“Te juro que siento que vivo una pesadilla, ya solo le pido a Diosito que nos mantenga con vida a mi y a mi niño”
Gloria
CD. VICTORIA, TAMAULIPAS.- Gloria trabaja como cajera en una tienda de autoservicio. Para ella, como madre soltera, la vida transcurre entre trabajar y criar a su pequeño hijo David, de solo 8 años.
Sus padres y su único hermano se quedaron en un rancho cercano a Ciudad Valles y ella emigró a la capital tamaulipeca en busca de mejores oportunidades de trabajo. El padre de su hijo simplemente desapareció cuando ella estaba embarazada.
Hace un año ella descubrió una nota que hablaba de un nuevo virus que se propaga desde China a otros países asiáticos y de Europa.
El suceso se veía tan lejano en aquel entonces: “China” – pensó- en el otro lado del mundo”.
La información del nuevo virus empezó a aparecer con mas frecuencia en las redes sociales y precisamente un 21 de febrero, Gloria leyó sobre la primera medida de confinamiento: Italia cerraba el acceso a varias regiones del norte.
Una semana después, exactamente el 27 de febrero, se detectó el primer caso de COVID-19 México.
Aunque fue algo impactante, ‘Yoyis’ trataba de conservar la calma ante lo sucedido. El mes siguiente el gobierno estatal decidió suspender la actividad escolar lo que vino a complicar su día pues Davidcito se tenía que quedar solo en casa y solo una vecina le echaba un ojo a ratos.
En las calles la gente empezó a usar cubrebocas y a comprar grandes cantidades de papel higiénico, gel antibacterial y desinfectante.
Luego llegó el confinamiento a la capital tamaulipeca. Los horarios de servicio en la tienda donde trabajaba se redujeron y las medidas sanitarias se endurecieron. Para Yoyis, oriunda de un rancho, le parecía surreal ver a los guardias de seguridad tomar lectura de temperatura, y aplicar gel anti bacterial a la entrada del negocio.
Una gran parte del personal de la tienda quedó en cuarentena, en especial aquellos de la tercera edad y embarazadas.
El temor a contagiarse se respiraba en las calles y sobre todo en los micros pues el aglutinamiento de personas continuó.
Un dia, el gerente de la tienda les comunicó a Yoyis y a sus compañeros que uno de los guardias había fallecido de Covid. El miedo se apoderó de la cajera a pesar de usar cubrebocas, guantes y careta.
“Todas en el trabajo estamos muertas de miedo, por mas que nos cuidamos siempre estamos con miedo a contagiarnos” comentó en alguna ocasión Gloria al Caminante.
Quince días después una compañera de trabajo se contagió y fue internada en el Hospital General, estuvo con oxigeno veinte días, pero logró restablecerse.
Pero lo peor estaba por venir. En septiembre Gloria recibió una nota que le alarmó el corazón: sus padres, Don Reynaldo y Doña Conchita se habían contagiado del mortal virus. El estado de salud de ambos se reportaba como delicado. Al cuidado de ellos estaba Rey Jr. pero en realidad los viejitos se hallaban totalmente incomunicados debido a su situación. De nada servía que Gloria se trasladara a ese municipio Huasteco.
Tras estar intubados una semana, ambos señores murieron, y diez días después les hicieron llegar dos frascos con sus cenizas. La mujer no pudo siquiera despedirse de sus papás.
Diciembre llegó y Yoyis, aún llorando la pérdida de sus padres, supo que uno de sus pretendientes, Raúl, se hallaba hospitalizado: el día 12 de ese mes, justo en el festejo Guadalupano que se había cancelado, el hombre murió junto con su señora madre. Dos pérdidas más.
Gloria renunció al trabajo en Victoria y regresó a Ciudad Valles para estar cerca de su hermano Rey Jr., quien se hacía cargo de su hijo David.
“Te juro que siento que vivo una pesadilla, ya solo le pido a Diosito que nos mantenga con vida a mi y a mi niño” confesó Yoyis al Caminante.
“No entiendo a estas personas de mi colonia, saben como esta la cosa y hay como cuatro posadas aquí en el fraccionamiento… gente sin conciencia” se quejaba Gloria y reveló que en su colonia ya se estaba presentando casos de Covid.
A finales de enero Gloria se contagió de Covid “siento que me lleva la chingada amigo, voy a tener que ir al Seguro… al rato te mando inbox y te digo como me fue” fue el último mensaje que el Caminante recibió.
Yoyis murió en Ciudad Valles por complicaciones respiratorias. Su muro de ‘Face’ se lleno de palabras de desconsuelo e imágenes religiosas.
La pandemia no se ha cedido, los contagios no paran y las despedidas forzosas seguirán. Cuídese mucho.
POR: JORGE ZAMORA
EXPRESO – LA RAZON