Para cualquier tamaulipeco medianamente informado, enterarse de las escaramuzas que protagonizan una semana sí y otra también los diputados locales, es ya algo a lo que se va acostumbrando, aunque sea solo para entretenerse y lamentarse por la decisión expresada en las urnas.
Lo que parecía iba a ser una Legislatura dominada por Morena se convirtió desde el primer día en un imposible. Al inicio mismo del primer período de actividades, dos diputadas morenistas desertaron del partido del Presidente y se pasaron al PAN, equilibrando así las fuerzas. Desde ahí fue evidente que el control de la bancada hasta entonces mayoritaria, iba a ser algo difícil para su coordinador Armando Zertuche Zuani, quien es al mismo tiempo Presidente de la Junta de Coordinación Política.
El caso es que además de imponerle el populista mote de “Casa del Pueblo” al recinto del Congreso del Estado, los 18 diputados de Morena decidieron que iban a emprender acciones legislativas para ir desmontando lo que consideraban una estructura de poder manejada desde el Ejecutivo.
Perfilaron inclusive una agenda donde contemplaban modificaciones a leyes, adiciones y derogaciones para, decían, poner un cerco legal al gobernador Francisco García Cabeza de Vaca, frenarlo y sentar las bases llevarlo ante la justicia, esa que a nivel federal no pudo quitarlo del cargo.
En esas cuentas alegres estaban cuando desde adentro empezaron los ajustes, los jaloneos por cotos de poder y la intervención de los grupos que mandaron al Congreso a los candidatos que hoy son diputados. Con la mira puesta en el proceso sucesorio, el año pasado hubo personajes que operaron para imponer abanderados que por la inercia ganaron las elecciones y se convirtieron en legisladores, sin que importara si cubrían o no el perfil básico para ejercer esa función.
Lo que estamos viendo al menos un día de cada semana es el resultado del bajo nivel de preparación de los diputados, en su mayoría morenistas -aunque hay también algunos panistas-, para asumir la responsabilidad que implica ser un representante popular. Debe decirse, hay sus excepciones entre los 36 que integran la Legislatura.
Con pobre preparación me refiero a la poca capacidad que tienen muchos de ellos para dialogar y lograr acuerdos. A la falta de habilidad para entender la diversidad de puntos de vista y a la disposición para ceder, si es necesario, con tal de discutir y aprobar leyes que en realidad sean en beneficio de los tamaulipecos. La mayoría decidió anteponer a los intereses colectivos, los partidistas y personales en su tarea. Es legítimo que quieran favorecer al instituto político que los postuló, con la aprobación o modificación de leyes. Legítimo sí, pero moralmente inaceptable.
Las ansias de ganar espacios de poder dentro de la fracción morenista para disputarle la coordinación de los diputados a Zertuche, ha llevado a varios de sus compañeros a alentar soterradamente ataques al diputado reynosense. Desde adentro, en solitario y en grupos, han desafiado la autoridad de su coordinador, al no asistir a sesiones importantes o hacerse los desentendidos.
Es más que evidente que a Zertuche se le escapa poco a poco el control de su bancada, que su enfrentamiento con los panistas es cada vez más abierto y que su capacidad para atraer los votos de los priístas es dudosa. Si acaso, puede tener seguro que Gustavo Cárdenas, el diputado de Movimiento Ciudadano vote con Morena algunas iniciativas, pero no sin que previamente lo convenzan con ciertos argumentos.
Son cada vez más los ciudadanos que observan las actividades políticas quienes esperan los días de sesiones en el Congreso, para conocer el tema de discusión, el motivo de los enfrentamientos o la causa de la burla pública por el desconocimiento de las leyes que exhiben muchos de los diputados.
Es lamentable, sí, porque esperaríamos tener legisladores con alto nivel de preparación académica, con sensibilidad y compromiso, pero no es así. En su lugar tenemos a personajes que pelean hacia adentro y afuera sus espacios de poder, el protagonismo y sus posibilidades de seguir en el cargo más adelante.
Zertuche tiene fama de ser una persona centrada, inteligente y dispuesta a llegar a acuerdos, pero infortunadamente el problema son algunos de sus compañeros que actúan más bien como si fueran adversarios. Y lo peor, es que eso se nota en la fragilidad de la fracción y en la imagen que proyectan entre los ciudadanos.
Eso, en tiempos previos a la campaña por la gubernatura, constituye un lastre para la imagen de fortaleza, unidad y capacidad que está buscando proyectar el partido.
Por Tomás Briones