“Como si ignorase dónde viven los cuerdos, no sé si existan, quizás sólo sean un rumor o buenos deseos. Escribo para todos”
Estoy loco. Para algunos no necesito firmarlo: ” fírmale ahí” o declarar trémulo en un documento ante notario. Aunque sé fingir bastante bien. Escribo lo que quiero y lo que puedo.
Como si ignorase dónde viven los cuerdos, no sé si existan, quizás sólo sean un rumor o buenos deseos. Escribo para todos.
Si alguien me dijese dónde es el barrio de los cuerdos, le aseguro que guardaré en mi alatargado silencio su refugio secreto. No les vaya a dar un aire.
He tenido nombres, es decir, me he llamado de tal o cual manera, pero inevitablemente los olvido como el que ahora tengo, como olvido las veces que he ido al baño. Así es el mundo de los locos. Sólo recuerdo las miradas nerviosas de otros locos como yo cuando nos encontramos.
Se nos botó la canica y el ojo desorbitado la busca. La canica juega con los niños en los pozos del pavimento. Se junta con otras canicas.
Se nos fueron las cabras al monte y corrimos para donde no estaban. Somos únicos. Llegamos solos a la plaza de cartón y escribimos antes de escribir que estamos locos, para justificar un rebaño.
Pensarán que estoy loco si me detengo a mediodía y hago un alto en el camino de la vida para pensar y se me olvida. Esa es la melodía.
Loco, y sé a qué hora un perro muerde a otro. Cuál chicharrón de todos faltó a mediodía. Sé morder una tuerca para abrir una botella. Sé doblar una hoja hasta que sea un anillo inútil.
El loco corre aunque no haya peligro porque sabe dónde, luego apunta con el dedo lo que nadie vio. Estoy loco y veo otros locos mascar un chicle invisible, escribo para ese mundo que gira alrededor de nosotros.
Estoy loco porque olvido y sonrío, porque recuerdo que sonrío, porque estoy loco y los locos sonríen de repente. Pero eso no es cierto. Estás loco y es cuando lo sabes realmente e ignoras dónde encontrar un cuerdo a estas horas de la calle.
Estoy mejor en el mundo de los desamparados, en el mundillo cruel de las barbillas sucias y cortadas a machetazos como el monte. Estoy en el mejor mundo de los locos, el mundo invisible de cuando aún no hacían las casas ni había personas, cuando nos moríamos a nuestras anchas, y mil sonidos constituyen una ventana unos ojos abiertos de pájaros y los locos de atar eran otros.
Soy un loco total. Qué me dices viajero?Vengo de dónde vengo. Un día verás la razón como un recuerdo viejo e inútil del mundo, los cuerdos no viajan con nosotros.
Con el tiempo los locos hemos tenido la razón y luego la deploramos. Con el tiempo la luz se apaga y es memoria. El loco tiene la palabra única que todo lo cambia, pero nadie la cree hasta que llueve. Nadie se salva. El loco se ahoga riendo como un loco en el fondo del agua.
A toda hora, el otro mundo me mira el ensordecedor ruido camina. Quisiera que fuese otra hora y otra locura. Arreglar las broncas con sólo nombrarlas. Como sacar el cuerpo antes de que se generalicen las bofetadas.
Soy el autor de estas letras de costra que despego. Desató las amarras, desamarro las costuras de los zapatos, de labios rotos y miradas perdidas. Escribo con la cara manchada de sombras nada más, con canciones inexploradas. Me escribo al margen, desvarío, para eso estoy loco.
El loco es asechanza, mirada intensa hasta que se ablanda de hambre, hasta que se cansa. Estar loco a las 3 de la tarde. Las señas pasan apresuradas sin mirarme, en realidad no ven a nadie. Nadie las mira a ellas. Yo las veo porque soy comparecido y pobrecitas. Si alguien las viera, ellas podrían saber más o menos cómo andan de pegue, por eso están locas.
Hay aquellos que pasan junto a mí y se plantean, hacen todo lo posible para parecer normales, para fingir que están cuerdos, pero yo sé que están locos, eso no se quita fácilmente, por eso me aborrecen.
No oigo de lejos, ya estaré viejo, pero no puedo parar ahora, justo ahora que agarro vuelo por la calle Hidalgo y voy llegando al crucero. Han de ser como las 9 de la noche, la hora en que el sol se pone.
HASTA PRONTO.