El escribidor es profundamente respetuoso de las creencias religiosas porque está convencido de que son benéficas para la humanidad, siempre y cuando se sigan con rectitud.
De igual forma, respeta a quienes no encuentran en ellas, respuesta a sus interrogantes relacionadas con nuestra estancia en el sistema solar.
Bueno es que pensemos y creamos diferente, así encontramos sentido a la existencia. Malo cuando la fe es utilizada con fines ajenos a los originales. Peor cuando son inclinados hacia la perversidad política.
En este sentido resulta inexplicable la terquedad de la jerarquía católica, de mantener casi sin reservas el culto, en el escenario de contingencia sanitaria en que nos encontramos.
Eso de celebrar la misa en el lugar acostumbrado, eliminando apenas la obligatoriedad, resulta infantil. Por supuesto que la mayoría de los feligreses prefieren acudir al templo respectivo, ignorando cualquier recomendación en contrario, emitida por las autoridades.
Lo anterior no solo significa un desacato en tiempos de crisis, sino provoca daño colateral al resto de la sociedad.
Estaremos de acuerdo en que el clero político protege sus intereses que son muchos y variados, sin tomar en consideración lo que ha de provocar, bajo la suposición de que sus privilegios están sobre cualquier medida emergente de carácter oficial.
En este caso no resulta ocioso recordar que la cúpula episcopal está al lado de los conservadores neo porfiristas, (es decir de los ricos), cuyo poder económico ha valido la creación de innumerables centros de formación reaccionaria cuyos egresados en gran medida, ocupan los más altos puestos empresariales.
Recordéis que el clero complementa su tarea política utilizando al PAN como su brazo operativo. Ambos, auxiliados por los capitalistas explotadores, son quienes un día sí y otro también, implementan ataques contra el supremo gobierno y muy especialmente contra AMLO.
Al clero le vale violar la Constitución cuantas veces se le antoje, siempre lo ha hecho, salvo cuando se enfrentó primero, a Obregón y luego a Calles. Entonces la imaginación criminal llego al grado de patrocinar la llamada “guerra cristera” que produjo miles de muertos, bajo el grito, “¡Viva Cristo Rey!”.
La historia del clero en México ha sido de oposición a la ley que algunos gobiernos lo toleraron hasta la humillación, como la ocasión en que López Portillo llevó a Juan Pablo Segundo a Los Pinos, tan solo para que oficiara una misa en honor de doña Cuquita, la madre del mandatario.
¡Hasta JLP quien era constitucionalista, violentó la Carta Magna sin el menor pudor ni recato!.
¿Y qué tal Peña Nieto que se vio en la necesidad de “recomendar” el caso de “la gaviota” al titular de
El Vaticano a efecto de contar con la anuencia, para contraer nupcias con la guapa artista que ahora ni recordar quiere?.
Y ni modo de olvidar las ridiculeces de Martita Sahagún y Vicente Fox por obtener el perdón papal, respecto de los divorcios de sus cónyuges anteriores, donde al parecer, todos los actores sacaron ganancias e indulgencias cuantificadas en dinero contante y sonante, aquí en la Tierra y no en el cielo.
Librados de pecados, todos fueron felices, aunque algunos no por mucho tiempo.
Instalados en la época actual, como le digo, no son desconocidos los frecuentes ataques de la jerarquía católica al régimen de la Cuarta Transformación. Y desde el púlpito, para que no quede duda.
La consigna viene desde la parte más alta para reflejarse en las comunidades más pequeñas. Y pretextos no faltan, aunque lo que logra es crear desconfianza en las mayorías que pese a todo este golpeteo, siguen creyendo en el proyecto humanista y democrático de López Obrador.
Y los ataques no se detienen ni siquiera en las difíciles circunstancias que vive la república. Ahora que el clero debiera ser solidario con autoridades y sociedad, muestra lo contrario, en ese afán de secundar el infame terror creado por la reacción conservadora.
Los jefes del catolicismo debieran ordenar el cierre de los templos, sería lo menos, para evitar que el coronavirus se propague. Cerrarlos digo, antes que lo haga el gobierno.
Esto último que parecieran desear, para echar al pueblo encima de AMLO.
En este sentido el columnista está cierto que, de haber necesidad, las autoridades tendrán que actuar a pesar del costo político que pudiera significar.
Aquí lo que hay que destacar es la irresponsabilidad del clero católico. ¿Acaso ignora que hasta El
Vaticano está clausurado por tiempo indefinido?. Es la mejor prueba de que la jerarquía religiosa en México sigue siendo parte medular del objetivo reaccionario de desestabilizar la república.
Sea que igual que los beneficiarios del neoliberalismo, también pretende que a México le vaya mal y así cobrar venganzas y satisfacer rencores.
¡Ah, bruto!.
NO AL ESTADO REPRESOR
Por otra parte, la derecha conservadora a través de sus voceros y medios de comunicación a modo, “exige” medidas extremas para contener el virus. Ya sabéis que lo que menos le importa es la gente, sino crear escenarios caóticos de los cuales responsabilizar a las autoridades.
Quisiera, que al igual sucede en lugares de culturas diferentes, el ejército o la policía reprimieran a quienes no permanecen en sus hogares.
Claro que no hemos llegado a un punto de gravedad, pero está claro que en México por ningún motivo se actuará por medio de la fuerza. Llegado el momento, seguro que los mexicas estaremos conscientes de lo que conviene a la nación.
A los neo porfiristas y “analistas” oficiosos, se les hace tarde para que la represión sea una realidad…”¿y tu nieve, de qué la quieres?”.
No entienden o se hacen como tío Lolo, que el ejercicio del poder ahora se traduce en humanismo y democracia.
Una muestra fue la decisión de apoyar a la tercera edad, no abandonándola ante la fragilidad de sus organismos que convierte a los viejos en presa fácil del coronavirus, además del acuerdo del congreso para que el supremo gobierno disponga de los recursos necesarios para enfrentar el mal, donde por cierto, no se hicieron presentes los dipus de la oposición a MORENA.
¡Así les importa la salud pública!.
SUCEDE QUE
El obispo Antonio González Sánchez no puede ser tan irresponsable al obligar que la feligresía acuda por fuerza a los templos. Hasta por seguridad personal y del resto de los párrocos, debiera suspender la orden…más que capricho o terquedad, esto parece surgir de la irracionalidad.
NOTA…iba a escribir “esto parece una locura”, pero me contuve por respeto al “domingo de ramos” que siempre me causa harta ternura.
Y hasta la próxima.