El partido Morena como primera fuerza política actual se va a decantar en estos días en dos vertientes: su homenaje al presidente Díaz Ordaz que reprimió a estudiantes en el movimiento estudiantil en la represión que marcó el principio del fin del PRI y el juicio popular contra los expresidentes del periodo neoliberal 1988-2018 con o sin la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
En el primero caso todo indica que el método de las encuestas llevará a la presidencia de Morena al político priísta –y luego caldo de cultivo de todas las fuerzas políticas– Porfirio Muñoz Ledo, quien inicio su carrera política en 1969 con dos discursos de exaltación a Díaz Ordaz por su papel autoritario ante el movimiento estudiar antiautoritario, que fue abatido en la refriega del 2 de octubre en Tlatelolco.
Los dos discursos de Muñoz Ledo en 1969 –se pueden leer completos en (http:// www.indicadorpolitico.mx/?p=83098)– formaron parte del grupo político de Luis Echeverría, secretario de Gobernación en 68 y luego presidente de la república.
Del discurso de glosa del V informe de Díaz Ordaz donde asumió la responsabilidad de la represión del 68, Muñoz Ledo lo exculpó así en septiembre de 1969: Díaz Ordaz dijo, reiteradamente, que ninguna presión obligaría al gobierno a “mediatizar la soberanía de la nación” y, podernos añadir con justicia, que no permitió tampoco que se deteriorara la autoridad que el Estado ejerce sobre lo intereses particulares que componen la comunidad mexicana.
Con esta intención ha dicho que “ningún grupo, ningún sector, ninguna clase tiene el derecho de imponerse a los demás. La voluntad mayoritaria del pueblo mexicano es la que decide”.
En ejercicio de ese mandato, el Poder Ejecutivo tomó sus decisiones y la responsabilidad que asume, es —al mismo tiempo— la reafirmación de la soberanía externa del Estado y de la supremacía del poder público en el interior del país.
Las ideas políticas de los mexicanos de hoy a las que alude el presidente Díaz Ordaz se compendian en tres direcciones distintas: una la encarnan quienes suponen que “el mañana priva hoy” y piensan que la ruptura de nuestras instituciones jurídicas y políticas nos permitirá acceder a otro tipo de sociedad, que algunos han ya prefigurado y cuya imagen otros no aciertan a concretar.
Otra tendencia está representada por quiénes obtenido mayor participación en el progreso y en los frutos del esfuerzo nacional. Estos grupos —que tal vez no excluyan a miembros del sector público carentes de vigor revolucionario— esperan que sea preservado el Poder Institucional de la República.