CIUDAD VICTORIA, TAMAULIPAS.-Los días en la maquiladora solía ser muy parecidos. A veces hasta monótonos. El murmullo de las estaciones de trabajo era como una música de fondo para la amplia orquesta de trabajadores que se aplican en la línea de trabajo. El fin del turno a veces era como un relámpago que quebraba la parsimoniosa rutina. Alguna vez un amigo del Caminante le confesó que sentía que era una especie de sueño profundo repetitivo y que su verdadera vida empezaba cuando salía de la nave industrial.
Pero esos días se han ido.
A raíz de la pandemia por el nuevo coronavirus las circunstancias de trabajo se han vuelto una película de suspenso y drama donde cada uno de los presentes vive angustiado para no convertirse en la próxima víctima del asesino silencioso.
Esto lo sabe muy bien Leoncio, pues cada jornada laboral se ha convertido en un reto al azar, pues la probabilidad de pasar a ser un caso mas de las estadísticas esta a la vuelta del pasillo.
El hombre de mediana edad chambea en una de las dos plantas de una empresa maquiladora local. Hace tiempo, al inicio de la contingencia los altos mandos de la factoría decidieron irse a paro técnico por casi dos meses, pues este tipo de centros de trabajo manejan una probabilidad muy alta de crear brotes del temido virus.
Sin embargo hace poco se anunció que reiniciarían sus actividades bajo un estricto protocolo guardando medidas muy estrictas para evitar contagios entre los obreros: Los autobuses de la fábrica circularían solo con la mitad de su
cupo, y entre los asientos se instalaron lienzos de plástico como una especie de barrera física y al abordarlos se les proporcionaría gel desinfectante y les realizarían una lectura de la temperatura corporal con la ya famosa pistolita; su el display marcaba mas de 38 grados se les impediría subir.
También al llegar a la planta se les volvería a hacer otra lectura, se instalarían tapetes sanitizantes, y se normalizaría el uso de cubrebocas y careta. De al misma manera el acceso a los sanitarios sería en orden y manteniendo la ‘sana distancia’ entre uno y otro operario. En el comedor la mesa para cuatro personas admitiría solo a dos y se evitaría en todas las áreas de la maquiladora crear aglomeraciones de personas.
Los trabajadores recibieron todas estas medidas con agrado ya que les protegerían y preservarían sanos.
Pero en el transcurso de los días algo cambio.
“Al subir al transporte de personal les toman la lectura pero aún si tienen más de 38 grados los están dejando subir… los plásticos se fueron quitando y en vez de subir a poquitos ahora se llenan los autobuses ¡y hasta parados van!” comenta Leoncio.
“Al llegar a la maquila se hacen la filotas y hay mucha gente junta, y aunque llevamos careta y cubreboca cada se rompen mas la reglas, por ejemplo en el comedor ya no se respeta la sana distancia y las mesas las llenan, también en el baño ya no hay orden, entran todos de a montón” cuenta Leoncio con mucha preocupación.
Otro de los grandes riesgos es que no en todas las estaciones de trabajo se pueden usar guantes, es decir las autopartes eléctricas que ahi se fabrican pueden ser tocadas por cientos de operarios. Si uno de ellos estuviese contagiado, la
dispersión del virus sería a gran escala.
Esto ha generado no miedo sino pavor entre la plantilla de obreros pues no solo existe el temor a contagiarse, sino de llevar a casa la aterradora enfermedad.
“Imagínese – cuenta Leoncio al Caminante – en esa maquiladora somos tres mil obreros en dos turnos, si uno se enferma es muy posible que contagie a muchos mas y esos pobres se llevarían el coronavirus a sus casas… por eso tenemos miedo” confiesa el obrero
En esa planta corre el rumor de que ya hubo una persona contagiada y se encuentra intubada y en aislamiento en un hospital, lo cual ha puesto a los demás obreros ‘con los nervios de punta’.
“Nosotros no queremos hacer grilla en la maquila, no queremos causar problemas, lo único que queremos es que se cumplan las medidas de protección, que no sean una simple pantalla o simulación, que la administración nos garantice que esta cuidando nuestra salud” asegura Leoncio, quien no sabe que le depare el futuro al seguir laborando en ese clima de incertidumbre. Ojalá que las autoridades y los altos mandos de la factoría se pongan las pilas