Los mariachis callaron, las fiestas típicas mexicanas ya no volverán a ser igual, se innovó en el formato cívico y presenciamos una nueva era, poco más seria, rindiendo homenaje a héroes y heroínas que forjaron la nación, sin tanto dispendio, ni estrellas invitadas, menos cenas de lujo en los palacios, tampoco hubo las aglomeraciones en el zócalo y demás plazas públicas. Se dio paso a una serie de actos protocolarios, sobrios. El del presidente inició con un minuto de silencio por los más de 71 mil muertos de la pandemia en territorio mexicano.
Sin embargo, como cada gobernante le imprime su sello, como cada cual que ha hecho vibrar la campana en la celebración patria, le pone de su cosecha y ronco pecho, no sorprendió el cambio de arengas de Andrés Manuel López Obrador, los 20 ¡vivas! para animar el fervor patrio, primero como es debido, los nombres heroicos, luego los políticos. ¡Viva la fraternidad universal! ¡Viva el amor al prójimo! ¡Viva la esperanza en el porvenir!
Y en el cabalístico número trece de la lista de arengas ¡Viva la igualdad! También gritó por la libertad, la justicia, la democracia, pero al enunciar “igualdad” me vino a la mente la lucha de las mexicanas, que como en guerra contra el sistema opresor, se mantienen en guardia, clamando justicia, libertad e igualdad de género.
Quizás el presidente desde el balcón de Palacio Nacional se refería a la igualdad de clases sociales, pues ha demostrado más de una ocasión que no tiene en mente a las mujeres, ni siquiera en el léxico.
En su lenguaje popular opta por expresarse al “pueblo que es sabio” y le escucha, pero no dirige su palabra a las mujeres, que él no escucha. Mientras casi todo México festejaba un día más del inicio de la independencia y a 210 años de la gesta histórica, las colectivas de mujeres en distintas partes del país se siguen manifestando, por distintas causas, todas dolorosas, los feminicidios, las desapariciones, las violaciones, el acoso sexual, el digital, la violencia institucional, la de casa, la desigualdad social por género, en todas sus expresiones.
Una noche antes, de la celebración desde el poder, más de 300 mujeres gritaron sus propias arengas en la “okupa” Casa Refugio Ni Una Menos, en la sede de la CNDH, con rabia volvieron a pedir un alto a la violencia feminicida, que la patria les reconozca como víctimas y que exista un pleno reconocimiento por parte del Estado de la violencia contra las mujeres.
Este 2020, todo tiene inédito, así como se cambió el formato de las fiestas patrias, se visualizaron destacadas mujeres que por vez primera participaron como pilotos en los espectáculos de la conmemoración histórica y de igual forma muchas médicas y enfermeras fueron reconocidas por su valor al estar en la primera línea de batalla contra el Covid 19.
Y aunque aún no se pueda proclamar la igualdad de género a plenitud, la marcha de las mujeres, significa que, pese al sistema, se esta avanzando.