SAN FERNANDO, TAMAULIPAS.- Luego que a su esposo lo secuestraron el 15 de septiembre del 2012, Carmen Ramos Pérez, se ha dedicado a tocar puertas y recorrer caminos y veredas que rodean a San Fernando.
Justo a las 2:00 de la tarde, su esposo estaba en su negocio de lavado de interiores de coches, cuando hombres armados llegaron a bordo de una camioneta y lo secuestraron; no le pidieron rescate, nadie habló, ya no supo más de él.
Desde ese día, la madre de dos jóvenes, se ha convertido en activista y desde entonces, anda en “pie de lucha”, tocando puertas y exigiendo a las autoridades que no dejen de buscar a su esposo, ya que ella no deja de buscarlo.
A ocho años del secuestro de su esposo, tiene la esperanza que su esposo, Jesús Leal , esté vivo; hace un año, recuerda, en una página de Facebook de personas desaparecidas, puso la foto de él y su teléfono, para pedir información para dar con su paradero.
A cinco minutos, explica, comenzó a recibir mensajes desde un número con lada de Reynosa, que le aseguraban que estaba viv; como prueba, le dieron fechas especiales que sólo él podría conocer, cumpleaños de sus hijos, de ella misma, aniversario de bodas.
Le pidieron 40 mil pesos a cambio de entregarlo, pero ella con más valor que miedo, les ofreció un millón pero pidió que la entrega se realizará bajo sus condiciones, desde entonces la comunicación se interrumpió y nuevamente el silencio.
Con nuevas pistas, acudió a Matamoros para ampliar su declaración, sólo para comprobar que sobre el expediente de su esposo, nunca se realizó una sola diligencia, ni investigación para dar con su paradero.
En el pueblo, dijo, la tranquilidad dura dos o tres días, luego, se vuelven a escuchar noticias de personas que se llevan, “han desaparecidos señores, jóvenes, niños, ahora el más mencionado es Lucianito Leal de materiales San Antonio”.
Pero no es el único, platica que recientemente se han perdido tres niñas de entre 14 y 16 años, “y dos niños más de las mismas edades. No se ha sabido nada de ellos, hace dos meses que empezaron las desparaciciones de menores de edad”.
Tener un familiar desaparecido, dice, es un infierno, “es una cruz que estamos cargando y nos preguntamos día a día, ¿por qué?, si ellos no estaban mal. No le hacían daño a los demás, ¿por qué nos pasó esto?”
Carmela recuerda una historia reciente con final feliz para una familia en San Fernando, el pasado domingo 16 de agosto, relata, en el llamado Paso Real, secuestraron a un joven, pero, su familia se movilizó, se activaron retenes en carreteras y caminos para buscar al secuestrado, “Mis respetos para la Federal; en ese rato, recuperaron al muchacho y mataron a los delincuentes”.
A ocho años del secuestro de su esposo, Carmela tiene todos los documentos importantes de su familia en una maleta, “sí encuentro a mi esposo con vida, que Dios quiera, allí se queda todo. Yo tengo todo en un maletín, actas de nacimiento, CURP, hasta fotografías”.
La fe y la esperanza, dice, es lo último que muere, “el día que yo lo recupere, agarro el maletín y pido asilo político, dejo todo, con la ropa que traes a dormir en el suelo, como sea, pero estar la familia unida, tengo años que tengo mi maletín, de documentos, fotos, porque no pienso dejar ni fotos para que nos alcancen y nos lleguen a matar más allá”, dijo.
Por Perla Reséndez