Decir que en Tamaulipas inicia la cuenta regresiva es lo menos cuando en realidad la paisanada enfrentará (enfrenta ya), uno de los procesos políticos más importantes de las últimas décadas. No es una confrontación normal en su significado tradicional, sino la conquista de la mayoría votante que definirá el rumbo de le entidad, sin ser ajena a lo que sucede en el resto de la república.
Lo que transcurre por estos andurriales es el singular combate de dos fuerzas extraordinarias que se avocan a la batalla haciendo gala de sus más celebradas estrategias, algunas de las cuales no serán muy sofisticadas dado el objetivo es la victoria final que no se detendrá en la observancia de protocolos que solo dificulten la obtención del poder.
Es aquí donde la ciudadanía hace el llamado a los partidos para que se conduzcan con responsabilidad, y a las autoridades electorales para que actúen en consecuencia, sin dejar rendijas a la sospecha o la desconfianza.
Se trata de un gran estado y el porvenir de generaciones marcadas por circunstancias de las que no son culpables, sino víctimas, como las creadas por la pandemia y la escasez de oportunidades que inevitablemente se reflejan en sus perspectivas de vida.
Tamaulipas es parte de la dialéctica del cambio donde participamos todos. Negarlo es imposible, considerando que es un impulso consciente o inconsciente, que forma parte de la naturaleza del nuevo mexicano. En este sentido, el voto colectivo ha de inclinarse hacia donde mejor convenga al bien de todos y no en beneficio de grupos o partidos.
En junio se presentará la oportunidad de respetar el voto ciudadano. También será la oportunidad para revalorar la democracia en una sociedad reforzada por el entusiasmo y la esperanza de jóvenes que llegan por primera vez a ejercer uno de sus más preciados derechos. Nuevos adultos de ambos sexos a quienes no hay que decepcionar en su intento de elegir por decisión propia.
La tamaulipeca es una sociedad que maduró en razón de la experiencia y por lo tanto, es digna de elecciones civilizadas y congruentes con los retos que enfrenta la entidad…quien triunfe ha de ser humilde en la victoria, y el derrotado honorable, noble y equilibrado, para evitar que sus pasiones desborden los valores que enorgullecen a su familia, amigos y partidarios.
Es solo un juego político no lo olvidemos, el resto pueden ser ambiciones o vanidad llevada al extremo de la irracionalidad que no aplican para el Tamaulipas del futuro.
¿PERO QUÉ NECESIDAD?
AMLO ha dicho en diversas ocasiones que no desea ningún tipo de homenaje, ni siquiera calle alguna que lleve su nombre y sin embargo a Roberto Téllez, ex alcalde de Atlacomulco estado de México, se le ocurrió que el Presidente de México merecía una escultura, así que la mandó construir pagando por ello 50 mil pesos.
Dicha escultura fue inaugurada este 29 de diciembre y tres días después amaneció derribada y sin cabeza. (Era obvio). Por supuesto el hecho es celebrado por sus adversarios quienes se regocijan considerando que el pétreo homenaje tuvo el mismo destino de otros realizados en honor de gobernantes y políticos de diversas partes del mundo.
Claro que ello incluye la comparación con dictadores como Stalin, Franco y Sadam Husein por decir algunos. Recordéis que en la Ciudad Universitaria fue erigida una estatua al ex presidente Miguel Alemán que en diversas ocasiones fue dinamitada obligando a las autoridades a su retiro definitivo.
Lo sucedido con la escultura de AMLO es un acto grotesco concebido y realizado por la ultraderecha que con argumentos violentos pretende empañar el avance de la Cuarta Transformación…y ni modo que sea invento.
SUCEDE QUE
¿Habrá alguna duda de que el PRI se encuentra en su fase terminal?.
Y hasta la próxima.
POR MAX ÁVILA