La casi centenaria celebración de la madre en México, que data de 1922 a iniciativa del periódico Excélsior, se vivió ahora con un cambio drástico en la convivencia social, ante la pandemia, se sugirió no llevar a la mamacita santa a atiborrar los restaurantes, como sucedía cada año, ni llevarla a pasear a los centros comerciales o visitarla en casa con la familia extendida, esta vez se privilegió la salud por encima del convite.
La historia nos cuenta que la celebración se propone luego de que grupos de mujeres feministas en los años veinte reclamaran por sus derechos y el acceso a la educación sexual para evitar embarazos.
Sin embargo, la conmemoración que se convirtió en obligación familiar, derivó en un exceso de consumismo y desvalorización de la mujer. En aquellos años los medios invitaban a las familias a regalar a mamá una lavadora nueva, licuadora o aspiradora, creaban ofertones por la fecha y alentaban la compra de todos los enseres domésticos, de esta forma las abnegadas madres se contentaban con la vajilla, sala o comedor nuevo que le llegaba el diez de mayo.
Luego, se cambiaron los platos por la ropa, perfumes y llevadera a restaurantes, para que ese día no cocinara, aunque todos los demás días del año sí. Y con los años se fue arraigando más el romanticismo patriarcal que enmarca el día de las madres, casi colocándola en un pedestal, por el simple hecho de ser dadora de vida, la iglesia aquí también tiene mucho que ver para el costumbrismo, que “a dios” gracias, ha cambiado el Covid-19.
Hoy cuando el INEGI reporta que el 74 por ciento de las madres mexicanas que trabajan, cumplen una doble jornada con salarios precarios; cuando las colectivas feministas documentan que 33 de cada cien mujeres en el país son madres solteras, es decir jefas del hogar y que de estas el 72 por ciento trabajan jornadas de doce horas al día; cuando muchas madres realizan búsqueda de sus hijos desaparecidos y ahora que la violencia doméstica aumentó por la cuarentena, sabemos que ya no tenemos mucho que festejar, sino trabajar más por la emancipación de la mujer en todos sus espacios.
Se acabó la fiesta y la forma que lo veníamos haciendo, con referencias de sumisión de la madre abnegada, sufrida y con estereotipos de género; hoy las mujeres buscan espacios de libres de violencia y en esta lucha esta también otro tipo de madre, van por las maternidades por elección y no por presión social.
“Ser madre es una decisión y no una obligación del patriarcado. La maternidad será deseada o no será” es la propuesta de la Red Nacional de Refugios para promover “la diversidad y las maternidades insumisas, rebeldes, sin machismo y no romantizadas”.