TAMAULIPAS.- El cigarro es lámpara que guía en la desenfrenada noche. Vamos en pos del cigarro y cuando lo arrojamos prendido al otro lado del camino vemos cómo se extingue en silencio, traicionado.
Desde entonces hay cosas que se resuelven a menos de un cigarro. El fumador sabe que en la ventana al ver la nada se antoja un cigarro. Por cada cigarro es una idea en el restirador, sobre un pequeño bar, en el hedor de la cantina de mala muerte, a pesar del tiempo suspendido entre el humo y el humor barato, se antoja más que nunca un cigarro.
A espera de la chava el muchacho no se apura mientras fuma un cigarro tras otro en retahíla. Hay cierta gloria en que esté prohibido. Acompañados del cigarro dos personas puedan conocerse sin muchas pretensiones. A cada rato un tabiro.
Un hombre está en la esquina y la historia sigue en su casa donde una mujer humilde lo espera. La noche cae como si nada, la gente ya siente lo que tiene qué hacer. Hay charlas nocturnas con historias de otros mundos más allá de la imaginación del pequeño público cautivo.
Entonces los brazos y las miradas sienten la soledad de un cuerpo sin un cigarro. Sin embargo nadie puede ir al otro lado del humo, sin ese otro yo que lo empuje a la muerte o que lo acobarde. Uno lleva esa otra forma de decir las cosas guardadas para en cualquier pared del barrio echarse un tabaco. Hay seres que tienen el alma para el conmovedor rito de echarse un cigarrillo entre pecho y espada. Caiga quien caiga.
El sujeto entonces saca uno de los cigarrillos sin filtro y lo lame, de pronto escupe, prende el pitillo con cerillos de la cerillera La Central. Entre el humo se nota que no se ha rasurado, cosas de ese tipo. A media noche se quiebra una voz.
En los comienzos estoy contando mi historia envuelto en humo. En el cine hubiera sido un clásico en que, cigarro en mano, declino aquel dicho por Arturo de Córdova: “no tiene la menor importancia”, aunque la tuviera. Esta es otra película.
El cigarro es de rigor en la noche encerrado, con un cartón de cerveza es de cajón el cigarro, acompañando a un café. El humo del tabaco distorsiona un poco la realidad, mientras la otra parte se va imaginando.
HASTA PRONTO.
CRÓNICAS DE LA CALLE / RIGOBERTO HERNÁNDEZ GUEVARA
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— Expreso (@ExpresoPress) January 5, 2021