Tiene la noche su propia noche en este mueble donde vivo. Este es mi esqueleto de huesos en cruz que se mueven, este mi cuerpo mientras escribo dormido. Soy el animal que va. Estas son mis cuatro paredes sin luz.
En el fugas devenir, el tiempo recorre la calle. Tiene la noche un pájaro con ramas, tiene la noche su propia noche celebrada, cumpliendo oscuridades, cumpliendo fechas, dígitos y cifras del Coronavirus.
Las formas que tienen que ver con este dibujo capturan la mano en el cuaderno, escribo en el árbol de un río, en la raíz del agua. Las formas son esquemas y también imágenes negras y blancas, hay una sombra en el aire, las noche se ha metido a la garganta de los fantasmas.
En la nube oscura se escribe un poema. Bajo sospecha las sombras son nocturnos pájaros. El poeta enciende una hoguera en el parque y come bombones. Mi cuerpo busca ahora su lugar, gira, se desenvuelve, da sancadas que van a donde alguna vez había estado y vuelve. Mi cuerpo es una sensación, un toque de queda, una ilusión óptica que se destruye.
El COVID se llevó el fin del ciclo escolar, los honores a la bandera, la ceremonia, los recreos, las prisas a unos pasos antes de la entrada, se llevó las oficinas y nadie sabe cuándo vuelvan, se llevó el calor que hace entre las personas apretadas en el micro. Se llevó el cine sin decir va, se llevó las calles por donde uno pasaba.
Este tiempo se ha llevado, junto a miles de personas, a miles de pisadas en las banquetas y evitó la masacre de hormigas coloradas. Las hormigas pensaron en una tregua, en un trago amargo de agua.
Vine a dormir y he estado toda la noche con la luz encendida viendo el calendario. En medio se parte en dos la historia que venía y lo que quedó fue este día, con esta oscura noche de COVID.
Insondable y a tientas la ciudad traza un hilo de calles entre la bruma. Ciudad Victoria de noche es una gran casa. Si pones atención alguien llama a la puerta que luego rechina. La noche si la escuchas es única. En la luna del Santuario se escuchan todas las canciones de las rompevientos y los framboyanes y se recuerda el olor de las hamburguesas alrededor del estadio.
La noche suelta es una jaula al mismo tiempo, es café con noticias al aire y humo. La calle bebe luz de palabras, la calle es una puerta cerrada de uvas liberadas en la lluvia. Habrá días en que los libros digan que la luna era de queso y que ibas a China haciendo un pozo hondo. Tal vez no tengo ganas de ir a ninguna parte.
Entre los nosotros brilla la vida en que andamos por las casas como por el alma y es de noche. Nadie cruza la calle con el pelo que brille sobre cada segundo. Estoy en la noche y hay COVID por todas partes los primeros días de agosto del 2020.
En las mesas el mundo es un sol empequeñecido como un cigarro en la mano de enfrente. El día se da la vuelta. El humo dispersa la costumbre de verse a los ojos sin verse, por eso es de noche, me he quitado el cubrebocas. Me he movido de mi sangre, no tolero este cuerpo, soy unas cuantas palabras que nada más yo escuché.
Es de noche, se extraña el sonido de una campana sobre el silencio herido, el resto es tejado sobre una luna cayendo. Los ojos se van cerrando pintados al óleo en los carros estacionados en la calle larga, donde no hay nada, donde el día siguiente es un taller experimental, es una sorpresa todavía. Dormido escribo esto que escribo.
HASTA PRONTO.