¡Tenía que ser mujer! Tal exclamación la escuche por vez primera cuando iba yo al volante, algún compañero de escuela hacía referencia a las impericias de una mujer al conducir su automóvil. Todavía algunos hombres espetan esta frase para exclamar peligro ante las mujeres al volante. INEGI y la Asociación Mexicana de Seguros en México coinciden en las estimaciones que indican que, en el 75 por ciento de choques, la responsable es mujer, el 15 por ciento los hombres, esto a pesar de que la incidencia de los percances automovilísticos en los varones es por manejar en estado de ebriedad o a alta velocidad, en las mujeres es por las prisas y falta de visibilidad. Aquí,
en defensa del género y por experiencia propia, podríamos acotar que en general todos los autos, a la mayoría, nos quedan grandes, es un batallar adecuar el asiento, los retrovisores, el volante y los tacones, ya que todos los dispositivos están planificados por y para los varones, es un hecho que la ingeniería automotriz toma maniquís masculinizados para establecer sus patrones de confort y seguridad en cada carro, no están diseñados por y para ellas.
Ni siquiera las camionetotas, que hoy se comercializan como familiares y se publicitan para que la mujer se sienta empoderadas al llevar a sus hijos a la escuela, se han fabricado con las medidas de ellas.
Las sillas ejecutivas, son ergonómicamente diseñadas para ellos, los escritorios, también. Los trajes espaciales contienen características propias para el sexo masculino. Las bicicletas; las podadoras para el jardín, los asadores (aunque las mujeres armen todos los complementos de la carnita asada) y así una larga lista de herramientas cotidianas que le facilitan la vida al hombre y a la mujer se la complican.
El Papanicolaou, que salva vidas del cáncer cérvico uterino, es doloroso, costoso y hasta penoso para la mujer, fue invento de un médico griego del que se toma su nombre, también la prueba de mastografía, para prevenir y detectar el cáncer de mama, es creada por un galeno hombre.
Todo esto viene a cuenta porque necesitamos más científicas, investigadoras e inventoras que con base en la ciencia, nos provean una vida más igualitaria. Las mujeres ya no tienen que comprobar que son capaces “está demostrado que podemos desempeñarnos en la ciencia o en cualquier otra disciplina, pero mientras no cambie la estructura será más difícil que surjan más mujeres científicas” opina la física y astrónoma Julieta Fierro.
El pensamiento, conocimiento y mano de las mujeres es vital para cambiar el curso de la ciencia que a lo largo de nuestra evolución desarrolla inventos, casi, exclusivos para las manos de ellos.
Antes de la pandemia, solo el 30 por ciento de investigadores en el mundo eran mujeres, ahora se teme que las científicas que estaban realizando sus proyectos pudieron interrumpirlos para atender a su familia en medio de la paralización del mundo por la crisis sanitaria, otras que estaban en su carrera ascendente también se verán afectadas y la brecha de género en el sistema científico se acrecentará.
Por ello se pide a las naciones y a las sociedades estimular la participación de las mujeres y las niñas en más disciplinas, especialmente en campos que antes estaban solo destinados
a ellos, por prejuicios y estereotipos de género, como las tecnologías de la información, las comunicaciones, matemáticas, estadísticas, ingenierías y construcción entre otras.
Por cierto, lo confirma la ciencia, por el Covid 19, se ha evidenciado el importante papel de las mujeres investigadoras en las pruebas y alcances de las vacunas contra el virus.
POR GUADALUPE ESCOBEDO CONDE