18 diciembre, 2025

18 diciembre, 2025

La realidad en el techo de la casa

CRÓNICAS DE LA CALLE / RIGOBERTO HERNÁNDEZ GUEVARA

TAMAULIPAS.- En poco tiempo se añaden más colores y en la base oscura, como en el lienzo de una pintura, los colores originales desaparecen. Cuando el lienzo se seca comienza a verse la realidad. No bien se ve la realidad, cuando caen nuevas formas y estallidos de colores que confunden el arcoiris. Obstruimos la realidad.

Eso es lo que sucede. Y sin embargo es lo que seduce. La realidad termina por ser la fachada de una casa donde viven los desconocidos que hemos sido. Y le añadimos datos para que no quede muy abajo y quepa en la sociedad a donde debemos según esto integrarnos. O desintegrarnos.

Decimos que el techo de la casa es de concreto, con cinco habitaciones y hay una idea del costo, de cuánto ganan los propietarios más o menos, si son ricos o pobres.

La realidad si anduviesemos desnudos, tendrían que derribar las paredes con las que bloqueamos el pudor y el disimulo. Quitarnos la máscara y el maquillaje y tener el valor civil de andar así por la calle. Y sin embargo el ser humano busca la superioridad a toda costa. Ser el más alto o estarlo, el más grande, el que más tiene. Y en esa utopía infinita le va la vida.

Y se frustra. Por eso construye su farsa y se asume inteligente, fuerte, y sociable aunque esto sea relativo y temporal y el tiempo nos coloque en la posición correcta en la única fila. El hombre nunca se ha conformado con sus dimensiones, y en la búsqueda de su grandeza pinta el mundo de otra manera, encubre su miseria y se lanza al estrellato.

La realidad no se elimina ni se evapora por que la cubramos con el matizado más chillante o más colorido, ni con altoparlantes que buscan distinguirse del menor ruido, ni con el dinero que pareciera todo lo compra, sino que permanece viva hasta que alguien la descubre. Ya te vi, no eres lo que yo pensaba.

La realidad ahí está con su santo y seña. Sólo hay que verla con la cantidad de luz necesaria y con los cinco sentidos limpios. Junto a la farsa teatral que representamos en un teatro repleto, sacamos nuestro repertorio y nos apuntamos con la corriente que más nos deje, en medio de un mundo de promesas. Muchas de las cuales son viles engaños abajo de la cobija de un cambio que nos haga llegar a donde vayamos.

Hemos creado palabras que suavizan la realidad para ser aceptados, quienes la desgarran para defenderse inoculando la incertidumbre. Hay muchas realidades juntas en donde no hay ninguna escrita en libros de texto. La realidad se mide en el espejo para saber la otra lectura, la de los demás que sin piedad juzga y clasifica buscando construir su revocable realidad. Entonces nos ponemos el traje, compramos halagos, buscamos el o la complice idónea que nos siga el juego. La fantasía hija de la realidad ayuda y al mismo tiempo perjudica. La gente estira los hechos, los acomoda, los hace suyos y los ajusta a su conocimiento.

Y la fantasía sigue creciendo con sus elementos con capacidad para construir un imperio en plena decadencia y en un derrumbe perfecto. Momentos antes de que la realidad se esfume, existimos. Habría que estar atentos para que no se esfume entre los sueños y los inventos.

Cuando cae la noche, cae todo y cae el veinte, somos una especie de desconocidos cuando estamos dormidos. Somos unos angelitos, que no nos hagan ruido. Al despertar nacemos de nuevo y recogemos la carga de nuestro pasado y cogiendo el oleo vamos pintando de colores el cielo aun cuando esté nublado. Hasta que llueve. HASTA PRONTO.

CRÓNICAS DE LA CALLE / RIGOBERTO HERNÁNDEZ GUEVARA

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