HABÍA OLVIDADO QUE LLEVABA TINTA EN LA SANGRE…
Ese día llegó a las oficinas del rotativo, que desde hacía más de 45 años se había convertido en su hogar. Ahí había pasado los mejores años de su vida.
Por esa misma puerta ahora revestida de lujo, había entrado agitado aquella tarde, llevando en su libreta la nota de ocho columnas.
Ágil y delgado, escaló de unas cuantas zancadas al segundo piso del edificio de uno de los Diarios más vendidos en el norte del país, y más allá de las fronteras. Sin más preámbulo colgó su saco azul marino en el respaldo de su silla, mientras delicadamente colocaba la hoja de papel en el carrete de sumáquina de escribir.
Erasmo temblaba, tenía prisa, las prensas esperaban la de ocho. Aflojó un poco su corbata, alisó las mangas de la camisa impecablemente planchada y abrió su legajo, de dónde sólo él podía extraer una historia…
Frases entrecortadas y símbolos ilegibles que parecían garabatos, era lo que contenía aquella vieja libreta que el reportero siempre portaba y cuidaba más que a su propia alma.
Recién llegaba de la Ribereña, conocida como el granero deTamaulipas, en dónde el cultivo
de sorgo y maíz daban vida al comercio internacional y presencia a los municipios de Miguel Alemán, Camargo, Díaz Ordaz, Mier y Guerrero.
Era un deleite salir a reportear por la “Frontera Chica”. Armado con su pluma de oro en el bolsillo de su saco, su pequeña libreta y toda su juventud a cuestas, Erasmo se había convertido en el reportero estrella y el hijo consentido del Director de “El Mañana de Reynosa”.
Tenía un olfato único para saber dónde encontrar la noticia, ahí dónde muchos habían pasado, él y sólo él, lograba articular las piezas del rompecabezas para armar, un buen Reportaje.
Ese día era otra cosa. El Presidente de la República había venido a inaugurar una enorme Presa, con amplios canales de riego, que surtirían de vital líquido las hectáreas de sorgo, que por las tardes y con el viento, parecían una inmensa marea roja.
Era un valle fértil que a Erasmo le gustaba admirar y que muchas noches recorrió extasiado, cuando pasada la media noche se le hacía tarde buscando la nota.
Con todas esas ideas flotando sobre su cabeza, dio inicio el ritual del escribano, que al paso de las décadas, había convertido en una liturgia. Sólo el repiqueteo constante de las teclas sobre el papel, lograban apagar el retumbar de su propio corazón.
Erasmo amaba todas y cada una de las expresiones del periodismo. Era el único reportero que contaba las líneas y los caracteres que contenían sus escritos Él mismo elegía la Cabeza, el Sumario (o balazos)
y más aún “chrorreaba la nota en espiral”, para que el diseñador no tuviera problemas con el espacio, un privilegio que pocos podían darse.
Por sudedicación, puntualidad y entrega, se había convertido en el consentido del Director del Periódico Arturo Cantualla Soto, viejo lobo de mar, a quien le había
aprendido el arte de su profesión. Esa tarde escribía como loco,
mientras una estela delgada de humo blanco azulado se elevaba sobre la Sala de Redacción que a esas horas de la noche, repleta de reporteros y fotógrafos, parecía un salón de baile.
Y fue precisamente uno de ellos quien se acercó para mostrarle
las pruebas impresas en blanco y negro de la gira del Presidente, para que él mismo eligiera las fotografías que acompañarían la “nota de ocho” y su Reportaje.
Erasmo tomó una lupa del cajón del escritorio para analizar cada una de las imágenes, quería ver a detalle, las expresiones en los rostros de los políticos, de los líderes y los hombres y mujeres del pueblo, que se volcaban para recibir al Mandatario.
A veces esos pequeños detalles arruinaban la nota, y él lo sabía. Minucioso y pulcro no sólo en el vestir, sino en cada uno de los actos de su vida, había aprendido que
en el ejercicio del Periodismo, una buena imagen dice más que mil palabras.
Se quedó pensando uno instantes, para luego seleccionar tres fotografías. No eligió las clásicas del corte de listón, esa iría en la portada del diario. Para su reportaje eligió las que mostraban al Presidente y al Gobernador en mangas de camisa, abriendo las compuertas de la presa para que el líquido fluyera hasta los canales de riego…
Las otras dos imágenes eran de la gente del pueblo, de los agricultores y comerciantes, de las amas de casa, los jóvenes y niños, aglutinados ahí esperando saludar al Presidente.
Dos fotografías dónde podían escucharse claramente la voz de las multitudes, en aquel ensordecedor retumbar de tambores y matracas. Dónde podía percibirse, el olor a pueblo, a algarabía y fiesta.
Como quien da una bocanada frontal, exhaló el humo de su cigarro, que había contenido para no dejar escapar las ideas de su mente. Esas dos imágenes prendieron como chispa, para darle la idea, ese toque final con que solía rematar sus reportajes.
Ahora pasados los años, los dedos se le crispaban cada vez que tocaba con precisión el teclado de la computadora, que colocada en su modesto escritorio, del tercer piso del Periódico, que durante más de 40 años fue su segundo hogar. Ya no escribía sólo analizaba, revisaba y palomeaba, las notas que cambiarían el rumbo de la historia.
Sin embargo ni sus éxitos profesionales, podían contener el incesante hormigueo de sus dedos, que estaban ahí, para recordarle día tras día que él y sólo él, llevaba Tinta en la Sangre…
*Homenaje póstumo a Erasmo Salinas Pérez Ex Subdirector del Periódico El Mañana de Reynosa por más de 40 años. Reportero, editorialista y entrañable Amigo, descanse en paz aprendido el arte de su profesión. Esa tarde escribía como loco,
mientras una estela delgada de humo blanco azulado se elevaba sobre la Sala de Redacción que a esas horas de la noche, repleta de reporteros y fotógrafos, parecía un salón de baile.
Y fue precisamente uno de ellos quien se acercó para mostrarle
las pruebas impresas en blanco y negro de la gira del Presidente, para que él mismo eligiera las fotografías que acompañarían la “nota de ocho” y su Reportaje.
Erasmo tomó una lupa del cajón del escritorio para analizar cada una de las imágenes, quería ver a detalle, las expresiones en los rostros de los políticos, de los líderes y los hombres y mujeres del pueblo, que se volcaban para recibir al Mandatario.
A veces esos pequeños detalles arruinaban la nota, y él lo sabía. Minucioso y pulcro no sólo en el vestir, sino en cada uno de los actos de su vida, había aprendido que
en el ejercicio del Periodismo, una buena imagen dice más que mil palabras.
Se quedó pensando uno instantes, para luego seleccionar tres fotografías. No eligió las clásicas del corte de listón, esa iría en la portada del diario. Para su reportaje eligió las que mostraban al Presidente y al Gobernador en mangas de camisa, abriendo las compuertas de la presa para que el líquido fluyera hasta los canales de riego…
Las otras dos imágenes eran de la gente del pueblo, de los agricultores y comerciantes, de las amas de casa, los jóvenes y niños, aglutinados ahí esperando saludar al Presidente.
Dos fotografías dónde podían escucharse claramente la voz de las multitudes, en aquel ensordecedor retumbar de tambores y matracas. Dónde podía percibirse, el olor a pueblo, a algarabía y fiesta.
Como quien da una bocanada frontal, exhaló el humo de su cigarro, que había contenido para no dejar escapar las ideas de su mente. Esas dos imágenes prendieron como chispa, para darle la idea, ese toque final con que solía rematar sus reportajes.
Ahora pasados los años, los dedos se le crispaban cada vez que tocaba con precisión el teclado de la computadora, que colocada en su modesto escritorio, del tercer piso del Periódico, que durante más de 40 años fue su segundo hogar. Ya no escribía sólo analizaba, revisaba y palomeaba, las notas que cambiarían el rumbo de la historia.
Sin embargo ni sus éxitos profesionales, podían contener el incesante hormigueo de sus dedos, que estaban ahí, para recordarle día tras día que él y sólo él, llevaba Tinta en la Sangre…
*Homenaje póstumo a Erasmo Salinas Pérez Ex Subdirector del Periódico El Mañana de Reynosa por más de 40 años. Reportero, editorialista y entrañable Amigo, descanse en paz
POR JUDÁS MIRAFUENTES