Aunque parece nuevo, el término micro machismo que conjugó el psicólogo Luis Bonino por vez primera desde los años noventa, hoy está en boca de todos por un nuevo estudio publicado en este 2020 por Claudia de la Garza y Eréndira Derbez, con el título “No Son Micro Machismos Cotidianos”, un libro que ilustra los modismos de los hombres hacia las mujeres, que en realidad constituyen la violencia blanda que sostiene “un problema enorme” y que da pauta para violencias mayores.
Como tantísimas otras actitudes varoniles, estas se pueden disfrazar de cortesía, pero son la base fuerte y poderosa que sustenta la misógina y el machismo exacerbado que da pie a los maltratos psicológicos, emocionales, físicos, sexuales y económicos, y que se normalizan porque son prácticas arraigadas y hasta legitimadas en nuestro contexto social.
Algunos especialistas señalan que los mirco machismos provienen casi siempre de la pareja, pero las autoras del nuevo libro también documentan que sucede en el ámbito familiar, público y social, en lugares de trabajo, de estudio o en espacios de convivencia. Son muchos las formas verbales para presionar a la mujer desde el poder patriarcal, con el fin de imponer dominio y superioridad.
“En lugar de abortar, mejor cierren las piernas”, “Estas loca, viste mal, estas exagerando”, “Sonríe ¿Qué te pasa? ¿Te está bajando?”, “Ya andas de feminazi”, “Es que tienes mala actitud”, “Está bien que protesten, pero sin gritos”, “Calladitas se ven más bonitas” estas frases son algunas de las ilustraciones que pretenden visualizar las conductas de los hombres que dañan grandemente la autoestima y el desarrollo pleno de las mujeres.
Las acciones o comentarios que pasamos por alto todas las mujeres todos los días, no dejan huella física, pero cosifican y nos hacen más vulnerables, de ahí la importancia de divulgar esto que por años se ha visto como bien, pero que no nos deja nada bueno, más que frustración y enojo.
Las autoras, académicas, historiadoras e ilustradoras de los viejos y nuevos “micro machismos”, han dicho en sus entrevistas que el libro parte de sus experiencias personales y de estudios de género e investigación social.
La narrativa bastante coloquial y la ilustración refuerzan lo que todas vemos como “normal” desde niñas, y desde que inicia el día, primero cuando los padres te eligen los juguetes por género, tu no vas a patear un balón, jugaras a las comiditas; luego cuando la pareja te dice “no te vas arreglar” como si una estuviera descompuesta; en la calle miradas que acosan y los piropos que enojan, pero debes callar; en el ambiente laboral, la situación se pone peor, el jefe te ve seria y te recomienda que “sonrías”, no se lo recomienda a sus pares varones, pero sí a las mujeres porque serias no se ven “guapas”, te habla sin escrúpulos y al final del día eso te hace sentir culpable, porque no fuiste agradable y no lograste fingir ser dulce, infantil, tierna como te lo pedía.
Los machismos cotidianos no nos dejan “un ojo morado, ni son una violación sexual, tampoco son un feminicidio”, son todas esas actitudes de ellos que normalizamos y pasamos por alto, son sutiles y se perpetúan con la creencia de que los hombres son superiores a las mujeres, son “un problema estructural que incide en la sociedad en todos los niveles, mantienen un orden social desigual en el que los hombres tienen la posición de dominio sobre las mujeres y las disidencias sexuales”.
No estamos histéricas, ni locas, enojadas sí, hartas de machismo y la misógina de la que se tiene que seguir hablando, para que no se mantenga como normal.