Aunque México registra graves desigualdades sociales, rezago educativo y analfabetismo digital, no hay marcha atrás con el “jomofis” como etiquetan los millenals al trabajo en casa, se queda en los nuevos hábitos impuestos por la pandemia, así que será mejor hacernos a la idea, empezar a entenderlo y entrenarnos en la nueva forma de trabajar a distancia para no aparecer en línea en ropa interior o degustando una cerveza en horas laborales, como ya hemos visto.
Si se aprovecha bien, el Home Office derivara en ahorros económicos para los trabajadores, pues evita traslados y comidas fuera, también beneficia a las empresas, pues estudios sugieren que los empleados que tienen la posibilidad de realizar así sus labores, se vuelven más eficientes y creativos, claro siempre que el puesto lo permita y al trabajador le guste la dinámica, pues si ya era flojo en actividad presencial, la nueva interacción no le cambiará de actitud, en muchos de los casos le empeorará el bajo rendimiento.
Esta modalidad no aplica para todas las profesiones y oficios, pero para los que sí es opción ya se reformará la Ley Federal del Trabajo, aunque los diputados que han venido trabajando así a la distancia y que también se han visto envueltos en desaciertos por no entender la interacción digital. Por principio proponen la definición de “Teletrabajo” y “teletrabajador”.
Buscan legalizar el método que permita el equilibrio de la nueva relación laboral, debaten sobre seguridad, salud y medidas preventivas a los riesgos laborales en casa, porque también hay riesgos y entre otros deben hacer prevalecer el respeto a la privacidad e intimidad.
Los diputados mexicanos, que ya hemos visto no respetan ni su propia decencia, están tomando de ejemplo las regulaciones que en esta materia ya se tienen en España o Argentina. Van con pasos de tortuga en este tema que empezaron a discutir desde antes de la pandemia, ahora con el tiempo encima, tienen que reglamentar la práctica que podría aplicar para casi el 25 por ciento de la fuerza laboral en México.
La Organización Internacional del Trabajo considera que el Home Office tendrá un impacto positivo en la productividad, que mejora el ánimo de los trabajadores, ayuda a mitigar la contaminación al disminuir la movilidad y esto conlleva ahorros el empleador y el empleado.
Sin embargo, organizaciones civiles también advierten de las desventajas para el trabajador a distancia, ya que básicamente lo que la legislación prevé son las condiciones del resguardo de software y hardware, así como los derechos y obligaciones para ambas partes como en cualquier contrato laboral, pero no visualizan que esta modalidad trae más gasto a la economía familiar, además de un descontrol en la dinámica hogareña, por lo tiempos y espacios dedicados a las labores.
Hasta hoy, sólo el 53 por ciento de los mexicanos tienen internet en casa, para que avance el Home Office se requiere de más cobertura tecnológica y que esta sea regulada; además se precisará de protocolos de ética bien sustentados para ajustarse a horarios bien establecidos, para que el teletrabajador no tenga que estar disponible las 24 horas al día, como ocurre ahora.
Y mientras concluyen su chamba los legisladores, para los que ya practican el teletrabajo se les sugiere que se vistan y acomoden como si estuvieran en una reunión física, recuerden que “un mundo los vigila” y los graba, que establezcan horarios y espacios para conectarse, que respetar al interlocutor y eviten las distracciones.