TAMAULIPAS.- Ayer comenzó formalmente el periodo de entrega-recepción en los municipios de Tamaulipas donde no habrá reelección. Inicia pues, la configuración del nuevo mapa político del estado.
Ya se ha reseñado lo suficiente el avance territorial de Morena, sobre todo si se toma en cuenta la población de los municipios que ahora gobernarán alcaldes de ese partido.
Pero es cierto que a partir de ahora, los ediles de la cuarta transformación cargan sobre sus hombros un peso importante: son la autoridad más a la mano que tendrán miles de ciudadanos, que esperan mucho de ellos, a unos meses de que vuelvan a ser convocados a las urnas, pero ahora para elegir al próximo gobernador de Tamaulipas.
En primerísimo lugar, los alcaldes de Morena tendrán que ingeniárselas para, a partir del 1 de octubre, empezar a ofrecer los resultados que con vehemencia prometieron durante 45 días de campaña. Sin espacio para demasiadas excusas, los problemas que señalaron ahora son suyos, y la impaciencia de la población ya pesará en su contra.
Porque en sus manos está, ni más ni menos, que llevar a buen puerto el capital político que atesora Morena desde el pasado 6 de junio. Tienen ocho meses para que, de alguna u otra forma, se note el cambio que ofrecieron en el pasado proceso electoral.
Y claro está, para no cometer errores políticos que pongan en riesgo la preferencia que, se supone, arrastra su partido de cara al próximo año. No hay duda, los presidentes municipales que tomarán posesión dentro de un mes, se convierten automáticamente en actores principales del nuevo proceso electoral.
Y a juzgar por lo visto en últimos días, algunos de ellos -los de los municipios más relevantes en términos políticos y económicos- han decidido formar una especie de bloque que empuje el proyecto de Morena para el 2022.
Sobre todo aquellos que, al menos por el momento, no tienen ninguna intención de competir por la candidatura, están listos para hacer talacha electoral. Eduardo Gattás, por ejemplo, lo mismo se reúne con Américo Villarreal, con Rodolfo González, Erasmo González y hasta Maki Ortiz.
Su triunfo en la última elección lo confirma como un operador político de peso en la zona centro del estado; él y su equipo han insistido en que se volcarán para hacer ganar a quien sea el candidato de Morena. Lo mismo ocurre con Carmen Lilia Canturosas y su familia en Nuevo Laredo. O Mario López y sus 100 mil votos en Matamoros.
Ni hablar de Adrián Oseguera, quien independientemente de sus aspiraciones personales, a la hora buena seguramente pondrá sobre la mesa su trabajo político.
Los alcaldes de Morena se cuadrarán con el proyecto por una razón muy sencilla: a todos ellos les conviene tener a un gobernador afín. Por eso precisamente, queda la duda del comportamiento de la familia Ortiz Peña que seguirá gobernando Reynosa, por lo menos, durante los próximos tres años.
Expulsada del PAN, Maki Ortiz se ha acercado al partido que postuló a su hijo para la alcaldía. Pero la ex senadora, que ahora busca ser postulada para la gubernatura, tiene suficientes lazos en su antiguo partido como para dudar de sus decisiones futuras.
A los morenistas les tocará poner en la balanza ese riesgo-beneficio.
CATALEJOS / MIGUEL DOMÍNGUEZ FLORES
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— Expreso (@ExpresoPress) January 5, 2021