MÉXICO.- Como todas las cosas en la vida, el confinamiento social provocado por la pandemia del coronavirus tiene inconvenientes pero también ventajas y su lado amable.
Gracias al encierro, he vuelto a revisar los libros que sobrevivieron al paso de los años y desde hace varias décadas, medio empolvados, aguardan en también viejos estantes de mi casa que la hacen de libreros.
El enclaustro sanitario me ha obligado a releer, esta vez con más calma que la primera vez, a varios autores, entre ellos al poeta, escritor, dramaturgo y critico literario de la recta final del romanticismo, Gustavo Adolfo Bécquer, que no leía desde los años juveniles.
Me llamó la atención porque al hojear “Las Rimas y Leyendas” del novelista encontré el apartador de lectura en la primera página que tenía subrayados varios renglones.
“Por los tenebrosos rincones de mi cerebro, dice el párrafo acurrucados y desnudos duermen los extravagantes hijos de mi fantasía, esperando en silencio que el arte los vista de la palabra para poderse presentar decentes en la escena del mundo”.
Esos hijos rebeldes de la imaginación son tantos, escribió en junio de 1868, que ni todos los años de la existencia serían suficientes para darles forma.
Se agitan y viven una vida extraña y oscura, dice, sin encontrar las fuerzas suficientes para salir a la superficie, aunque a veces se subleva en ellos el instinto de la vida y buscan en tropel por donde salir a la luz, desafortunadamente lamenta la mayoría están condenados a morir, sin que quede otro rastro que el que deja un sueño de la media noche que a la mañana no puede recordarse.
Le deprime esa realidad. No quiere que cuando emprenda el viaje sin regreso llevar consigo, como el abigarrado equipaje de un saltimbanqui, “el tesoro de oropeles y guiñapos que ha ido acumulando la fantasía en los desvanes del cerebro”.
Ha sido un deleite, repasar los relatos de los viajes que Bécquer hacía a menudo de Madrid a Toledo y viceversa, y que, a falta de una cámara fotográfica o un teléfono celular para grabarlo todo con solo apretar un botón, dibuja en un papel, herramienta que, junto con varios lápices, llevaba siempre consigo en esos recorridos, describe con una prosa maravillosa, como lo hace en la leyenda de las “Tres Fechas”, “Los Ojos Verdes” y “La Promesa”.
Hay en Toledo, relata el autor, una calle estrecha, torcida y oscura que guarda tan fielmente la huella de las cien generaciones que en ella han habitado y revela tantos secretos entre las ideas y las costumbres de cada siglo, realidad que, por esa poderosa razón, considera y exige que debe de ser conservada: “En nombre de los poetas y de los artistas; en nombre de los que sueñan y de los que estudian, se prohíbe a la civilización que toque a uno solo de estos ladrillos con su mano demoledora y prosaica”. Restos, acentúa, de otras edades más poéticas que la época material en la que vivimos y nos ahogamos en pura prosa. También encontré subrayados varios versos que, quizá en los temerosos días del Covid-19 y la desastrosa y enajenante época que nos ha tocado
vivir, a muchos les parecerán cursis. “Locura que el espíritu/ exalta y enardece;/embriagues divina del genio creador…/¡Tal es la inspiración!”. O aquella otra, “¡Ay! –pensé –¿Cuántas veces el genio/así duerme durante el fondo del alma, / y una voz, como Lázaro, espera/ que le diga. ¡levántate y anda!”.
Y las relaciones sentimentales complicadas, “Hermosa tú, yo altivo; acostumbrados/uno a arrollar, el otro a no ceder, /la senda estrecha, / inevitable el choque…/ ¡No pudo ser!” Pero es optimista en cuanto al futuro de la poesía.
“Mientras la humanidad, / siempre avanzando/ no sepa a do camina;/mientras haya un misterio para el hombre, ¡habrá poesía!” y define su tarea tan efímera como la existencia y la de las aparentemente obras y hazañas humanas más importantes: “Yo sé de los siglos/las ya borradas huellas, / y sé de los imperios/ de que ni el nombre queda”.
En “Las Hojas Secas”, por otra parte, escribió “Lloro por mí. Lloro la vida que huye y … ¿por qué no has de vivir?…Porque es imposible… Cuando caigan secas esas hojas que murmuran armoniosas sobre nuestras cabezas, yo moriré también y el viento llevara algún día su polvo y el mío, ¿quién sabe adónde?”
Como la vida de muchos poetas, la de Bécquer, que nació en Sevilla el 27 de febrero de 1836 y era admirador de Lord Byron, a Heine y Chopín, fue tormentosa, agitada, azarosa, llena de miedos y de dificultades económicas, pero también de momentos sublimes.
En 1858 conoció a Julia Espín, una bella señorita de ojos azules, que sería su musa preferida, desafortunadamente, esta jamás se fijó en él porque, además de que tenía aspiraciones que no llenaba el escritor, no le agradaban los bohemios.
No obstante el desaire, la inmortalizó en aquel verso inolvidable. “¿Qué es poesía? –, dices mientras clavas/ en mi pupila tu pupila azul–/. ¿Qué es poesía? Y tú me lo preguntas… Poesía eres tú”.
Es pesimista, en cambio, en lo que se refiere a la búsqueda de gloria y fama, aunque, a pesar de lo complicado que eso resulta, aspira a hacerse un nombre en el panorama literario español, ese fue el objeto de irse a vivir a Madrid en 1854 y dejar la provincia, aspiración que al final de cuentas resultó exitosa pues hoy, (en este 2021) a 185 años de su muerte, Bécquer sigue siendo un escritor recordado y reconocido.
Algunos de sus seguidores aseguran que el 14 de diciembre de 1870, en pleno invierno, el escritor viajó en la terraza descubierta de un tranvía de caballos, a pesar de las inclemencias del clima, de la Puerta del Sol hasta su casa en Madrid, imprudencia que le costó cara a su salud.
La bronquitis que le provocó el frío lo llevó a la tumba ocho días después, esa fue la verdadera causa de su muerte, no la tuberculosis que se dice que también padecía, como afirman algunos de sus biógrafos.
Antes de expirar pronunció lo que serían sus últimas palabras, “Todo mortal”, y el día de su fallecimiento, el 22 del último mes del año, no fue una fecha común, no solo por su deceso sino también porque hubo un eclipse total de sol
ENROQUE / JOSE LUIS HERNÁNDEZ CHÁVEZ
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— Expreso (@ExpresoPress) January 5, 2021