Aparentemente, en México se percibe que existen condiciones para una apertura progresiva de las actividades económicas no esenciales, debido a que se ha observado una reducción en los casos de contagio por COVID-19. Con la apertura de las actividades desde julio, se ha observado una ligera recuperación económica. Si bien en varios estados se mantienen restricciones para la apertura de actividades económicas no indispensables, en la mayoría de los estados, estas restricciones se han relajado y han permitido detener la caída de sus economías.
Según cifras del IMSS, el empleo formal desde el mes de julio muestra un crecimiento. También las estadísticas de empleo del Inegi señalan que se ha recuperado alrededor de 25 por ciento del total del empleo perdido. En la medida que sigan abriendo las actividades no esenciales, se tendrá una mejora en el empleo. Lo que hay que destacar es que el mercado no ha reaccionado en la proporción que podría esperarse. Por ejemplo, en el caso del empleo formal, se perdieron alrededor de un millón de empleos, y con una apertura de alrededor de 70 por ciento de las actividades económicas, se ha tenido una recuperación de alrededor de 90,000 empleos formales, es decir, no se alcanza ni 10 por ciento del empleo perdido.
La expectativa por la reapertura económica consideraba la posibilidad que existiera un efecto rebote, si bien, resultaría complicado pensar que se regresará a niveles de febrero de este año, si al menos se consideraba que se tuviera un efecto rebote de 50 por ciento, lo cual no ha sucedido. Esto pone en tela de juicio el argumento de que los mercados se autoregulan, y por el contrario salta a la vista la enorme necesidad de una intervención del estado para restablecer el equilibrio.
Estamos entonces en una disyuntiva en este proceso de recuperación económica, en donde el modelo de libre mercado no resulta suficiente para hacer que la economía se reestablezca. Pero al mismo tiempo, este modelo de libre mercado se encargó de construir gobiernos débiles e incapaces de intervenir en la economía con el propósito de que no generara distorsiones económicas. De esta forma, hoy en México contamos con un estado endeudado y con limitadas fuentes de ingresos.
Bajo estas condiciones económicas e ideológicas, se debe discutir la manera en que se deben tomar las decisiones económicas, considerando a todos los agentes que participan en el mercado bajos la premisa del fortalecimiento de las cadenas productivas en los diferentes sectores y de la responsabilidad social que pretenda garantizar una mejor distribución de los recursos y un desarrollo más equitativo. Para lograrlo, se requiere de un gran pacto nacional, en donde se establezca en el centro de la negociación la cooperación entre todos estos los agentes para garantizar la producción nacional. Y hago mención a esto debido a que estamos ante la posibilidad de enfrentar la peor crisis económica y social que se haya afrontado en el mundo, debido a que existe el eminente riesgo de nuevamente cerrar las actividades económicas no esenciales, como consecuencia del rebrote de COVID-19 que se presenta en Europa, según datos de la Organización Mundial de la Salud. Usted ¿qué piensa?
POR JORGE ALBERTO PÉREZ CRUZ