En los dos últimos meses el país
entero ha sufrido la invasión de
algunas empresas encuestadoras
que, de una u otra forma, pretenden
influir en la selección de candidatos
a gobernadores, diputados federales
y locales y presidentes municipales
–quizá instruidas, por sus contratantes
o tal vez con el ánimo de generar
confusión entre los ciudadanos–, sin
que nadie atine a explicar por qué tanto
interés cuando faltan todavía tres meses
para la instalación de los procesos
electorales.
Hasta donde entiendo, las encuestas
deben ser tomadas en cuenta para
medir las preferencias sobre un
artículo, persona o tema específico,
por ser parte indisoluble de la
mercadotecnia orientada a su venta
–claro que siempre y cuando se hagan
con el profesionalismo requerido–,
pero aquí se da el caso de que los
muestreos de opinión pretenden
utilizarse para distraer la atención y
cuidar el objetivo de fondo.
En un estudio riguroso de los
procesos y las tendencias sociales, las
encuestas podrían ser un instrumento
muy valioso a condición de que se
realicen con metodología científica,
pero en el caso que nos ocupa su
excesivo manejo echa por tierra
la objetividad e imparcialidad, al
tiempo que las deslegitiman y causan
desconfianza entre sus receptores.
Como ‘beneficiarios’ o víctimas de
la cascada de encuestas –ahora se le
llama a este fenómeno ‘encuestitis’–,
hay prospectos a las candidaturas
de los partidos Acción Nacional
(PAN), Movimiento Regeneración
Nacional (Morena) y Revolucionario
Institucional (PRI), principalmente,
pero los ciudadanos comunes
muestran indiferencia ante sus
resultados, mientras los aspirantes
arrecian su activismo político.
No obstante y en menoscabo de
las encuestadoras que aparentemente
dan la cara, debo reconocer que
algunos sondeos sí reflejan el sentir
ciudadano. Pero son pocos
Que si fulano de tal ha venido
de más a menos, o que si suben los
bonos del otro ¿a quién interesa
realmente?, pues a decir verdad las
cifras poco o nada aportarían en la
decisión final, salvo que satisficieran
a quien en verdad tiene la decisión en
sus manos.
CREDIBILIDAD CUESTIONADA
Todas las encuestadoras pretextan
hacer un trabajo independiente y no
por encargo, lo que se antoja casi
imposible si consideramos que para
el levantamiento de un muestreo
como el que realizan se requiere,
cuando menos, pagar salarios a
los encuestadores, coordinadores
y especialistas en el manejo de los
cuestionarios aplicados; viáticos
(transportación, hotel, alimentos,
teléfono, papelería, etcétera); gastos
de operación y los imponderables
que surjan durante el tiempo del
levantamiento y/o la ejecución del
estudio.
Y es el anonimato de sus
financiadores, precisamente, lo que
despierta la sospecha en cuanto a su
credibilidad.
Eso y el hecho de que los
remitentes de los documentos no den
la cara.
Por otro lado, se dice que las
encuestas son malas consejeras,
pero todavía así nuestra sociedad es
bombardeada con múltiples sondeos
de opinión.
Encuestas van y vienen, simulando
ser retratos instantáneos de la
percepción del común de la gente
ante los acontecimientos y sus actores
en México.
Las encuestas normalmente
no reflejan la realidad, pero sí un
supuesto de ésta. Así tenemos que la
realidad puede cambiar.
Por ejemplo, disminuir
drásticamente las preferencias
electorales de un actor, pero la
percepción de la gente no cambia, por
lo que para el grueso de la población
otras son las imágenes que siguen
igual o están creciendo.
De igual forma, las opiniones
del común de la gente que nutren
las encuestas normalmente están
contaminadas por lo que publican
los medios de comunicación masiva
que tienen el poder de hacer aparecer
el negrito en el arroz, cambiando la
percepción de la realidad de miles de
personas, prácticamente en minutos.
De ahí que considere que los
aspirantes serios, por ningún
motivo, deben tomar decisiones
trascendentes basándose en las
encuestas, aun cuando éstas no son
del todo inútiles.
Usándolas con inteligencia pueden
servir como herramienta de medición
para conocer la distancia que hay
entre la percepción del común de la
gente y la realidad que conocen los
expertos.
CASO ESTATAL
La medición más reciente de Massive
Caller, en cuanto a los escenarios en
materia comicial que hoy presentan
cinco municipios de Tamaulipas
rumbo a la contienda del 2021 para
elegir alcaldes –aunque por ley
se vota por los ayuntamientos–,
de entrada se advierte orientada.
Malamente o no, pero sí dirigida.
En primera porque en sus ‘listas’
no aparecen todos los aspirantes
que hay en los partidos con registro
y próximos a obtenerlo; sólo
quienes fueron (¿en base a qué?)
seleccionados por esa empresa
encuestadora o la gente que contrató
el servicio. De ahí que, difícilmente,
haya quien crea en los resultados,
pues nadie da nada a cambio
gratuitamente.
Luego por no exhibir su
metodología; y en tercera porque al
ciudadano se le preguntó su intención
del voto, nada más hacia ciertos
personajes, sin darle oportunidad
a nombrar más figuras fuera de la
opción ‘¿por otro?’.
Esto me lleva a sospechar que
el sondeo telefónico pretende
medir las fortalezas y debilidades
de cuatro membretes –PAN,
MORENA, PRI y MC–, sólo eso, en
el ánimo ciudadano, a fin de que
los contratantes se apliquen en los
municipios que les resulten adversos
sugiriendo candidaturas que no son
(hasta hoy) porque, en su mayoría,
simplemente se trata de prospectos o
aspirantes.
¡Ah!, pero eso sí, los que
consideran más riesgosos para
doblegarlos y de ahí los supuestos
escenarios elaborados para levantar
la medición, que, insisto, dejan fuera
a personajes que podrían resultar
ungidos.
Y que conste, hablo de al menos
los cuatro membretes citados por
esa empresa (neoleonesa) dirigida
por José Carlos Campos Riojas (ex
militante del Partido Acción Nacional
(PAN).
En su sondeo, por ejemplo deja
fuera del escenario a panistas que
son piezas clave del partido en el
activismo político; a morenistas que
aún no le entran al rejuego; priistas
cautelosos, militantes de MC, y, lo que
peor, a los independientes de dónde
podría surgir un ‘pura sangre’.
Fuera de los resultados (que hasta
hoy me parecen intrascendentes)
y personajes envueltos u omitidos,
lo cierto es que esta encuestadora
asoma el apetito político-electoral de
sus contratantes.
Inclusive, advierto que cumplió
con su cometido primario de
sembrar la incertidumbre entre los
actores políticos y atrapó el interés
poblacional que, a estas alturas, ha
dado en preguntar si es cierto que los
mencionados son, en realidad, son
quienes contenderán por las alcaldías.
Obviamente, no.
Se trata sólo de supuestos.
Y hasta en tanto sea instalado el
proceso (en tiempo y forma), todo es
simple especulación.
Así que no hay que irse con la finta,
aún y cuando los que ‘encabezan’ las
preferencias anden locos de contento.
Correo: jusam_gg@hotmail.com