En la colaboración del miércoles, comenté que la mayoría legislativa que tiene el gobierno del Presidente López a través de Morena, el PT y el PES, había aprobado la iniciativa presidencial de reforma a la Ley de la Industria Eléctrica (LIE), lo cual representaba un retroceso en la vida democrática del país.
Y digo que significa un regreso porque los diputados votaron a favor de la propuesta enviada por López Obrador tal como él lo pidió, prácticamente ordenó, de que pasara sin contratiempos y sin que le cambiaran una sola coma.
Después de eso se acentuaron las críticas de especialistas del sector, empresarios, dirigentes privados y académicos, advirtiendo sobre los riesgos ambientales, de competencia y de encarecimiento de la energía eléctrica, en perjuicio de millones de usuarios y empresas nacionales.
Desde diversos flancos se ha pedido al gobierno federal en distintas ocasiones, que escuche, entienda y atienda las recomendaciones, la mayoría de las veces bien sustentadas, que recomiendan evitar tomar ciertas medidas que solamente perjudican en vez de beneficiar.
Hasta ahora, en los más altos círculos del poder en México se ha desoído a cuanta voz se alza para proponer, sugerir o comentar acerca de la necesidad de cambiar el rumbo en muchas decisiones que no tienen sentido.
El tema de la reforma a la Ley de la Industria Eléctrica sigue siendo debatido en diversos foros, por el impacto que va a tener no sólo en la imagen internacional de México, sino también el ánimo de los inversionistas extranjeros y nacionales que habían venido apostando por la generación de energías limpias y renovables.
El empecinamiento del régimen para hacer del uso de combustibles fósiles el principal insumo en la producción de energía eléctrica, se entiende por las ideas que impulsan desde los más altos niveles del poder presidencial y que son consecuentes con la política económica y energética que prevalecía en la primera mitad del siglo pasado. No quiere decir que sean las más adecuadas, en un momento en el que el mundo y vuelve la vista a los sustentable, al cuidado del medio ambiente y el combate al cambio climático.
Ayer, Bill Gates, uno de los hombres ricos del mundo sugirió al Presidente López que invirtiera más en educación que en petróleo, habida cuenta del beneficio que tiene la primera en el desarrollo y bienestar social de la gente, versus el impacto ambiental y la menor rentabilidad que en el largo plazo tendrán las energías no renovables.
También, el Departamento de Estado del gobierno estadounidense pidió al presidente López crear condiciones jurídicas de certidumbre y facilitadoras a la inversión privada en el sector energético, además de pedirle que escuche a las empresas que tienen preocupaciones por las implicaciones de la modificación a la Ley de la Industria Eléctrica, que los diputados aliados de la autollamada 4T aprobaron sin cuestionar ni analizar a fondo.
Dos llamados, el mismo día y de actores importantes, debieran ser más que suficientes para que desde el gobierno federal se atendiera la situación y procediera en consecuencia, a pesar de que la ley ya fue aprobada en la Cámara de Diputados y está pendiente de analizar en el Senado.
Como dice el dicho popular: “Al buen entendedor, pocas palabras”. El asunto es que lo difícil es tener en este caso, a un entendedor medianamente bueno.
CABEZA, UN DÍA DESPUÉS
Un día después del más difícil que haya tenido en los últimos 4 años, el Gobernador Francisco García Cabeza de Vaca se vio tranquilo y confiado.
Ayer estuvo en la zona conurbada, en donde tuvo reuniones privadas con empresarios, además de inaugurar y supervisar obras de infraestructura urbana y turística en Tampico y Madero.
García reiteró que se va a defender de las acusaciones que le ha hecho la FGR, insistió en que es víctima de una persecución política alentada desde Palacio Nacional y volvió a decir que se mantendrá firme en su postura de no someterse al gobierno federal.
Como sea que vaya a terminar el asunto, lo seguro es que los siguientes meses serán intensos en lo político y habrá consecuencias del enfrentamiento.
POR TOMÁS BRIONES