Tantoyuca.- Los cortadores de caña siguen enfrentando esquemas de explotación y abusos laborales sin que ninguna autoridad, dependencia u organismo haga nada por frenarlos.
Los cortadores trabajan en condiciones lamentables, se exponen a temperaturas extremas como las que se registran en este municipio, desde siempre se han caracterizado por realizar su labor con mucho ahínco; a pesar de los avatares que tienen en contra.
Alrededor de una veintena de cortadores del producto dulce, trabajan directa e indirectamente para particulares con el objetivo de que puedan procesar el producto en bruto -la caña-.
Sin embargo y tristemente no reciben mayor utilidad y mucho menos una seguridad social en materia de salud, que permita enfrentar cualquier vicisitud llámese por enfermedad o accidente laboral.
Varios de estos jornaleros que por temor a represalias omitieron su nombre, consideraron como injusto el no gozar de algún tipo de seguridad social que permita tener un cuidado adecuado de su salud.
Señalaron que ellos siempre están expuestos a las inclemencias del tiempo; incluso han presentado casos de los denominados golpes de calor, al sobre exponerse a las altas temperaturas máxime cuando se realiza la quema de caña.
Ellos saben que al no tener otra actividad secundaria, forzosamente se dedican al corte del producto dulce.
Y es que por experiencias vividas y pasadas, muchos optan por enquistarse en esta actividad en el municipio de Tantoyuca; pues los pocos que salen al exterior se han enfrentado a que los grandes emporios de la caña muchas veces no cumplen lo pactado en relación a su pago.
Los jornaleros son vitales para la economía de Tantoyuca; ya que son quienes contribuyen a la elaboración de un producto típico de esta región, como es el piloncillo y el agua de caña.
En los rodantes, y el mercado municipal, la imagen cotidiana son precisamente el piloncillo, y la refrescante agua de caña.
Pequeños puntos de venta de estos productos, seguramente colapsaría de no ser por la producción que generan esos jornaleros.
Sin embargo y tristemente durante décadas han carecido de algún tipo de prestación, que pueda elevar su calidad de vida.
Lo más lamentable es que muchos tienen que recurrir a terceros, para realizar su labor al carecer de la máquina de molienda del producto dulce.
Quizás si los trabajadores gozarán de prestaciones que marca la ley de trabajo, seguramente desarrollarían mejor su labor, y redundaría en una mejor economía para los tantoyuquense.
Cabe destacar que quienes se dedican al corte de caña, en algunas ocasiones son menores de edad, y tal vez por su condición no pueden exigir ningún tipo de homologación.
Por Victor Montiel