El nuevo virus ya alteró la
vida de cientos de millones
de personas. En todo el
mundo decenas de millones siguen
encerrados en sus casas, se han
suspendido clases para unos 300
millones de niños y jóvenes, también
por millones se cuentan los que se
ven inmovilizados en sus pueblos,
ciudades o regiones. Los fans
deportivos enfrentan el cierre de
cada vez más estadios y los juegos
se transmiten por televisión sin
espectadores.
¿Volverá la vida a la normalidad
dentro de unos meses? Esperemos
que en buena medida así sea. Pero
también es deseable que algunas
cosas cambien a fondo porque la
epidemia ha puesto en evidencia la
fragilidad en que nos ha colocado
la excesiva interdependencia de
las economías, de las cadenas de
producción. Empezando por el tema
de la salud.
Hay un resurgimiento mundial
del sarampión y en la Ciudad de
México acaban de ocurrir varios
casos. La situación está siendo bien
atendida y no pasará a mayores. Sin
embargo, según la OMS para evitar
una epidemia debe haber un 95 por
ciento de gente vacunada y México
se encuentra por debajo de ese
porcentaje.
De acuerdo a la secretaria de salud
de la Ciudad de México, la doctora y
experta epidemióloga, Oliva López
Arellano, desde el año 2010 ha habido
un desabasto permanente. La doctora
explica que el país era autosuficiente
hasta que dejó de producir vacunas
en los años 80. Este es el punto
importante. El país abandonó la
producción de muchos productos
para comprarlos en el exterior
El nuevo virus ya alteró la
vida de cientos de millones
de personas. En todo el
mundo decenas de millones siguen
encerrados en sus casas, se han
suspendido clases para unos 300
millones de niños y jóvenes, también
por millones se cuentan los que se
ven inmovilizados en sus pueblos,
ciudades o regiones. Los fans
deportivos enfrentan el cierre de
cada vez más estadios y los juegos
se transmiten por televisión sin
espectadores.
¿Volverá la vida a la normalidad
dentro de unos meses? Esperemos
que en buena medida así sea. Pero
también es deseable que algunas
cosas cambien a fondo porque la
epidemia ha puesto en evidencia la
fragilidad en que nos ha colocado
la excesiva interdependencia de
las economías, de las cadenas de
producción. Empezando por el tema
de la salud.
Hay un resurgimiento mundial
del sarampión y en la Ciudad de
México acaban de ocurrir varios
casos. La situación está siendo bien
atendida y no pasará a mayores. Sin
embargo, según la OMS para evitar
una epidemia debe haber un 95 por
ciento de gente vacunada y México
se encuentra por debajo de ese
porcentaje.
De acuerdo a la secretaria de salud
de la Ciudad de México, la doctora y
experta epidemióloga, Oliva López
Arellano, desde el año 2010 ha habido
un desabasto permanente. La doctora
explica que el país era autosuficiente
hasta que dejó de producir vacunas
en los años 80. Este es el punto
importante. El país abandonó la
producción de muchos productos
para comprarlos en el exterior
El nuevo virus ya alteró la
vida de cientos de millones
de personas. En todo el
mundo decenas de millones siguen
encerrados en sus casas, se han
suspendido clases para unos 300
millones de niños y jóvenes, también
por millones se cuentan los que se
ven inmovilizados en sus pueblos,
ciudades o regiones. Los fans
deportivos enfrentan el cierre de
cada vez más estadios y los juegos
se transmiten por televisión sin
espectadores.
¿Volverá la vida a la normalidad
dentro de unos meses? Esperemos
que en buena medida así sea. Pero
también es deseable que algunas
cosas cambien a fondo porque la
epidemia ha puesto en evidencia la
fragilidad en que nos ha colocado
la excesiva interdependencia de
las economías, de las cadenas de
producción. Empezando por el tema
de la salud.
Hay un resurgimiento mundial
del sarampión y en la Ciudad de
México acaban de ocurrir varios
casos. La situación está siendo bien
atendida y no pasará a mayores. Sin
embargo, según la OMS para evitar
una epidemia debe haber un 95 por
ciento de gente vacunada y México
se encuentra por debajo de ese
porcentaje.
De acuerdo a la secretaria de salud
de la Ciudad de México, la doctora y
experta epidemióloga, Oliva López
Arellano, desde el año 2010 ha habido
un desabasto permanente. La doctora
explica que el país era autosuficiente
hasta que dejó de producir vacunas
en los años 80. Este es el punto
importante. El país abandonó la
producción de muchos productos
para comprarlos en el exterior
es realmente Irán como país, ni su
gobierno; son sus empresas privadas
que, como las de todo el mundo,
venden al mejor postor.
El tema salud arroja luz sobre la
fragilidad en que nos ha colocado
la globalización. Pero no es lo único
afectado; impacta la producción
de manufacturas, sobre todo
automóviles y electrónicos. En parte
se debe a una baja en la demanda;
también porque el desabasto de
algún insumo puede paralizar
toda una fábrica. No se puede
producir un auto si falta un simple
componente; sea electrónico, o el
cinturón de seguridad.
De acuerdo al economista
en jefe de la Organización para
la Cooperación y el Desarrollo
Económico –OCDE-, Laurence
Boone, ante la epidemia de Covid-19
los mayores corporativos privados
del mundo deben revaluar la
manera en que operan en una
economía globalizada. Si, y también
los gobiernos.
La seguridad nacional debe
estar por encima de la contabilidad
monetaria.
En Estados Unidos un grupo de
congresistas quiere impedir que
varias ciudades norteamericanas
contraten una gran empresa
china para hacerse cargo de la
reconstrucción de sus sistemas
de transporte. Aducen que
eso le proporcionaría a China
demasiada información sobre
el funcionamiento urbano; peor
aún, al tener el control electrónico
podría permitirle en un momento
dado paralizar estos sistemas de
transporte. No es lo mejor comprarle
al mejor postor, debe considerarse
la seguridad interna.
No solo seguridad, el bienestar
social debe pesar en la toma de
decisiones.
México era un fuerte exportador
de maíz y otros granos hasta
los años setenta. La producción
campesina dispersa, en pequeñas
unidades familiares, de ganado
vacuno, porcino, aves y huevo
era sumamente importante y
su incremento sustentó durante
décadas la elevación de la nutrición
y el bienestar de la población.
Hasta que nuestra elite, nuestros
graduados en universidades
extranjeras, nos vinieron a
contar que era mejor comprar
nuestros alimentos a los eficientes
productores externos que a los
ineficientes nacionales.
De ese modo condenaron a
la emigración y a la destrucción
familiar a millones de mexicanos. A
hijos que no heredaron los valores
de sus padres. A la dependencia
de las familias, y del país, de las
remesas que vienen del norte. En
vez de producir aquí.
Esperemos que este virus nefasto
sea un clavo más en el féretro de la
globalización excesiva; de la mera
contabilidad sin visión de país y sin
compromiso social. Esto fue por lo
que los mexicanos votamos; urge
acelerar el paso.