Es costumbre en el sur de Tamaulipas que ante el menor destello de relevancia, o el mínimo gesto de habilidad política de algún alcalde, se desate un súbito entusiasmo por la posibilidad de que un oriundo de la zona conurbada pudiera competir por la gubernatura.
Basta recordar que personajes tan medianos como Oscar Pérez Inguanzo o Javier Gil, ex ediles de Tampico y Altamira, llegaron a ser mencionados como prospectos en aquellos años del “sólido sur”.
Este recurrente espejismo que sacude a las clases políticas y empresariales de la zona conurbada tiene su explicación: desde hace más de 45 años, cuando Manuel Ravizé dejó la gubernatura, ningún porteño ha vuelto a ocupar la oficina más importante de Palacio de Gobierno.
También proviene de un reclamo legítimo: una región con la trascendencia económica y social del sur de Tamaulipas merecería mayor representación en el mapa político del estado.
Pues bien, ahora como nunca, se percibe en el ambiente una posibilidad muy latente de que algún tampiqueño o maderense llegue por lo menos a la boleta electoral, y esta vez con auténticas posibilidades de triunfo.
Los últimos fueron Álvaro Garza Cantú y Joaquín Hernández Correa, ambos por el PRD, y con resultados adversos.
También Diego Alonso Hinojosa, lo intentó por el PAN, pero perdió la interna con Gustavo Cárdenas.
Ahora, se cuentan entre los prospectos del PAN y Morena al menos cuatro figuras que, sin tener su lugar seguro ni mucho menos, disputan al interior de sus partidos la opción de ser nominados.
De los tres aspirantes que se mencionan con más insistencia por Acción Nacional, Jesús Nader es quizás el más identificado con ese partido. Se sabe que históricamente el panismo ha tenido en Tampico su reducto más doctrinario.
De esas luchas proviene el alcalde.
Por Morena, donde son más de una decena los que han levantado la mano, una tercera parte de los aspirantes son originarios de la zona conurbada.
Con diferentes características y posibilidades, hay al menos dos que podrían despuntar en la recta final si se combinan algunos factores.
Por un lado está Rodolfo González Valderrama, el director de Radio, Televisión y Cinematografía, que de los morenistas del sur de Tamaulipas fue el primero en reconocer su interés en competir por la gubernatura.
Es verdad que hace mucho tiempo que se fue a la Ciudad de México -tras salir del jesuita Instituto Cultural Tampico, partió a estudiar la licenciatura en la UNAM- pero desde hace algunos años, como parte de su trabajo político al interior de Morena, ha intentado un paulatino regreso a los orígenes.
En la misma lista de morenistas con posibilidades hay que anotar ahora más que nunca al alcalde de Madero, Adrián Oseguera.
El edil tiene varias ventajas a su favor, pero la principal es que ha salido bien posicionado en las primeras encuestas que se levantan en territorio tamaulipeco para medir a los prospectos de cara al 2022.
También de Madero ha levantado la mano el diputado federal Erasmo González Robledo, cuyo principal mérito es su cercanía con Mario Delgado, que lo convirtió en algo así como su representante directo en Tamaulipas.
Pero más allá de eso, el ex priísta está en la parte baja de la “clasificación”.
Como se puede ver, es amplia la baraja de tampiqueños y maderenses con aspiraciones y -ahora sí- posibilidades.
Si a eso se suma el evidente interés del empresariado porteño de tener a un paisano al frente del estado, la combinación parece prometedora para la zona conurbada.
POR MIGUEL DOMÍNGUEZ FLORES