CIUDAD VICTORIA, TAMAULIPAS.- Filiberto y Valentín son dos amigos y compañeros de trabajo, que hasta hace un año no se conocían, pero hoy pasan horas bajo el sol, esquivando automóviles con la finalidad de llevar alimento a sus casas.
Ambos fueron despedidos de sus anteriores empleos, uno tiene cáncer y el otro problema en sus rodillas que los impide trabajar cumpliendo un horario y responsabilidades.
“La pandemia solo vino a empeorar todo”, platica Valentín Mendoza quien presume haber sido un albañil, pero de los buenos, de esos que se aventaban desde un vaciado hasta casas enteras; hoy no le dan trabajo en ningún lado por un padecimiento en sus rodillas.
“Aquí estamos; no nos dan trabajo en otros lados. Yo era albañil y por un problema en mis piernas no puedo trabajar más, así que no me quedo otra que venirme al crucero, pero no a pedir dinero, sino a conseguirlo a cambio de limpiar vidrios” dijo.
Es un hombre que por 40 años fue albañil y hoy depende un semáforo en rojo para trabajar.
La historia de Filiberto es aún más triste, pues confiesa que vive solo y padece cáncer de garganta, algo que poco a poco le ha quitado la habilidad de hablar, por lo que se comunica con palabras confusas que salen de su boca con dificultad.
A pesar que no tiene familia, Filiberto se ve bien vestido, con camisa limpia, recién planchada, pantalón de vestir y eso si; tenis que aunque viejos limpios, para soportar largas travesías que camina diariamente desde que madruga.
“Antes trabajaba de paquetero, pero me sacaron por la pandemia en marzo del año pasado en una tienda de autoservicio. No encontré otra forma de trabajar, ya que no puedo estar bajo el sol mucho tiempo, tengo cáncer”.
Filiberto Juárez platica que luego de ser despedido sin liquidación, cada mañana madruga y camina hasta al semáforo a las 8 de la mañana, lugar donde permanece solo hasta las 11 horas, ya que el sol le produce malestares.
“Aquí saco para comer; a veces si sale, otra no. Ya no tengo hijos, ahorita ya vivo.
POR RAÚL LÓPEZ GARCÍA
EXPRESO-LA RAZÓN