En esta época de encierro, de costumbres diferentes y hábitos nuevos para la interacción humana, nos recomiendan tener paciencia, hacer actividades lúdicas, físicas y mentales, no caer en el desánimo e intentar buscar la felicidad dentro de uno mismo, aunque las noticias y el discurso político estén en nuestra contra, hay que ponerle buena cara ante la adversidad, para no caer en la tristeza.
Muchos textos de autoayuda con misericordia nos revelan que no debemos buscar fuera, lo que cada Ser trae dentro, que no depende de nadie nuestro estado de ánimo y la que la felicidad no es un lugar a donde ir, sino que es el trayecto en el que andamos. Palabras más, palabras menos, es utópico suponer que lo que a mí me brinda placer a otra persona le producirá igual gozo, que lo que a mí me da paz, a alguien más le da confort, que lo que a mí me inquieta pone igual de nervioso a otra persona.
La felicidad depende de nosotros mismos, según Aristóteles; para Sócrates es hacer el bien, a uno mismo y a los demás; Marx, Kant y Freud han dejado pensamientos de este estado tan efímero y a estas importantes definiciones de vida, podremos agregar las que circulan en las redes, con florecitas, amaneceres y piolines, los internautas ofrecen pensamientitos para abonar a los dichos y frases célebres, y para estar a la moda ahora en México se nos medirá la felicidad, se tasará igual que otras estadísticas de satisfacción social.
La ONU desde hace ocho años ya hace estas mediciones, en el último reporte de 2020, emitido apenas en abril, donde se realizan estudios en 156 países, Finlandia sostiene por tercer año consecutivo la medalla de oro del mundo, de América, Canadá se situó en el lugar 11; de Latinoamérica, Costa Rica se ubica en el lugar número 15, por los niveles de satisfacción de sus ciudadanos, vida sana, expectativa optima de vida y nula corrupción. México ocupa el lugar número 24, bajando un escaño en la posición, respecto al año pasado. Y antes de la pandemia.
Para este registro global se utilizan índices del PIB, se valúan elementos como el bienestar, la salud, el medio ambiente, libertad, seguridad y corrupción. El Reporte Mundial de la Felicidad mide las políticas públicas de las naciones y ciudades para determinar el grado de bienestar de las personas.
Con la reticencia que el presidente tiene ante las cifras que no son propias, su gabinete le hará su propio test, y ya anunció que tendrá sus propios datos, un índice alternativo, donde seguramente “se va aceptar, si hay crecimiento y hay menos desigualdad, y otro ingrediente en este nuevo parámetro, en este nuevo paradigma, la felicidad del pueblo”.
Así que dejemos de buscar la felicidad, seamos más pacientes y esperemos los nuevos datos de López Obrador, optimistas podemos adelantar que los estudiosos de las matemáticas, antropología, psicología, sociología y economía que reúna para su nueva medición, nos pintarán el emoticón más grande del planeta, de una carita feliz. Sonrían, seremos el pueblo feliz, feliz, feliz.