Iniciamos el tercer año pandémico con un deja vú a los dos ciclos anteriores, abrimos el presente calendario con la incertidumbre que sembró el Covid19 y aumentó con sus variantes Delta, Ómicron y sus conjugaciones, que parecen confabulaciones, con gripas que antes nos eran comunes. En materia de igualdad de género, empezamos igual como acabamos, con la ausencia de esta y en violencia feminicida, el INEGI nos cuenta 10 feminicidios diarios, pero los otros datos reportan casi 20 asesinatos, homicidios dolosos y homicidio culposo contra mujeres en México.
El 2022 será de un gran reto para la movilización feminista, pero esta no se detendrá, las colectivas se reagrupan y en redes sociales incrementan la divulgación de la acción civil en la lucha por los derechos humanos de las mujeres.
Desde sus espacios virtuales, ahora mismo están conminando a replantear los propósitos de año nuevo, esa lista de anhelos que cada inicio de ciclo apuntamos como metas que nos ayudarán a estar mejor, por exigencias sociales, se nos viene a la mente arrancar el nuevo año con ejercicio, bajar de peso y viajar más, también era una costumbre el cambio de “look” o la renovación del armario.
Por hoy el cuento esta cambiando, ya no más princesas en busca de príncipes azules, ni más mujeres con calzones rojos como superstición para el amor.
Hoy el feminismo nos enseña que en vez de querer ser curvilínea, para ajustarse a los cuerpos que demanda el sistema patriarcal, busquemos inclinar la balanza hacia mejorar la auto estima, empezando con la aceptación física y anteponiendo la salud a la moda “instagramera” que invita a matarse de hambre.
Acercarnos más al movimiento de las mujeres que buscan mejorar la vida de todas, nos educa para una nueva forma de vida, donde no se invisibilicen las agresiones cotidianas y se estimula el cambio en las relaciones entre personas, por la igualdad de los derechos.
El inicio de un nuevo año es tiempo propicio para reafirmar convicciones en esta lucha que pretende el fin de los feminicidios, de los matrimonios infantiles, de las violaciones y abusos sexuales, del acoso presencial y virtual, de la misoginia y del machismo.
Más buenos deseos serían: romper el techo de cristal, derribar los muros de desigualdad salarial y apartarse del suelo pegajoso.
También practicar más la sororidad y luchar juntas hasta que caiga el patriarcado.
Y para derribar costumbres arcaicas, un buen hábito sería incrementar la lectura de escritoras que sustentan las teorías feministas.
Por un venturoso 2022, pleno de saludo y exento de violencias hacia las mujeres.
POR GUADALUPE ESCOBEDO CONDE