CIUDAD VICTORIA, TAMAULIPAS.-Don Emilio buscó la sombra de un árbol para recuperar el aliento, recargó la bicicleta en el tronco y sacó un paliacate rojo de entre sus ropas para secarse el sudor.
– ¡Buenas tardes! ¿esta perro el sol mai, verdad?
– ¡Si hombre! y eso que apenas son las once de la mañana – respondió el anciano al Caminante
– ¿Anda en la vendimia jefe?
– Pues si, ahora que nos desocuparon como a quince guardias (de seguridad) tuvimos que entrarle a lo que caiga.
El ‘don’ empezó a ordenar las bolsas tricolor de ‘tomate cebolla y chile’ dentro de la caja de plástico montada en su ‘bicla’.
– Ahorita nomas llego hasta Lomas de Guadalupe y me regreso, si vendo todo me voy al centro a comprar para hacer otras cinco o seis bolsitas.
Don Emilio volvió a agarrar camino y continuó ofreciendo sus ‘combos’ de legumbres en 12 pesos de puerta en puerta.
Apresado por la cuarentena, el Caminante se puso a sacar esos pendientes domésticos que le había prometido a su ñora.
Estaba a punto de ponerse a pintar el zaguán y los barandales cuando una voz lo sacó de sus pensamientos
– ¿No compra airpods Don, cables… cargadores de celular?
– Pos fíjate que un cable si lo necesito… ¿A cuanto los traes?
– Estos a 50, y los de color a 80
– A ver dame uno de 50, ¿me das chance de calarlo?
El joven vendedor de rasgos indígenas asintió con la cabeza mientras el Caminante conectaba el cable al cargador que guarda en el patio trasero de su casa. El celular empezó a cargar correctamente.
– ¿Y siempre vendes estos triques de casa en casa?
– Nombre, nosotros somos de Huejutla y nos trajeron a chambear en una obra (construcción) grande pero pues de repente nomas nos dijeron que ya no había trabajo… y ni modo de regresar alla, aqui al menos sacamos para la papa.
– ¿Y donde se quedan?
– Pagamos una casa entre todos, somos como diez… no tiene muebles pero por lo menos tiene agua y dormimos en el piso.
A’i entre todos cooperamos para comer algo.
El chavo se despidió y siguió ofreciendo su fantasía informática en la colonia.
– ¡Bueeenaas! – gritó el niño frente al cantón del Caminante y los perros se volvieron locos – ¿No compra frituras?
– ¿De cuales traes? – respondió el vago reportero un poco enternecido de ver al menor que no pasaba de 8 años montado en su mini bici, con una mochila luciendo los logotipos azul y verde del gobierno del Estado, y que hurgaba en su interior para mostrar su mercancía.
– Traigo ‘lagrimitas’, ‘rancheritos’ y chicharrones. El bato eligió los segundos
– …¿Y todos los días vendes? – preguntó mientras intentaba hacerle plática al chamaquillo.
– Ahorita si, es que mi mamá la corrieron del trabajo… antes hacía ‘bongles’ pero ya no
– ¿Y ahora tu le ayudas?
– También mi hermano, porque ‘cerraron’ la escuela, y ahorita pues ya me voy – contestó el chamaco y empezó a pedalear su vehículo en miniatura.
El sol de la tarde calentaba horrible mientras el Caminante le daba los últimos brochazos al portón cuando un hombre como de 35 años se acercó a su casa empujando un triciclo con dos cajas de plástico montadas en el:
– Traemos donas y enamorados jefe, pero de los grandes, a diez pesos.
Era la hora del antojo y el escribidor no dudó en comprar una dona y un enamorado que devoró ahi mismo ‘en seco’. Luego notó que al hombre le acompañaba quien parecía ser su esposa empujando una carriola con un bebé de no más de un año de edad y otro pequeñín de tal vez cuatro.
– ¿Ya te faltan poquitas donas carnal?
– Si ‘don’, ojalá salgan pronto porque esta muy fuerte el sol.
El hombre contó brevemente al Caminante que anteriormente trabajaba en una panadería, pero un dia llegó a su chamba y encontró los candados puestos en la cortina de acero. El dueño simplemente decidió no abrir mas y la necesidad empujó a Melvyn a vender su producto por las colonias.
Así como ellos cientos de personas mas, buscan la manera de sobrevivir a esta contingencia. Apóyelos, pues se están llevando una buena pata de perro para llevar el pan a su casa.