vida de manera positiva, Dios me ha dado más de lo que yo merezco, pero así como me ha dado me ha quitado”, comparte mientras observa que se puso el rojo y se prepara para ofrecer de nuevo el EXPRESO.
Los golpes que le ha dado la vida han sido fuertes, pero también tiene una razón muy poderosa para seguir adelante, su mayor tesoro, su hijo Magdaleno, quien está por terminar la primaria y sueña con algún día convertirse en soldado.
Al volver, entre los sonidos de los motores, continúa, “Aquí no puedes llegar con problemas, siempre tienes que estar con ánimo, le debes sonreír al cliente. Cuando quedé viuda decidí hacer mi vida sola con él (su hijo), es mi compañía y es toda mi vida; los tiempos con Magdaleno los necesito no es fácil ser mamá soltera”.
“Si quiere algo le digo que venda un periódico para comprar lo que quiere, que sepa que las cosas cuestan, él desde niño me acompañaba aquí, lo sentaba en un poste mientras yo vendía”, explica quien ha decidido que se dedicará a ser voceadora hasta que Magdaleno sea más grande, a partir de ahí piensa dedicarse a su carrera.
El sol no se esconde, el calor es tremendo, pero por fortuna se han ido todos los ejemplares del día, en ese momento se funden en un abrazo padre e hija, agradecen a Dios, mientras Don Magdaleno se despide diciendo que “Mi casa es el EXPRESO, amo mi trabajo, soy albañil, pero me dediqué al EXPRESO, tengo 60 años y aquí seguiré, mientras diosito me preste vida aquí voy a estar”.
Blanca Lizbeth le dice adiós al crucero, es hora de atender al pequeño Magdaleno, también es tiempo de realizar labores del hogar y después a estudiar su maestría y dormir cuatro horas, mañana será otro día, un día más en el Crucero de Los Morales Godoy.