Los dichos populares refieren que a todo se acostumbra uno, hasta a lo bueno, pero también a lo malo, hace apenas un año nos llegaban las primeras noticias de un nuevo coronavirus letal que emergió de China y rápidamente se extendió por todo el mundo y así continuó todo el año, en una curva ascendente de mortandad permanece contando más contagios y muertes. México casi rebasa la cifra de 150 mil muertos y Tamaulipas esta por alcanzar la cifra de las 3 mil 500 víctimas mortales, y ahora nos asusta una nueva variante del Covid19, que llegó a nuestra entidad.
Home Office o teletrabajo, Zoom, conversatorios y clases en línea, reuniones familiares en Facetime, maratones de Netflix y compras en internet, es nuestra nueva realidad, ya nos estamos acostumbrando a eso, pero al mismo tiempo nos abruman las malas noticias de más amigos, familiares o conocidos muertos por el contagio, más enfermos en los hospitales y más personas asintomáticas que deambulan conviviendo con el virus. Pero todo se está normalizado, estamos entrando a una etapa de resignación que conlleva al relajamiento de las medidas sanitarias y esto no está nada bien.
El humor bravío del mexicano nos recuerda que “de algo tenemos que morirnos”, que no le tememos a la muerte y que “cuando te toca te toca”, la cuestión hoy es no colocarnos en el tocadero.
Hace una década cuan-
do comenzaron a contar los muertos de Calderón, todos los días las cifras daban miedo, hasta que mediáticamente las invisibilizaron y esas estadísticas se volvieron nota cotidiana; también ha pasado con la violencia de género
y los feminicidios que son temas constantes y por tanto normalizados; ahora el conteo es por la emergencia de salud mundial, por los contagios y fallecimientos relacionados al coronavirus, que desde su inicio se alertó de proporciones mayúsculas, una pandemia inédita en este tiempo que pronosticaba llegar a las cien mil familias enlutadas y pronto se superó la estimación y ahora nos dicen que lo peor apenas está por venir.
La vacuna, que está muy lejos de estar disponible para población abierta y que a cuenta gotas se estaría distribuyendo en este año por principio a personal médico, personas vulnerables y adultos mayores, no es la panacea, ni siquiera existen garantías de que al final del año las dosis alcancen para todos.
“Este incendio del virus va a continuar hasta que extingamos el fuego” explica Michael Ryan de la OMS, y con algo de escepticismo nos urge a apagarlo, necesitamos aplacar el calor de esas llamas. “Podemos hacerlo aplicando medidas individuales, colectivas y gubernamentales. Tenemos las herramientas. Las vacunas proveerán una gran oportunidad de salvar vidas y a la larga de acabar con la transmisión, pero ese día no ha llegado todavía y necesitamos ganar tiempo, ganar tiempo para salvar vidas”.
La mayoría de los habitantes de este planeta seguimos siendo susceptibles al contagio, “ninguno de nosotros es excepcional y cuanto más podamos romper las cadenas de trasmisión y detener el virus nosotros mismos, más evitaremos casos graves y muerte trágicas”
En nuestras manos están las herramientas individuales para detener la pandemia, el distanciamiento físico, el uso adecuado y permanente del cubre bocas, el lavado frecuente y óptimo de manos, no acudir a eventos sociales y continuar el aislamiento en casa.
Seguimos en emergencia, la pandemia no ha pasado, no normalicemos el virus, los contagios y las muertes.
POR GUADALUPE ESCOBEDO CONDE