Uno debe de estar loco para vivir la vida sentado aquí en la esquina, pero debe explicar cómo empezó todo. Fue a causa de que me vine a vivir a ese vecindario con casas tan juntas unas de otras- no sabe uno si vive la vida de uno o vive la vida de otros- que decidí venir a vivir mejor aquí en la esquina.
Cuando menos los problemas los tiene uno y no resuelve uno los problemas de uno, menos anda resolviendo problemas de otros. Sentado aquí en la esquina, pese a mis amarguras descubrí este nicho, esta otra vida.
Conmigo hay otros. Hace tiempo los había visto aquí sentados y siempre me pregunté qué caso tienen que estén ahí, acaso no tienen otra cosa qué hacer. No tendrán una casa, un camellón, una plaza, una morra, un lugar dónde sentarse a platicar. Eran preguntas generales que ahora tienen una respuesta muy particular.
Un hombre así prieto como yo, medio calvo, canoso. Hasta eso no muy viejo, pero se ve viejo de algunos 60 años. Camina con un paso de ganso lento, cada vez más lento para llegar premeditadamente a la esquina donde se sienta. Dice que soy yo.
Un hombre así con una mochila terciada, una mochila terciada de plástico, pasada de moda, del Guadalajara, unos zapatos gruesos de piel y tierra, zapatos negros de muchos días puestos, una camisa renegrida, al paso, es lento sin los lentes.
Un hombre así que mira de frente todo lo que le falta de calle, lo que le falta de todo. Ser muy feliz tampoco lo requiere porque se frustraría algún día. Para ser feliz hay que ser infeliz completamente y de repente sorprenderse.
Nacimos felices. Lo que buscamos es ser infelices, completamente infelices. Y por la mañana se nos olvida que nuestro primer propósito es ese y por ahí temprano a la hora nos andamos riendo cuando vemos los primeros rayos del sol o cuando vemos que se abren los ojos bonitos de otra persona, uno traiciona esas causas y es feliz sin querer.
Debemos de buscar ser infelices a como de lugar y al no lograrlo ser felices ni modo (ambas cosas se parecen tanto) con toda nuestra alma y con todas nuestras fuerzas.
Es tan difícil ser infeliz y demostrarlo. En cambio naces con otras caras como para comprender a los demás, verlos bien, amarlos como proclaman las buenas conciencias y la religión, es algo que nos une, que nos llena de bondad en las fiestas y en la navidad, no para cuando pases por la esquina donde ahora estoy sentado.
Pero vamos, que yo he buscado ser infeliz, basado en el principio y la preguntas de: qué sería la felicidad sin la infelicidad? Qué sería de la felicidad cuando venga si no la espero? Si hoy soy feliz por mi mismo, con esta podredumbre, con esta decadencia. La mano no existe sin la piedra, la piedra no es nadie sin la mano.
Vine aquí a ser infeliz, pero a veces traiciono la causa y miro otras cosas que pasan.
Un hombre así, sin un retrete particular, sin un sueño por delante. No te queda otra más que ser infeliz, anda, celebra, métete a esa cantina, gasta los últimos 30 varos que te quedan. Busca una muchacha, deja que te golpeen porque no tienes ningún cinco, seguramente te darán unas patadas, te dejarás arrastrar por la vida y sal a la calle y levanta el rostro como si nada.
Quédate ahí sentado en la esquina sin que importe lo que digan, no salgas de allí de ese sitio sin comida, sin agua, sin una palabra. La lenguas rayadas me apuntan, me agregan una pic, una foto en la esquina existencial para el National Geografic, dicen que soy yo. Al rato dirán que ya fui, que no era nada.
HASTA PRONTO.




