CIUDAD VICTORIA, TAMAULIPAS.- Unguía, ciudad colombiana que tiene apenas 15 mil habitantes; en ese pueblo domina la pobreza, además, la falta de servicios públicos primordiales ya que la energía eléctrica a veces llega, en otras ocasiones no; se vive al día, de la pesca y la siembra, una ciudad que hasta hace varios meses, estaba prácticamente en el olvido por el gobierno colombiano según se puede ver publicado en diferentes medios de comunicación locales.
La mayoría de los niños y jóvenes de esa zona, aspira a ser un buen pescador, tener su propios terrenos para sembrar zanahoria -uno de los vegetales que más se da en ese lugar-, y trabajar duro para que a sus cercanos, no les falte nada.
Pero hay otros que desde pequeños buscaron salir de esa zona de confort, a veces es a través del estudio -en su mayoría-, otras es por el fútbol, deporte que es el más popular en Colombia y en el que ponen sus esperanzas para salir adelante y tener una vida digna.
Este es el caso de Esneyder Mena Perea, actual futbolista de Correcaminos originario del pueblo de unguiano.
El colombiano tuvo que pasar por todo lo que vive su pueblo, pues no es algo nuevo siempre se ha tenido que sufrir por falta de recursos; desde vivir días sin luz eléctrica a no tener mucho para comer, todo eso es parte de las familias de Unguía.
Pero Esneyde Mena, no quería vivir así el resto de su vida y encontró en el deporte una vía de escape para poder destacar, salir de la zona de confort y buscar un sueño que muy pocos consiguen que es ser jugador profesional de fútbol; le sufrió, pasó hambre en muchas ocasiones sin que su mamá supiera, se alejó de su familia físicamente, pero todo ha valido la pena hasta ahora en esta historia que se puede resumir en una palabra: Superación.
Para llegar hasta la actualidad, hay que retroceder 12 años; Sneyder tenía nueve, casi 10 cuando empezó a practicar con la pelota número cinco, pero también jugaba básquetbol en la posición de alero, “era bueno también -entre risas-”, pero el fútbol le ganó.
Nunca faltaba a los entrenamientos que se hacían en uno de los solamente dos campos de fútbol que existen en Unguía, los cuales son de tierra, piedras y te encuentras todo tipo de cosas que puedas imaginar, “aquí estoy en la gloria, con estos campos en los que juego”, dijo Esneyder, que a su vez empezó a contar cómo es que inició en todo esto.
“Desde los 9 o 10 años empecé a entrenar, no lo hacía todos los días, eran tres o cuatro días a la semana, realmente lo hacía por hobby, por divertirme, sólo por jugar con mis amigos”, mencionó Mena.
Mena desde siempre fue rápido y ágil, algo que sacó de su madre que practicó atletismo en su infancia y juventud, y eso le ayudó a destacar aún más, “a los 13 años fui a un intercolegiado con mi escuela, me fue muy bien y ahí fue cuando le decían a mi mamá que yo era bueno, que podría llegar a ser profesional y yo lo tomé más en serio el fútbol”, dijo.
Primeros impedimentos y sus bendiciones
El tema económico no era algo muy bueno en la familia de Esneyder, ya que había otras cosas en las que se tenían que concentrar, “después de ese torneo, en mi pueblo hicieron pruebas, me vieron y dijeron que podría ir a entrenar a otro lugar y probar con un equipo, pero mi mamá no tenía para mandarme a pruebas”, expresó.
En esta parte de la vida de Esneyder actúa el destino y Dios, como él mismo lo menciona, pues aunque su familia no podía apoyar, aparecieron los que para él son personas mandadas por Dios.
“Un amigo me dijo que él me apoyaba, fui primero a otra ciudad que queda cerca de mi pueblo para entrenar, estuve un mes y luego un primo me da los pasajes para ir a Cali y probarme, estuve como tres meses a prueba. Yo pienso que son cosas de mi Dios, porque prácticamente no tenía nada mi familia, pero él me ponía personas así en mi camino, que me ayudaron a conseguir este sueño de jugador profesional”, detalló.
Militó en equipos de divisiones semi-profesionales, de ligas de jóvenes; jugó en el Valle, cuadro que disputó un campeonato nacional, estuvo desde los 15 años, fuera de su Unguía, en la que no la pasaba bien.
“La verdad sí fue muy complicado, pierdes niñez y amigos, pero así me doliera dejar todo, dejar fechas importantes de estar sin mi mamá y familiares, sabía que tenía que valer la pena todo lo que estaba haciendo”, argumentó.
Días de hambre
Con tal de seguir entrenando más profesionalmente y seguir buscando el llegar a su objetivo, Mena pasó hasta hambre, pero todo sin decirle a su madre para no preocuparla, “muchas cosas viví, a veces no había para comer, a veces nada más se hacían una sola comida, me pongo a pensar en todo eso a veces”.
“Cuando me fui a Cali, fue algo muy duro, mi familia no tenía como mandarme dinero, no había, yo ahí hacía de todo para sobrevivir, mi mamá me hablaba y me preguntaba que si comía, que si estaba bien, yo le decía que todo bien, pero no comía a veces, aguanté, pero gracias a Dios firmé a los tres meses y todo cambió”, pronunció.
Llegaron más bendiciones
Pero así como hubo partes tristes, también hay esas cosas dulces que te hacen sonreír, pues de la nada, llegó un representante de Tigres a buscar a Esneyder Mena, quien no dudó en llegar a Tigres, “¿Quien no quiere jugar en el extranjero? y más si es en México y un equipo como Tigres, no lo dudé y vine a México a los 17 años, hice pruebas y firmé contrato”, expresó.
En el 2016-2017, estuvo con el equipo Sub-20 y de la Segunda División de los felinos, en las que destacó y tuvo buenas participaciones, eso hizo que le llamaran a de
“Estaba en Tigres, me llamaron a la Sub-20, la Selección, me dijeron que varios equipos me querían, me prestaron a Jaguares de Córdoba y ahí debuté, fue algo muy bonito lo que viví, es un sueño, el fútbol es lo que me gusta y se me dio la oportunidad y no la desaproveché”, puntualizó.
Tras su paso por Jaguares regresó a Tigres y nuevamente fue prestado a Patriotas en el que tuvo muy poca actividad, “no jugaba y me preguntaba que porqué no lo hacía, ni siquiera entrenaba con el grupo, me tenían separado, llegaba a la casa y me ponía a llorar, después se me dio la oportunidad de la nada y ya pude demostrar”, recordó.
Ya con 20 años y con un conocimiento mayor al fútbol mexicano, Tigres decidió dejarlo en México pero en el Ascenso Mx con Correcaminos, equipo al que llegó como un desconocido.
“De un momento a otro me dijeron, llegué con muchas ganas. Esto es un proceso, apenas comienzo mi carrera, ellos tal vez no sabían quién era yo, pero gracias a Dios se me han dado las cosas y al equipo y yo quiero hacer historia y darme a conocer”, detalló.
Un antes y un después
Correcaminos marcó un cambio de vida para Esneyder, quien sí, ya había debutado en primera división de Colombia y pertenecía a uno de los equipos más poderosos económicamente de latinoamérica, pero le hacía falta consolidarse en un equipo.
Esto lo logró poco a poco con el cuadro naranja, llegó y empezó a ser un cambio habitual para Juan Carlos Chávez y posteriormente con Carlos Reinoso, quien lo tuvo de titular, aunque en el tema grupal no fue de la mejor forma.
Durante el año y medio que ha estado con el cuadro victorense, por ello, él considera que Victoria es su segunda casa, “está muy bonito aquí, yo le he tomado cariño, ya llevo varios torneos y pues uno se va acostumbrando. Quiero ser campeón con Correcaminos y dar el brinco para jugar en primera división”, puntualizó.
Fútbol es su vida
Para Esneyder, el fútbol es lo único que existe, es el deporte y herramienta que Dios le dio el don de practicar y así poder ayudar a su familia; aunque ha pasado momentos complicados jamás ha querido dejar el barco, caso contrario, piensa seguir en crecimiento para en un futuro cercano cumplir su sueño de estar en primera división y después ir a Europa.
“Nunca he pensado en retirarme, nunca he intentado dejar este sueño, luego ¿qué iba a ser a mi casa?, esta es mi oportunidad, esto es lo que puedo hacer y con lo que puedo ayudar a mi familia, había momentos tristes y demás, pero jamás lo pensé, a veces me hago la pregunta de qué haría si no fuera fútbol y no sé, siempre pensé en jugar y destacar”, declaró.
“Quiero cumplir mis sueños y trabajo para eso, quiero estar en primera pero también sueño con estar en Europa, jugar en la Selección Colombiana, sería algo formidable, algo que todos queremos”, puntualizó.
Ídolo de su barrio y casa
A pesar de la distancia y de las circunstancias, Esneyder Mena no olvida a su pueblo, y aunque pudiera tener la posibilidad de ir a otros lugares a vacacional el prefiere mil veces estar en Unguía, “Me reciben bien, todo el mundo se conoce allá y me dicen que me ven por la tele cuando se puede, eso hace sentir magnifico, voy cada año y disfruto mucho estar con mi familia, recordar viejos tiempos, jugar con los que eran mis vecinos y amigos de infantil, convivir con ellos es lo bonito y es lo más bonito”, dijo.
Su mamá también disfruta mucho cada que lo mira, pero él lo hace más, pues recalcó que es su motor, su motivo de seguir por lo que se siente agradecido de tenerla y a todos las personas que se le pusieron en el camino para ayudarlo.
“Todo lo que hago es por ella, sí son mis sueños, pero todo es por ella, por tenerla bien, que esté feliz y disfrute. A las personas que me ayudaron, que Dios puso en mi camino darles las gracias, no puede ser en vano nada de lo que ha pasado”, expresó.
La vida con Dios
Por todo lo que ha vivido, Esneyder se volvió creyente en Dios y es otra de las razones por las que continúa en esta sueño llamado fútbol, “me gusta mucho, he ido a muchas -iglesias-, pero la cristiana es muy padre”.
Reconoció que lee mucho la Biblia y uno de sus versículos favoritos es el Felipenses 4:13 y ante de jugar remarca el Salmo 23:1, “todo lo puedo en Cristo que me fortalece. En momentos difíciles, siempre está Dios, momentos en el que ya no puedes, pero él está ahí para darte la mano. Cuando va a ver un partido también leo la biblia, me gusta mucho el ‘El Señor es mis pastor’”.
Así ha sido la vida de Esneyder, desde no tener nada que comer, hasta vivir un sueño en el fútbol mexicano; jamás olvidará sus raíces, contrario a eso espera progresar para continuar con la ayuda a su familia, “poco a poco he solventado cosas de la casa, pero falta más”, ya que no quiere sufrir más, como sí lo hizo en su niñez y parte de su juventud, pero esos momentos no los cambia por nada, pues asegura que si no hubiera vivido carencias y experiencias que lo marcaron de por vida, tal vez no estuviera aquí.