“Puedo imaginar el parte militar con listas preliminares de daños en casas, edificios públicos, carreteras, desbordamiento de ríos, número de albergues y personas en ellos, zonas inundadas y áreas incomunicadas”
El domingo y todavía la madrugada de ayer lunes miles de tamaulipecos y nuevoleoneses sufrían los estragos de Hanna, huracán que entró al noreste de México como tormenta tropical y que inundó Reynosa y la zona metropolitana de Monterrey, miles están sin casa, las vialidades están muy dañadas y hay por lo menos seis muertos y cuatro desaparecidos, una tragedia.
Así es mis queridos boes, pero mientras los norteños sufrían el embate de la intensa lluvia y el viento de Hanna y las llamadas de auxilio hacia las corporaciones de rescate eran incesantes en Tamaulipas y Nuevo León, además de parte de la zona de la Laguna, allá en Palacio Nacional se ultimaban los detalles para el show de la mañanera.
Y es que el de ayer era especial, al Presidente Andrés Manuel López Obrador le interesaba que todo saliera como su cabecita de algodón lo había imaginado: el avión presidencial de fondo, enorme y lujoso, los periodistas a modo pequeños bajo el palacio volador de Enrique Peña Nieto y él, dirigiendo la escena para que todo México se enterara de los gastos excesivos con la nave faraónica a la que dice nunca se subirá.
Seguro que en la reunión de las seis de la mañana en Palacio Nacional la SEDENA, Gobernación y Protección Civil le informaron de la situación en el norte del país por el azote de Hanna.
Puedo imaginar el parte militar con listas preliminares de daños en casas, edificios públicos, carreteras, desbordamiento de ríos, número de albergues y personas en ellos, zonas inundadas y áreas incomunicadas.
Muertos y heridos, desaparecidos y hasta el número de efectivos que ayudaban a las corporaciones estatales y municipales en la refriega contra el agua que seguía a esa hora y continuaría varias horas por la mañana de ayer.
Igual imagino el gesto de amargura de López Obrador, ese que se le dibuja cuando le dicen o le preguntan lo que no quiere escuchar. Tal vez preguntó: ¿Pero lo del avión ya está listo, no falta nada?.
Se llegó la hora de la mañanera, esta vez el presidente salió del Palacio faraónico como histórico donde vive, la cita era en el Hangar Presidencial, ese que dijo destruirían también, ahí lo esperaba el TP1 José María Morelos y Pavón y los periodistas.
Acá en el norte las imágenes en vivo y los videos mostraban a padres y madres de familia con niños en brazos y con el agua al pecho, policías estatales entre las calles convertidos en ríos salvado a conductores y pasajeros de taxis, bajando de azoteas a los que treparon en la noche para escapar a la inundación.
Enfermeras y médicos del Hospital Materno Infantil de Reynosa como pudieron pusieron a salvo a los pequeños internados, el nosocomio se inundó, luego el gobierno de Tamaulipas utilizó bombas para desalojar el agua y volvió a funcionar.
El golpe de Hanna fue parejo, ricos, pobres y clase media, llovió en la frontera en 24 horas lo que generalmente cae en seis meses y en la zona metropolitana de Monterrey más del 50 por ciento de lo que llueve en todo el año.
Los noticieros nacionales abrieron con la nota de Hanna, los daños, los muertos y desaparecidos, videos impresionantes de la fuerza de las avenidas de agua en colonias y residenciales.
Pero al Presidente López Obrador nada le iba a aguardar el espectáculo del avión, su rifa en la que no se rifará y la cantaleta de los últimos 19 meses culpando al pasado de todo para no asumir la responsabilidad de nada.
Se esperaba al menos un minuto para mostrar empatía con los que todavía estaban sufriendo en Tamaulipas y Nuevo León, pero ni una sola palabra del presidente hubo para quienes lo perdieron todo lo material y menos para las familias que perdieron la vida de alguno de los suyos.
Lejos de eso, AMLO censuró cualquier otro tema que no fuera en torno al avión presidencial, usando la misma trampa de siempre con la que disfraza si intolerancia a la libertad de prensa y de expresión en general.
“Respetuosamente les pido que nos justemos en esta ocasión a preguntas sobre el avión, sobre la rifa”, les dijo.
En otras palabras le ordenó a los periodistas: no empiecen con los daños en Tamaulipas y Nuevo León por el huracán. No son tema tampoco los 390 mil contagios de Covid y tampoco lo son los 44 mil muertos.
Para él ayer la noticia no fueron las desgracias a las que Hanna sometió a miles en Tamaulipas y Nuevo León, su prioridad fue la politiquería, la grilla barata contra el pasado, la venganza y la división del país.
Por suerte para sortear la emergencia el gobierno municipal de Reynosa que encabeza Maki Ortiz y el estatal de Francisco García Cabeza de Vaca atendieron con sus recursos a los afectados, se instalaron albergues, se comenzó con el desagüe de avenidas, se proporcionaron alimentos preparados y despensas.
Vimos a diputados y senadores, secretarios estatales y municipales entre el agua, dirán que para la foto, pero al damnificado lo que le urge en ese momento es la ayuda con la que llegaron, pero sobre todo con la empatía ante la calidad que estaban sufriendo, empatía que obviamente no tuvo el Presidente, para el que ayer no fueron tema. Comentarios: meliton-garcia@hotmail.com Twitter: @melitong