Si una fecha es suficiente para cambiar el estado anímico de las personas, esa es la Navidad. El 24 de diciembre, día de la Natividad como algunos llaman al origen del cristianismo y de nuestra era. Desde antes buscamos la fecha en el calendario y la encontramos. Contamos cuántos días faltan para anunciarla con todos los regalos sin que falte el árbol y el intercambio de regalos. Esta vez sin posadas y sin grandes reuniones familiares.
De cualquier modo se hace lo necesario. Hace días en ciudad Victoria alguien puso el primer árbol. Nadie supo quién lo hizo. Ni él mismo supo que fue el primero y lo subió al Facebook y con eso tuvo. Eso fue en noviembre. Hoy en día la ciudad se poblo de símbolos navideños, principalmente en los comercios que le invierten para mejorar sus ventas, aunque no siempre sus ofertas.
Las casas comienzan a parpadear en cuánto oscurece y en el techo un Santa Clause de plástico inflado hasta el desmayo nos mira sujeto a un cable de electricidad. Los semáforos se confunden con los colores de las luces que se mezclan y forman figuras magníficas inexploradas por los dibujantes.
Desde ahora comienzan los recuerdos y las añoranzas de los más viejos, las ansias de los jóvenes y la esperanza de los niños sobre un gigantesco trineo que vieron en el centro. El clima aporta su frente frío con viento que llega hasta los huesos y enfría los tamales. Hay que comerlos rápido a grandes zancadas y de un sólo trago.
La fogata imaginada en una vía de ensueño incendia los leños a propósito, para calentar las manos y los calcetines duros. Los productos ya traen diseño de Navidad en las cajas y en los sellos, en los paquetes de envío. Los suéter son verdes preferentemente, el gorro rojo con motita blanca y cabellera larga.
La camisa de franela y el pantalón de pana gruesa. En la puerta pareces un árbol de Navidad que se mueve por la casa. Con todo se buscan los villancicos digitales y de envían a un amigo del grupo con los buenos deseos. Todavía falta mucho. No importa porque se tienen miles de amigos. Todos viendo A ver qué posteas. Si fuiste a Haway o lo soñaste. En el árbol van los regalos que se acumulan mientras tanto.
Buscas el tuyo entre los de la gente, muy despistado, encuentras un objeto no muy pesado, será una tele, un Xbox, un perfumote, nombre es un gorro de estambre como el que tienes, esperabas ver una bici de carreras.
Muchos niños preguntan si Santa Clause existe, claro que sí. Pero no falta el niño que lo desmiente. Así es esto. Habrá que esperar hasta el 24. Vendrá gente que hace mucho no vemos, de otra ciudad, de Estados Unidos acaso. Más colorados y cachetones, más viejos o más jóvenes, hablando spanglish desde una troca verde con llantas grandísimas.
La tradición aún soporta en terracota la tradición de los nacimientos en los jardines o en las salas de algunas casas. Se han quebrado los mejores borregos cimarrones de esa vajilla y los nuevos son más flacos. En una carta se puede pedir lo que sea. En un papel trozado con los pequeños dedos, sobre un sol grande o con nieve.
En medio de un garabato se pide un deseo y se cumple. Sin embargo pronto en lo que cierras los ojos será Navidad y luego año nuevo. Por hoy se escucha la voz de santa gritando Feliz Navidad a todos, espere, todavia falta mucho. Y levanta la mano en señal de saludo. A nadie diré que vive por mi barrio y le saludo con el mismo entusiasmo de todos los días. HASTA PRONTO.