“Nosotros solo estamos haciendo nuestro trabajo yo entiendo que tengan miedo a los contagios pero pues uno también tiene que comer”
Paco y Dulce estacionaron su camioneta en una calle de aquel fraccionamiento en la periferia de Ciudad Victoria y comenzaron a bajar el mobiliario para el show de fiestas infantiles.
CD. VICTORIA, TAMAULIPAS.- Como viene ocurriendo varios meses atrás, los vecinos los castigan con la mirada al enterarse que fulanito o menganito de la cuadra va a tener una fiesta infantil en casa y por consiguiente habrá una aglomeración de personas… lo que es casi pecado mortal en medio de esta pandemia de Covid que pese al optimismo de las autoridades no cede.
“Ya teníamos como diez meses sin trabajar, antes de eso vendíamos entre quince a veinte shows al mes, mi esposa hace personaje de ‘muñequita’ y yo a veces uso una botarga y otras veces de payasito, también nos ayudaban sus primos, Noé se ponía el traje del Hombre Araña y Cuate, el mas grande ya años atrás hacía de Sportacus y Dulce mi esposa era Stephanie, pero pues los personajes ahi van cambiando” dice el animador de fiestas infantiles.
Paco confiesa que a veces si le remuerde la conciencia que vayan tantas personas, niños y adultos, a fiestas que a veces rebasan los 50 o 60 invitados.
Paco viene de una familia de pasteleros. Su padre y su tio, asi como su abuelo y su bisabuelo se dedicaron a este oficio en la zona sur del estado. Hace poco mas de ocho años emigró a la ciudad capital a trabajar en una supertienda. Sin embargo en esa empresa no le cumplieron lo que le habían prometido y renunció, pero ya no regresó a su natal Altamira.
“Conocí a Dulce en un evento del dia del niño en la tienda donde trabajaba y ya no me quise ir de Victoria… nos casamos al año de conocernos. Ella se dedicaba a ambientar fiestas y yo a hacer los pasteles y asi fue como empezamos, luego yo también empecé a hacer rutinas y con el tiempo nos fue mucho mejor” relata Paco con un poco de nostalgia.
Sin embargo hace un año el mundo del espectáculo daría un giro inesperado.
“De tener casi todo el mes comprado o comprometido para fiestas infantiles y karaokes y pachangas… pasamos a tener cero eventos, los primero meses sobrevivimos con unos ahorros que tenía
‘clavados’, luego vendí mi carro, y después vino lo difícil, Dulce empezó a hacer arreglos de globos para fotos de graduaciones, porque ya ve que los papás le tomaban fotos a sus hijos para subirlas al Face y bueno ahí nos aplicamos, también arreglamos carros para las ‘caravanas’ de cumpleaños… de esas que pasan pite y pite por la casa del festejado” narra el hombre mientras baja un arco con follaje artificial que servirá como escenario en el evento.
Hace dos meses empezamos a trabajar de nuevo, nos contratan pocos eventos, algunos para un máximo de 30 personas, pero por ejemplo en un ejido hubo uno que llegaron todos los niños de los alrededores… había como 200 personas hasta que llegó la policía y nos reprendió… al menos a nosotros ya nos habían pagado, pero el policía nos regaño bien feo, yo le dije que nosotros solo estábamos trabajando, que el dueño de la casa era quien no supo organizarse” cuenta Paco al Caminante un tanto molesto.
“Los pasteles se empezaron a vender desde diciembre, y las roscas, las ofrecemos en el Face, pero ya no es igual… antes hacíamos pasteles enormes para 50 personas de hasta 8 o 10 kilos, ahora nos piden pasteles casi individuales, se le gana muy poco. También los shows de animación, la chamba se escaseo, y del karaoke, en un año solo he tenido tres eventos, y uno de ellos acabó en bronca familiar… ¡imagínese!”
Dulce interviene y le dice al Caminante:
“Póngale ahí en su periódico que nosotros solo estamos haciendo nuestro trabajo… porque la otra vez tuvimos un evento y el vecino nos empezó a mojar de agua con la manguera… luego nos avientan cuetes y nos bajan el switch de la luz… yo entiendo que tengan miedo a los contagios pero pues uno también tiene que comer, además nosotros les regalamos cubrebocas a los niños y a todo el que no lo trae puesto”
El sol esta en lo más alto. Paco y Dulce se despiden porque tienen que ponerse el vestuario y maquillarse.
Familias con niños empiezan a llegar y de seguro mas de un vecino se va a inconformar al enterarse de que en esa casa habrá una ‘piñata’.
El riesgo es innegable, pero para este matrimonio, como para muchos mas dedicados al entretenimiento infantil… el show debe continuar.
POR: JORGE ZAMORA
EXPRESO – LA RAZÓN