Un día estuvo de moda que los gobernantes presentaran un mini informe de actividades a cien días de gobierno, mucho antes de que el presidente López Obrador se sacará de la manga sus informes de cada semana o del informe que cada tarde nos presenta el doctor que nos receta los números del Covid, pero hoy los que estamos contando los días somos los ciudadanos comunes que paramos toda actividad social y pública para frenar contagios y empezamos el “home office”.
Es un hecho que la política y los políticos no le pierden a su movimiento ni a la exposición mediática, resulta impensable que el presidente cambie su agenda o detenga sus conferencias, ni siquiera se va a hacer la prueba del Covid, ya nos dijo. Pero el ciudadano común si tuvo que hacer cambios en sus rutinas, jalarse el trabajo a casa en la modalidad a distancia, con costos para su bolsillo (con su computadora personal y su internet) y asumiendo más estrés al combinar trabajo de oficina y doméstico, en casa.
Para las mujeres, que ya de por sí soportaban la doble jornada, la de las labores del hogar y la profesional, el paro social ha incrementado la carga de trabajo y desde luego el estrés, ahora en asilamiento enfrentan la responsabilidad de terminar el ciclo escolar de sus hijos, con la enseñanza a distancia, estar disponible para el trabajo en línea, y al mismo tiempo, no descuidar la casa, que tiene dentro a todos los integrantes de la familia.
Así que, entre la computadora para checar correos del jefe, el Whatsapp para darle seguimiento a las tareas escolares y atender los horarios de comida, más la exhaustiva limpieza que requieren ahora los hogares, muchas mujeres luchan por salir airosas de la pandemia, y se enfrentan a las multitareas de ser madre y maestra a la vez, cuidar de los hijos y los enfermos de casa, realizar la higiene doméstica a conciencia y no descuidar el trabajo, a la distancia.
Luisa María Alcalde, la más joven del gabinete de López Obrador es la titular de la Secretaria del Trabajo y desde la comodidad que le da ser funcionaria de la 4T, presume como buena nueva el “home office” para que diversos sectores se la apliquen a sus trabajadores, los millenials y centenials que ya se venían desempeñando en ese ámbito no tendrán problemas en asumir la práctica, sin embargo para las madres trabajadoras los horarios extendidos si les complicarán la vida, más aun cuando en México no se ha legislado al respecto.
Otros países como España o Suecia, mucho antes de la pandemia ya han venido conciliando en sus leyes laborales sobre las horas y formas del trabajo a la distancia o en casa, buscando beneficio y protección para los derechos de sus trabajadores. En nuestro país, la necesidad por detener los contagios nos lleva a esta práctica sin ningún marco legal y si con las afectaciones que trae consigo las improvisaciones políticas.
Así con prisas, se envió ya al Senado una iniciativa para que en la ley federal del trabajo se incorpore la definición del “home office”, conociendo la inclinación del actual gobierno para negar mejores políticas públicas a las mujeres, podemos presumir que de sacar una nueva ley, esta no traerá beneficio para las trabajadoras, quizás si para las empresas.
Será importante el acompañamiento de legisladoras y colectivas feministas para checar el documento, antes que sea ley, porque el trabajo en casa, o “home office” no es tan fantástico como se presume.