En una entrevista que concedió el senador Américo Villarreal Anaya hace unos días al periódico ‘El Mañana’ de Nuevo Laredo planteó, casi con urgencia, la necesidad de que los liderazgos y los grupos morenistas de Tamaulipas suscriban la unidad interna rumbo a los cruciales procesos electorales de 2021 y 2022.
‘Ya tenemos que arreglarnos internamente entre nosotros en Morena, dejar a un lado las divisiones, ser un partido fortificado, más unido, hacer la unificación de una vez’, propuso el senador tamaulipeco, considerado como uno de los aspirantes del partido de la 4T a la gubernatura del estado.
‘Como morenistas tenemos qué hacer un frente común, ya dejar atrás diferencias y preocuparnos en ganar este estado’, añadió con una virtual pipa de la paz en la mano.
Describió lo que está a la vista de todos, los pleitos recurrentes, los golpes por debajo y arriba de la mesa, los desencuentros públicos: ‘Estamos peleando entre nosotros, ocupados en rivalidades internas, cuando deberíamos estar viendo al frente, acerca de cómo vamos a competir contra el partido rival que está en el poder’.
Las palabras de Américo Villarreal Anaya tienen sentido y fundamento: una de las premisas básicas en la época previa a las campañas establece que si un partido político llega dividido a la elección, seguramente perderá en las urnas.
Morena, partido profundamente complejo porque todavía no logra constituirse como tal, producto de un movimiento social que aglutina diversas corrientes y que gira sobre lo que dice y hace un solo hombre, es una estructura dividida, fragmentada, dispersa.
La división salta a la vista con los pleitos escenificados a nivel nacional entre los distintos liderazgos. El mejor ejemplo fue la guerra sin cuartel que se libró por la presidencia del Morena, cruda y descarnada confrontación que finalmente perdió la controvertida y cuestionada Yeidckol Polevnsky.
Esa batalla por la dirigencia partidista se extendió a los estados. En algunas entidades, las asambleas distritales se convirtieron en un ring de boxeo.
En Tamaulipas las cosas no llegaron a tal grado debido a la hegemonía de la alianza pactada entre los presidentes municipales de Madero y Matamoros, Adrián Oseguera y Mario López, junto con el delegado de los programas federales, José Ramón Gómez Leal, mejor conocido como ‘El JR’, cuya apuesta fue a favor de Bertha Luján y, posteriormente, de Alfonso Ramírez Cuéllar, nuevo presidente nacional de Morena.
Fuera de esa alianza juegan con proyectos políticos a futuro Rodolfo González Valderrama, director de Radio, Televisión y Cinematografía del gobierno federal; Héctor Garza, titular de la unidad administrativa de la Secretaría de Educación Pública (SEP); y el senador Américo Villarreal Anaya.
Con menor fuerza política, pero con un cargo relevante se debe incluir en esta lista a la senadora tampiqueña Guadalupe Covarrubias Cervantes, quien encabeza el grupo fundador del partido denominado ‘Los Históricos’.
Todos ellos (Adrián Oseguera, Mario López, ‘El JR’, Rodolfo González Valderrama, Héctor Garza, Américo Villarreal y hasta Lupita Covarrubias) son aspirantes a la candidatura de Morena a la gubernatura de Tamaulipas.
Ese es el motivo central de los jaloneos al interior de Morena en tierras del Nuevo Santander: la competencia por la nominación a gobernador en 2022.
Esta lucha frontal ha derivado en que los liderazgos morenistas tamaulipecos no lleven la mejor relación. Incluso, algunos de ellos no se hablan, no se dirigen la palabra. Ni un mensaje de ‘WhatsApp’ intercambian. A ese grado llega la disputa interna.
Con diferencias que salen a relucir de una manera u otra casi todos los días, se puede decir que la división es el sello del Movimiento de Regeneración Nacional en Tamaulipas, al fin reflejo de lo que sucede en ese partido en el país.
¿Será posible que los liderazgos morenistas tamaulipecos se sienten a dialogar algún día tal como lo plantea el senador Américo Villarreal Anaya? ¿Será posible que establezcan un frente común de cara a la elección de 2021, primer paso en la lucha por la gubernatura? ¿Será posible la unidad en Morena?
Los antecedentes de los partidos de la izquierda mexicana señalan que las confrontaciones de las tribus y corrientes devoran la posibilidad de un acuerdo interno. Eso indica la historia.