A fines del porfiriato, la ciudad de Santa Bárbara de Ocampo tenía servicio de telégrafos y teléfono, además de correo dos veces por semana, que comunicaba a la población con los dos Morelos y con la entonces ciudad de Magiscatzin, y varias poblaciones más.
La tranquilidad que vivía el vergel tamaulipeco pronto terminaría con los vaivenes que provocó la revolución de 1910.
En el año de 1911, la violencia provocada por las chusmas carreristas provocó que gran número de familias huyeran de Tula en busca de garantías, por lo que varias de establecieron en Ocampo.
Como todo cambio político trae consecuencias, el 31 de mayo el gobernador Juan B. Castelló presentó a la Legislatura Local una licencia indefinida para separarse de su cargo, como consecuencia de los Tratados de Ciudad Juárez y Espiridión Lara fue nombrado Gobernador interino por el Congreso Local.
Meses después se convocaron a elecciones para el periodo 1912-1916, por lo que iniciaron precampaña los señores, general Narno Dorbecker —porfirista—, Fermín Lagorreta —Partido Liberal de Tamaulipas— y el Lic. José Gracia Medrano —Club Liberal Tamaulipeco—.
Desde noviembre de 1911, Gracia Medrano se empezó a mover en Ocampo y la región, por lo que fue apoyado por varios personajes de Tampico, como el futuro general Apolonio Treviño.
Días antes, el 15 de octubre, se realizaron las elecciones extraordinarias para elegir a presidente y vicepresidente de la república.
En el Distrito Sur, al que pertenecía Ocampo, la fórmula de don Francisco I. Madero recibió 62 sufragios, mientras que su contrincante Francisco León de la Barra se fue en ceros.
Los ánimos se caldearon, tanto en la elección estatal como en la nacional.
En esta ultima un grupo de vecinos de Xicoténcatl, Tula, Gómez Farías y Morelos, que respaldaron la candidatura de Vázquez Gómez a la vicepresidencia, enviaron a la Ciudad de México a un delegado: Felipe González; para que solicitara al presidente Madero respeto a sus garantías políticas y legales, y cesaran la persecución que emprendieron contra ellos los ocampenses Víctor y Nicanor Piña, por el simple hecho de no haber aceptado ser del partido “Pinista”. En referencia muy seguramente al vicepresidente Pino Suarez.
Para diciembre de 1911, como cada año , se eligieron a los presidentes municipales de Tamaulipas, elecciones que en Ocampo y municipios adyacentes, generarían muchas inconformidades.
El 31 de enero de 1912 falleció de forma sospechosa el candidato a la gubernatura Fermín Lagorreta.
Después de ese momento, la campaña estatal asumió un aspecto diferente, sumándose a los conflictos de las elecciones municipales y nacionales.
Estalla la
revuelta
en Ocampo
El 19 de marzo de 1912 estalló en Ocampo la revuelta de Federico S. Montelongo, quien se había desempeñado como presidente del “Club Antirreleccionista Benito Juárez” de ese mismo municipio.
Montelongo junto a Fernando López, Ismael Ortiz y Francisco del Llano, al mando de 50 hombres, iniciaron la rebelión en la hacienda del Pensil.
Según el historiador José Carlos Mora García, fue un levantamiento vazquista que estaba inconforme con los resultados de las elecciones y por las irregularidades cometidas por los legorretistas en las municipales de diciembre de 1911.
Otro de los cabecillas que siguieron a Montelongo, fue Simón Castillo, originario de Antiguo Morelos, pero avecinado en El Chamal.
Antes del pronunciamiento, don Federico y don Magín Vázquez protestaron ante el Congreso Estatal por las infracciones cometidas en las elecciones estatales y municipales.
Por no recibir resolución favorable, no tuvieron más camino que tomar las armas.
Los alzados se retiraron a Buena Vista, rancho que se hallaba a 5 leguas de Ocampo.
Posteriormente vino el Ing. Enrique Viruegas, comisionado por el Gobierno del Estado, con el propósito de establecer con ellos negociaciones de paz; pero al fin se resolvió que no eran admisibles las condiciones de los revolucionarios, y que quedaban sujetos éstos a la acción de la ley.
Días después Simón Castillo, al grito de ¡Viva Bernardo Reyes! asaltó la Administración de Correos de Chamal. El gobierno federal de Madero era un verdadero desastre.
Un corresponsal de El Imparcial, escribió que el movimiento revolucionario se incrementaba en Tamaulipas, y que a Tampico seguían llegando refugiados de varios pueblos cercanos, personas que temían los horrores de la guerra.
El general Gerónimo Treviño, veterano de la guerra de intervención y jefe de la 3er Zona Militar, le echó más leños a la hoguera, pues a fines de marzo nombró al teniente coronel Víctor Piña, jefe del 3er Regimiento irregular. Las inconformidades no se hicieron esperar en Ocampo y Xicoténcatl.
El 18 de abril a las tres de la tarde, Víctor Piña regresó a Ocampo con Simón Castillo y tres más prisioneros, tras haberlos sorprendido y derrotado en el rancho Las Pintas, jurisdicción de Antiguo Morelos.
En el enfrentamiento le recogieron a los rebeldes, caballos con monturas, carabinas y pistolas, tanto a estos prisioneros, como a un hijo de Castillo que resultó gravemente herido en el nutrido fuego que sostuvieron.
La tropa rebelde que mandaba Montelongo se dijo que estaba en un punto escabroso de la sierra llamado “El Infiernillo”, en los límites de Ocampo y Jaumave. Otros de los jefes de Montelongo eran J. E Guerra, y un tal Fernando López.
La revuelta de Montelongo continuaba, y en los días posteriores al arresto de Simón Castillo, el general Estrada, jefe de armas en Tamaulipas, informó al jefe de la zona militar, general Treviño, que cumplieron con la orden girada, saldrían de Ciudad Victoria, 1 oficial y 25 de tropa del 21º Cuerpo Rural en auxilio de Ocampo.
En el curso de los días, los pronunciados tomaron las villas de Gómez Farías, Quintero y Antiguo Morelos, dónde cometieron varios crímenes, pues no eran defendidas por las fuerzas de rurales de la federación.
Por ello el gobierno encomendó su persecución al mayor Refugio Treviño, persiguiéndolos intensamente hasta derrotar la rebelión.
Fin de la revuelta
de Montelongo
La estocada final ocurrió el 18 de mayo, cuando tropas de Treviño, al mando del cabo Miguel Navarrete, derrotaron en el rancho “Las Abritas” del municipio de Ocampo, a la partida de Montelongo.
En el enfrentamiento las fuerzas rebeldes sufrieron 30 bajas, entre muertos y heridos, quitándoles 40 caballos ensillados y varias armas.
Cuando los rurales maderistas se aprestaban a levantar el campo, se presentó el mayor Treviño con una facción de rurales del 10º y otra de voluntarios al mando de Nicanor Piña y su hijo Zenaido Piña, tratando de prestar auxilio, pero ya todo había terminado.
Navarrete inmediatamente informó verbalmente lo ocurrido a Treviño, diciéndole además el rumbo que habían tomado los dispersos.
El mayor inmediatamente salió en su persecución y le provocó nuevamente una que otra baja y quitándole un gran número de caballos.
Los muertos y heridos de Las Abritas fueron trasladados a un rancho inmediato que tenían a su derecha, de nombre Santa Cruz de Belem, donde los muertos de ambos bandos fueron sepultados como a eso de las seis de la tarde.
Al día siguiente del combate, Miguel M. Navarrete informó al general Francisco Estrada, Jefe de las Armas en Tamaulipas, sobre estos hechos:
“[…]Nosotros en total éramos 47, siendo 34 de nuestro Cuerpo 21º, oficialidad y tropa del 3er, cinco individuos del Cuerpo de Caballería Tamaulipas, un oficial y cinco individuos del Cuerpo Rural del municipio. Teniendo que deplorar de nuestro Cuerpo la muerte de dos guardas Miguel Cisneros y Vicente Adame, el segundo murió quince horas más tarde, habiéndose portado ambos como leones en el combate. Fueron heridos el teniente Francisco M. Viramontes, sargento segundo Jesús Salinas Aguilar; cabos de escuadra Antonio Isse y Juan Gallegos; guardas Antonio Alvarado, Epifanio Olivas, Rosalío Villa y Pilar Espinosa […] distinguiéndose por su valor cabo Tomas Varela, trompeta Ignacio Loera, guarda Fortino García, Genovevo Terrazas, José María Martínez y David Fernández del 3er Cuerpo de Auxiliares de Tamaulipas. Se deploró la muerte del valiente cabo de escuadra Matilde Muñiz.
Del cuerpo de voluntarios del municipio se distinguió por su valor el oficial Rafael Porras y cabos de escuadra Lucio Olvera y Desiderio López y el soldado Cipriano Espriella, que resultó al fin del combate con una herida leve.”
La prensa de la ciudad de México siguió muy de cerca estos acontecimientos al igual que la Secretaría de Guerra y Marina, no así la prensa de Tamaulipas.
POR Marvin Huerta Márquez