“Ya no te enojes que se te va a derramar la bilis”. ¿Cuántas veces hemos escuchado esa frase?, ¿qué tan enserio te lo tomas?
No deberías echarlo en saco roto, pues la ira, es una emoción, que además de impactar en los que nos rodean, también repercute de forma negativa en nuestro organismo.
La ira o la agresividad en una persona provoca efectos directos en el funcionamiento del corazón, por eso también se considera que el estrés está ligado a enfermedades cardiovasculares.
¿Qué sucede realmente en el organismo cuando estamos enojados? Estos son algunos de los efectos:
- Aumenta la presión sanguínea, lo que con el tiempo puede provocar el deterioro de las arterias.
- Se eleva el pulso cardiaco y se genera taquicardia.
- Aumenta la producción de sustancias químicas como la adrenalina, lo que altera el equilibrio natural del cuerpo.
- Se desequilibra el sistema inmunológico.
- Se provocan contracturas, dolores musculares y jaquecas.
- Se acelera la respiración, provocando que el corazón bombee con más intensidad.
- Aumenta el riesgo de padecer algunas enfermedades como gastritis, colitis y dermatitis.
Pero quién paga los platos rotos es el hígado, por el exceso de bilis que genera y trabaja a marchas forzadas.
¿Qué debo hacer? Para empezar, tómate un tiempo para responder
Siempre piensa lo que vas a decir y no actúes en forma instintiva. De preferencia retírate del lugar del problema, tómate un tiempo, recupera la tranquilidad y vuelve a enfrentar la situación.
Algunas técnicas de relajación
- Respirar profundamente permite que relajes los músculos y te sientas más calmado o calmada.
- También puedes hacer ejercicio.
- Los momentos de mucho enojo pueden aprovecharse positivamente recurriendo al deporte. Algunas personas cuando están enojadas salen a practicar ejercicios para sentirse mejor.
Así que la próxima antes de enojarte, respira y piensa en tu salud.