8 diciembre, 2025

8 diciembre, 2025

Infancia olvidada

En boca de todos/ Guadalupe Escobedo Conde

En México 7 de cada 10 niños padecen violencia doméstica y es en su propia casa y desde temprana edad, donde
deberían estar mejor cuidados es donde más atemorizados crecen. Y el 2020 les fue peor, los otros datos, los de colectivos que velan por derechos de la infancia en México revelan que, en el primer año pandémico, cada 2 horas un menor de edad fue ingresado a un nosocomio tras sufrir golpes físicos en su casa. Pero además padecen de agresiones psicológicas que también dejan huellas para toda su vida.

Mientras las campañas políticas siguen su curso, los candidatos se dan hasta con la cubeta y la máxima autoridad federal vilipendia al árbitro de la madre de todas las batallas electorales, las niñas y los niños siguen siendo los más olvidados del sistema político que los debería tomar en cuenta, para garantizarles una vida plena, un desarrollo integral que les prepare para la vida, pero los niños no votan y no están en las agendas políticas de este momento. Tampoco lo han estado antes, de ahí la gravedad de las cifras actuales.

No he escuchado, hasta este momento, planteamientos de campaña dedicados a los infantes, aunque seguramente el día de la niña y el niño veremos a políticos y candidatos regalando dulces, regalos y sonrisas, tomándose “selfies” y posteando una imagen de su niñez, los utilizarán también de bandera en los discursos de ocasión. En contraste a la algarabía que inunda las redes por los infantes, están los otros datos, la cruda realidad que no se puede tapar con dulce.

La Red por los Derechos de la Infancia Mx, reporta que 7 de cada 10 agresiones contra un infante ocurren en su domicilio, que en 3 de cada 10 casos la agresión proviene de la pareja de sus padres, en cerca del 20 por ciento de los casos, son los propios padres quienes ejercen la violencia contra los más pequeños del hogar, y de las agresiones domésticas que más lastiman a la infancia, en 7 de cada 10 casos son a manos de un hombre, un hombre de familia que debería proveerles seguridad y confianza para su crecimiento.

El año pasado el Senado aprobó reformar la Ley General de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes y el Código Civil Federal para prohibir cualquier tipo de violencia como método disciplinario en la infancia, y la Cámara de Diputados aprobó la reforma que se divulgó como “Ley antichancla”.

Este mes de marzo, Tamaulipas se sumó a las entidades que reformaron las leyes locales en el mismo sentido, quedando prohíbo los castigos corporales como métodos correctivos en menores de edad.

Ahora se considera castigo corporal: “Todo aquel acto cometido en contra de niñas, niños y adolescentes en el que se utilice la fuerza física, comprendiendo los golpes con la mano o algún objeto, empujones, pellizcos, mordidas, tirones de cabellos o de las orejas, obligar a sostener posturas incomodas, quemaduras, ingesta de alimentos calientes u otros productos, o cualquier otro acto que tenga como objeto causar dolor o malestar”.

También contempla el castigo humillante, que se establece como el trato ofensivo, denigrante, desvalorizador, estigmatizaste, ridiculizador, de menosprecio que provoque dolor, amenaza, molestia o afectación a
la integridad física, mental, psicológica o emocional en contra de los menores.

Bastante clara es la letra de esta ley, que con sangre no entra en los tutores, padres o cercanos a los menores, falta socializar el nuevo reglamento, pero también falta hacer conciencia social en los adultos para dignificar el trato con la niñez, los golpes físicos o emocionales sólo son la punta del iceberg de una violencia en espiral que padecen muchos niños.

Ahora mismo están sin escuela, en casa con sus agresores, sin convivir con sus amigos y no tienen garantizada la atención a su salud física ni mental.

Quizás este 30 de abril paren tantito los gritos, golpes y humillaciones contra ellos, se les compre pizza, globos y serpentinas, pero al día siguiente, nadie les promete un mejor mundo y son el presente, no el futuro.

POR GUADALUPE ESCOBEDO CONDE

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