11 diciembre, 2025

11 diciembre, 2025

EL TIEMPO ESCAPA POR UN AGUJERO DE LA CASA

CRÓNICAS DE LA CALLE / RIGOBERTO HERNÁNDEZ GUEVARA

El año tan corto y a la vez tan largo. Es tan corto como el cuerpo que cambia y el conocimiento madura. El tiempo es largo cuando ocurre y corto como decirlo en un segundo cuando es pasado. La memoria almacena acaso dos cambios de ropa, un par de miradas a los ojos bonitos, un plato de arroz sobre la mesa. Nadie escribe lo que dice, las frases se van volando sin regreso. Si vuelve, es otro, distinto clima con otras cobijas.
Si en el mar el tiempo es agua, lo es todo, y dicen que no existe sólo porque pasa y no pasa. Sólo nos moja y nos llovizna.
El año efímero es pasado y la espera del próximo es larga hasta que le vemos la espalda. Un sueño puede durar un año en lo que despertamos. Apenas dices 2019 y ya es el 2020, casi el 2021. No sigas preguntando porque el año escucha y huye por los agujeros de la casa.
Esperas unos minutos y el tiempo se complace en volverse interminable, se acaba el día y todo pasa y nada. Pasó por la calle sin darnos cuenta. Preguntas la hora y son las mismas de ayer. No sabes realmente en qué día estamos.
Alguien preguntó por ti ayer y esperó la repuesta todo el año. Ayer fue ayer. Eso es muy extraño. Nadie te vio envejecer en el mundo y para todos eres el mismo. Con el tiempo se arma un reloj de los que se atrasan, ya casi no hay de esos engranajes espectaculares, perdieron su lugar en el espacio. Hoy son digitales y se observan de reojo. El reloj es tan tímido y evitable como una página.
Al finalizar el año haces un recuento alegre y ocultas otro, no puedes evitarlo. Tomaste notas de algunas fechas, pero sin anotarlas tardarás años en borrar el número exacto de cuando saliste de la escuela, cuando te tropezaste con aquella muchacha.
Por si fuese poco ahí tienes los meses contado, como los apóstoles. Son doce hasta el apocalipsis de Diciembre; el día 31 ya en agonía mira como el otro año entra por la ventana y no puedes meterle el pié, impedir que se meta como Juan por su casa y te levantaste tarde.
Somos un año con principio y fin, nos cuenta lo que fuimos el primer día soleado trepando a un árbol. Y en la noche bajo los faros creces con todas las cosas que es igual si no son tuyas y son las propias. Porque tuyo es lo que viste y aún recuerdas.
Las imágenes cambian pero hay fijación en la mirada y el color azul se matiza y se repite en el cielo. Abajo de los sombreros el tiempo avanza descalzo, en el polvorín del patio trasero, con un palo en la mano, un martillo, un pañuelo y un algodón de azúcar para los niños.
Pasó el año y estás feliz. Esperas al que sigue con la palabra que te hace reír junto a un gran pino. Sabes a las ausencias, sabes a la sal y al azúcar morena,
al año que siempre será en tu existencia aunque los números digan otra cosa.
El tiempo existe hoy de todas maneras en la víspera navideña. No hay posadas con el covid, de igual manera la Navidad se anunció desde los aguinaldos, desde el día que sales de vacaciones y en las puertas hay velas y coronas que se apagan y se encienden.
Que le vaya bien al tiempos en su pueblo. Aquí adentro traemos los brazos para abrazar, las manos como tocando el fondo de los ojos grandes, el otro tiempo, el que guardamos con mucho cariño para las personas que amamos.
HASTA PRONTO.

POR RIGOBERTO HERNÁNDEZ GUEVARA

Facebook
Twitter
WhatsApp

DESTACADAS