MÉXICO.- Aunque se ha tratado de haitianos reprimidos con policías a caballo y con látigos, no se ha levantado ninguna voz oficial de protesta en México, Latinoamérica y el Caribe contra los abusos de la Administración Biden-Harris que caen en conductas racistas violentas que en algunos momentos han sido usadas contra mexicanos que cruzan la frontera sin cumplir con los requisitos migratorios legales.
La Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), de la que forma parte Haití, guardó ominoso silencio en su reunión en México ante la acumulación de evidencias sobre la represión a migrantes de ese país y otros de la región, incluyendo a mexicana.
La cifra oficial habla de casi un millón y medio de migrantes arrestados en este año en territorio estadounidense al intentar internarse por la fuerza, con las evidencias agregadas de decenas de miles más que pudieron cruzar y otros tantos que se enfilan en caravanas hacia Estados Unidos.
La crisis de migrantes fue una extraordinaria oportunidad que perdieron los jefes de Estado y de gobierno de la CELAC porque aportaba los elementos suficientes para justificar enfoques de desarrollo que puedan evitar la migración ilegal.
La estrategia de la Casa Blanca, avalada y apoyada en los hechos con la utilización de la Guardia Nacional para contener cruces ilegales desde el Suchiate, se sustenta en la atención a los efectos de una larga y severa crisis económica, de desarrollo y de bienestar en la región latinoamericana y caribeña, sin que haya existido voluntad de Washington para construir nuevos modelos integrados de desarrollo.
Pero también la crisis migratoria revela la incapacidad de todos los gobiernos regionales para hacer propuestas de integración productiva.
A lo más que han llegado los gobiernos regionales es a firmar tratados bilaterales de comercio exterior con Estados Unidos, aunque con la acumulación de evidencias de que la capacidad productiva industrial y agropecuaria no tiene los elementos de competitividad.
Las causas de la migración irregular hacia Estados Unidos se localizan en un modelo continental de desarrollo basado en la exacción de recursos y riquezas por la economía capitalista estadounidense y la falta de retribución hacía los países y las sociedades del sur.
Si de veras el gobierno de Biden quisiera resolver y no sólo encarar la crisis migratoria, tendría que buscar acuerdos de reorganización productiva de las economías sureñas.
La CELAC, como todos los organismos multilaterales de países subdesarrollados y dependientes, quedó en un mero paño de lágrimas de carácter ideológico y antiestadounidense, sin que existiera, por ejemplo, la propuesta de institutos regionales de desarrollo industrial, de organización agroindustrial y sobre todo de reformas a los modelos educativos y científicos de capacitación de la mano de obra.
La realidad revela que el subdesarrollo latinoamericano y caribeño es producto de la demagogia ideológica e histórica de gobiernos populares-populistas-autoritariosautocomplacientes que esperan que el imperio resuelva sus problemas.
La CELAC aún está a tiempo de hacer un pronunciamiento severo contra la política represiva racista migratoria de los gobiernos de Clinton-Bush-ObamaTrump-Biden, de pugnar por inversiones productivas en la región, de buscar un acuerdo migratorio con la Casa Blanca en el escenario de tratados comerciales existentes o por negociar y de abandonar la retórica engañosa de nacionalismos que han conducido al distanciamiento de las olas internacionales de desarrollo.
INDICADOR POLÍTICO / CARLOS RAMÍREZ
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— Expreso (@ExpresoPress) January 5, 2021