TAMAULIPAS.- La actual contienda electoral ofrece una variopinta combinación de candidatos con harta experiencia -cartuchos quemados, que les llaman- y caras absolutamente desconocidas para los votantes, muchos de ellos sin mérito alguno que pudiera destacarse.
Los hay quienes compiten por segunda o tercera vez para ver si esta es la buena, los adictos al erario que buscan repetir en alguna posición política, y quienes van a una elección por primera vez. Lo anterior es perfectamente normal si se considera que los diez partidos políticos que consiguieron registrarse para participar en Tamaulipas requirieron de cientos de candidatos para rellenar (en el sentido más exacto del término) las boletas.
En todo caso, resulta difícil de entender en los partidos que sí tienen aspiraciones serias de competir el 6 de junio, esa extraña proclividad a resucitar muertos políticos. Ahí tienen la extraña aparición del ex alcalde de Madero, Andrés Zorrilla en el arranque de campaña de Jaime Turrubiates.
El mismo que no pudo ganar la reelección en el 2018, precisamente contra Adrián Oseguera, porque -entre otras muchas cosas- los maderenses estaban cansados de su soberbia, y más importante aún, de las graves sospechas de corrupción que caracterizaron su administración.
Va un recuento: Zorrilla dejó al municipio como el tercero del país con más participaciones federales observadas por la Auditoría Superior de la Federación, más de 273 millones de pesos. Irregularidades que compartió con sus antecesores, los petroleros Esdras Romero Vega y Mario Neri Castilla, a quienes nunca tocó, a pesar de señalarlos una y otra vez como los culpables del grave desfalco.
Ese desaseo financiero explica que las cuentas públicas de su administración también hayan sido señaladas por la Auditoría Superior del Estado, y rechazadas por el Congreso del estado, donde por cierto Joaquín Hernández Correa con quien ayer compartió templete, es el presidente de la Comisión de Vigilancia.
La revisión de las finanzas municipales del ejercicio 2018 arrojó que el gasto público no cumplió con ninguno de los estándares mínimos que exige la ley, ni con lo que se había aprobado en el presupuesto de egresos.
En sueldos y prestaciones, por ejemplo, erogó 22 millones de pesos por encima de lo pactado, y otros 22 millones de pesos por arriba de lo aprobado para el gasto en materiales y suministros. El gasto en inversión pública, por el contrario, no alcanzó lo que sí se había presupuestado.
Se utilizaron 65 millones de pesos, 10 millones de pesos menos que lo aprobado originalmente. El tiempo dirá qué tan redituable le resultará a Jaime y la fórmula panista la resurrección de un muerto político. No son los únicos, desde luego.
En la banqueta de enfrente también se cuecen habas: observen si no al candidato de Morena a la diputación federal por el Distrito 8, en Tampico.
Eduardo Hernández Chavarría, se sacó la lotería con la mera posibilidad de volver a figurar bajo los reflectores políticos, después de un largo periodo de ostracismo y de obtener un récord estatal de chapulineo: en cuatro años ya uso la camiseta de tres partidos.
Salió del PRI, coqueteó sin éxito con el PAN, y recaló en Morena, donde ahora hace una campaña a medio gas debido a problemas físicos (disculpe el chiste fácil: se chingó la rodilla). En Victoria como en el resto del estado, además de una larga lista de veteranos, lo que abunda son novatos que buscan hacer una carrera en la política.
Y a juzgar por sus primeras horas como candidatos, no se les augura mucho éxito. METALLICA EN REYNOSA La apuesta del Partido Verde por dar espacio en sus planillas a jóvenes y entusiastas representantes de la sociedad civil no tendría porque cuestionarse de entrada.
El problema es cuando empiezas a conocer a esos candidatos. Como a Carlos Augusto González, su abanderado para la alcaldía de Reynosa, que en su arranque de campaña presentó un concierto de rock. Y ya a la medianoche, envalentonado por sus aplaudidores, prometió que si gana la alcaldía llevará a esa ciudad una presentación gratuita de Metallica. Sí, esa banda gigante que viene a México una vez cada década.
Carlos Augusto González, empresario, visionario y altruista como se describe a sí mismo en su página de Facebook, es un vivo ejemplo de que la juventud muchas veces está sobrevalorada.
CATALEJOS / MIGUEL DOMÍNGUEZ FLORES
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— Expreso (@ExpresoPress) January 5, 2021