Difícil proceso electoral el que está en marcha y que ha de culminar más o menos a mediados del próximo año. Difícil no por la confrontación entre candidatos y partidos, sino por la situación sanitaria que afecta seriamente a la república. En este sentido es evidente que nos acercamos a una crisis de consecuencias no imaginadas.
Y es que los reportes cotidianos de las autoridades no producen optimismo alguno, por el contrario, es un conteo de muertos y contagios que hacen temer lo peor…y lo peor está a la vuelta de la esquina. Ahora no existe más esperanza que la vacuna que todavía la vemos lejos, con todo y la promesa de que iniciará su aplicación antes de finalizar diciembre, no para toda la población porque es imposible, pero sí para quienes más la requieren por estar en la primera línea del combate contra la pandemia, y despuesito para los más vulnerables.
El medicamento apenas llega, “no tarda”, nos dicen, en tanto se implementa la estrategia de este gran operativo que pretende la salvación de millones de vidas. Pero no será de inmediato, hay que cumplir protocolos internacionales, adecuarse a los planes de los laboratorios que descubrieron el tesoro que significa su comercialización, y además competir con los países que por su desarrollo económico “tienen mano”, frente a otros como el nuestro, que con esfuerzo distraen lo necesario para adquirir el producto. Como siempre, primero los ricos y después el resto. Nos venden unos cuantos miles de dosis y el resto queda pendiente, sujeto a la producción y a la demanda.
El negocio ante todo, siempre prioritario en un mundo controlado por el dinero donde el género humano es simple mercancía. No es alentador el escenario en México. Las últimas informaciones señalan que la saturación de hospitales es inminente. No solo en las ciudades de mayor importancia, sino hasta en otras menores donde el descuido ciudadano y la impotencia oficial han reducido las expectativas de salvación.
Cierto es que algunas entidades se salvan por ahora, debido al mandato de los colores de un semáforo que no sabemos si es útil o solo sirve para encubrir la realidad. Lo que es innegable es que nos acercamos a una tragedia capaz de posponer cualquier tarea oficial programada. Por ello le digo que son tiempos difíciles para el proceso electoral en marcha.
Al respecto el columnista opina que todo el esfuerzo republicano debiera inclinarse a combatir el virus. Hacer a un lado lo circunstancial para ocuparse de la grave situación que nos afecta. Utilizar por ejemplo, los casi 8 mil millones de pesos que los partidos echarán a la basura el próximo año, e invertirlos en la adquisición de medicamentos y equipos sanitarios…¿por qué despilfarrar en campañas donde la sociedad siempre pierde?. Pero bueno, ya sabemos que renovar autoridades en tiempo y forma es un mandato institucional que hay que cumplir así se caiga el cielo, esto incluye la manutención de aventureros que en la política encontraron la mejor forma de practicar el ocio a nivel de perfección, con altas posibilidades de lograr riqueza pronta y expedita.
Unir esfuerzos en estos momentos es lo deseable. Olvidar por ahora las diferencias e intereses partidistas para integrar un frente común que mucho agradecerá la república. Guardar los tambores de guerra y combatir al enemigo invisible con todo el poder de la solidaridad. ¿Hacer política en estos días cuando la vida está en peligro?. Es una aberración porque todos vamos en el mismo barco y nada será más importante que salir con bien de la tormenta. Pero además, ¿qué clase de campañas harán los candidatos en una situación como la que padecemos?.
Ni modo de convocar a actos masivos, a mítines callejeros, ni siquiera a reuniones familiares. Tampoco podrán ir por la calle saludando a diestra y siniestra, menos podrán cargar niños, acariciar a ancianos o conversar con obreros y campesinos ni tan siquiera para la foto. Todo tendrá que ser virtual y ya sabemos que la tecnología se rige por un “clic” que en asuntos de política puede significar el triunfo o la derrota.
La pandemia también conlleva el riesgo de votar por fantasmas. Y como los candidatos no se mostrarán por los conductos acostumbrados, serán ignorados por la ciudadanía a pesar de las promesas multiplicadas por las condiciones en que serán emitidas. Si no son creíbles cuando surgen a cielo abierto y de frente a los votantes, menos lo serán en circunstancias controladas por el capricho cibernético.
¿Qué clase de candidatos nos promete el encierro obligado?. Acaso cibernautas a los cuales les dará lo mismo aparecer en Transilvania que en el pueblo más extraño del desierto donde apenas acaban de instalar internet por obra y gracia de la 4T.
Candidatos que no serán de ninguna parte, que no contraerán compromisos ni obligaciones, porque serán producto de la locura tecnológica que condiciona la permanencia en el sistema solar. De manera que no merecemos, que además del coronavirus, debamos soportar campañas de políticos cuyos objetivos no van más allá que los de su propia persona.
En opinión del columnista, es hasta criminal cuando en las semanas y los meses que se avecinan, apenas habrá tiempo para salvar nuestras vidas. Si es que las salvamos, si no, pssss no. DORMIR CON EL ENEMIGO ¿Qué hace Ricardo Monreal en la 4T?. Salvo crear conflictos y originar ataques contra AMLO, creo que nada más. Recién lo hizo al manipular la mayoría senatorial a favor de la reforma a la ley del Banco de México.
Y lo hizo con alevosía, sabedor de la polémica que despertaría y la desaprobación de quienes alertaron sobre la ilegalidad en que caía la institución al prestarse, no solo al lavado de dinero, sino al desprestigio del supremo gobierno.
La iniciativa ya aprobada, fue enviada a la cámara de diputados, donde para fortuna, será analizada hasta el próximo año. Hay tiempo entonces para enmendar el error escuchando a los especialistas que sin ser neoliberales, están ciertos del perjuicio que causaría a la economía nacional, si persiste el acuerdo del senado. No es la primera vez que Monreal incursiona en asuntos que ignora.
Recordéis que una de sus primeras tonterías fue poner en predicamento a AMLO mediante la amenaza de desaparecer las comisiones que por diversos conceptos cobran los bancos, donde por supuesto, las mafias nacionales e internacionales protestaron con todo el poder a su disposición, incluidos los medios de comunicación adversarios de la 4T. Monreal abusa suponiendo que la soberanía del senado implica ir contra el interés de la república.
Tal vez considera que ello le otorga medallas que acrediten su ambición presidencial, cuando la verdad es que suma desconfianza de quien sin duda, influyó convirtiéndolo en protagonista de la política nacional. Sea como fuere, con estas actitudes Ricardo Monreal cada vez se aleja más del insano propósito de suceder a AMLO…muerde la mano de quien lo sacó del ostracismo y así, pos nomás no.
SUCEDE QUE
Por inútil y creído, “el bronco” Jaime Rodríguez tiene al magisterio neolonés en pié de lucha en su contra. Sea que “salió vano”, como dicen en el rancho. ¡Ah, pero lo hablador no se le quita!. Y hasta la próxima.
