Cuando Miguel Barbosa asegura que nunca recibió dinero de Emilio Lozoya, ex director general de Petróleos Mexicanos (Pemex), para aprobar la reforma energética, dice la verdad.
También es cierto cuando el hoy morenista afirma que nunca dialogó sobre el tema con quien ahora es ‘testigo colaborador’ del maxiproceso penal que abrirá el gobierno lopezobradorista en contra de diversos personajes del priismo y el panismo.
En realidad, el actual gobernador de Puebla platicó y tuvo tratos con otro influyente Emilio: Gamboa Patrón, coordinador de la fracción parlamentaria del Partido Revolucionario Institucional (PRI) en la Cámara de Senadores durante el sexenio peñanietista.
Si bien Miguel Barbosa, en su calidad de senador, siempre se opuso a la aprobación de la reforma energética, no votó en su contra: por enfermedad se retiró por esas fechas de las actividades legislativas.
A su regreso, a principios de 2014 y por varios meses, se opuso a las leyes secundarias de la famosa reforma, pero su bancada, la perredista, la que supuestamente el poblano coordinaba, siempre estuvo -sospechosamente- dividida con el tema energético.
Con instrucciones precisas de Los Pinos, Emilio Gamboa Patrón operó la división del voto de izquierda en el Senado.
Los tratos de Miguel Barbosa con Emilio Gamboa Patrón se reflejaron en una compra que hizo el poblano por esos años y que salió a relucir hasta 2018, cuando fue candidato del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) a la gubernatura de Puebla.
En sus tiempos de senador, Miguel Barbosa adquirió una de las casas del ex presidente Miguel de la Madrid Hurtado. La residencia, ubicada en Coyoacán, consta de casi 360 metros cuadrados.
Aunque el precio de la compra-venta fue pactado en 10 millones de pesos, la realidad es que la casa tiene un valor de mercado de, por lo menos, 5 o 6 veces más.
Incluso, el polémico Alejandro Rojas Díaz Durán, suplente del senador Ricardo Monreal, afirmó en 2019 que la residencia adquirida por el ahora gobernador poblano tiene un valor real de 120 millones de pesos.
Todo indica que Emilio Gamboa fue el intermediario de esa transacción comercial y… política con el entonces coordinador de los senadores perredistas.
Un dato, para entender el contexto, se debe recordar: Emilio Gamboa fue el influyentísimo secretario particular de Miguel de la Madrid a lo largo de su mandato presidencial y desde que despachaba como titular de la Secretaría de
Programación y Presupuesto en el segundo tramo del sexenio de José López Portillo.
La influencia de Emilio Gamboa en la época delamadridista era tan grande que, afirman, su opinión fue decisiva para la designación de Carlos Salinas de Gortari como candidato a la presidencia de la república en 1987 (dejando en el camino a Manuel Bartlett y a Alfredo Del Mazo).
Además de ser su colaborador de confianza, Emilio Gamboa era amigo de Miguel de la Madrid y su familia.
Por esa razón, cuando los hijos del ex presidente vendieron la casa de Coyoacán (una de las tantas residencias que tienen o tenían), el entonces líder priista en el Senado fue el intermediario para ofrecérsela a Miguel Barbosa.
Los recursos utilizados por el ex perredista para la compra de la casa del ex presidente podrían tener su origen en la operación para ‘planchar’ la reforma energética en la Cámara de Senadores. Eso es lo que se sospecha.
Por eso aparecen en la trama del Caso Lozoya los nombres de Miguel Barbosa y de Emilio Gamboa Patrón. Desde su privilegiada posición en el Senado, el priista operaba y negociaba con los legisladores relevantes de izquierda, es decir, con los perredistas.
Es cierto: Miguel Barbosa, un gobernador en apuros, no hizo acuerdos con Emilio Lozoya. Sus pactos transitaron por la vía de otro Emilio, Gamboa Patrón… también envuelto en la escandalosa trama de corrupción del Caso Lozoya, la que promete cimbrar el escenario político nacional.
Y PARA CERRAR…
Otro Miguel, Osorio Chong, hoy dizque senador, no debería andar tan ‘picudo’ con la 4T.
Le van a buscar y le van a encontrar. El hidalguense, en su afán por llegar a la presidencia, pactó con ‘El Diablo’.
Obvio, pagará las consecuencias…