Son demasiados los hechos graves que suceden a diario y en los ámbitos más diversos como para seguirles la pista, desmenuzarlos y atender a sus consecuencias. Tomo algunos de los más importantes de las últimas semanas para tratar de explicar y explicarme qué está ocurriendo en México, la manera en que esta administración aborda los problemas públicos y el hecho de que en cualquier otro país tendría al gobierno al borde de una crisis de proporciones considerables.
Cada hecho —de mayor o menor envergadura— revela las tácticas de la 4T para gobernar: lo que el Presidente considera un vestigio del pasado, un estorbo o un obstáculo lo elimina, lo tergiversa, lo viola o lo minimiza.
Eliminar. El Seguro Popular creado por Fox en 2003 que a lo largo de los años alcanzó a dar servicio a más de 50 millones de mexicanos fue eliminado para ser sustituido por el Instituto para el Bienestar (Insabi) que, tres años después, fracasó y sus principales funciones tuvieron que ser asumidas por el IMSS-Bienestar. Nadie nos explicó el fracaso ni mucho menos cómo restablecer ese servicio que dejó a millones de personas en el desamparo. Me atrevo a predecir que lo mismo ocurrirá con la arbitraria desaparición de las Escuelas de Tiempo Completo.
Tergiversar. Es el caso de la consulta para la revocación de mandato. La figura fue ideada como una figura de y para los ciudadanos que sirviera el propósito de remover al presidente en turno en caso de que, pasados cuatro años, no estuvieran conformes con su desempeño. No habiendo ciudadanos con la intención de echar a andar el mecanismo, el presidente le encargó la tarea a su partido para legitimar y refrendar su mandato. La tergiversación de la figura de democracia directa fue doble. Primero, creó una organización llamada Que siga la Democracia —desconocida por todos y cuya página sólo contiene imágenes y promocionales de #QueSigaAMLO— que logró la proeza de conseguir más de 9 millones de firmas. Después, consiguió que la pregunta incluyera no sólo la opción de la revocación, sino también la de la ratificación de su mandato. En otras palabras, de instrumento ciudadano para quitar a un mal mandatario, convirtió a la revocación en un instrumento para ratificarlo.
Violar. Es difícil encontrar el mejor ejemplo de violación a las leyes y reglamentos porque son muchas las que se han registrado hasta ahora. Quizá el ejemplo más reciente es el del decretazo que exime a las obras de infraestructura que el titular del ejecutivo considere de interés público o de seguridad nacional de seguir los procedimientos regulares para conseguir permisos y autorizaciones para operar. Hay muchas más, pero en este momento la más preocupante es la arbitraria instrucción de impedir el funcionamiento de varias plantas generadoras de energía con grandes inversiones en el país.
Minimizar o Ignorar. El caso más grave de minimizar, incluso ignorar la realidad es el de la violencia. Sirva como ejemplo el asesinato de 19 personas el domingo pasado en un palenque clandestino en Zinapécuaro, Michoacán. La matanza mereció menos de un minuto al final de la mañanera del lunes y una declaración el martes de que “la violencia está limitada a muy pocas regiones del país” y que “México es un país con tranquilidad y con paz”. Esto a pesar de que el hecho ocurrió después de que el 27 de enero un comando armado mató a siete en Zamora, el 28 de febrero sucedió la masacre de 17 víctimas en un velorio en San José de Gracia, el 8 de marzo hubo un tiroteo en Uruapan y el 10 del mismo mes asesinaron al Alcalde de Aguililla y a un colaborador suyo.
Pero, según el estudio Análisis de Incidencia Delictiva de Causa en Común, en el primer trienio del actual sexenio hay registradas más de 108 mil víctimas de homicidio doloso, de las cuales 3,053 fueron feminicidios. “Durante el trienio 2019 a 2021, el registro de casos de asesinato se incrementó 126% respecto de los reportados en el trienio 2007-2009 y 81% respecto del trienio 2013-2015”. Frente a esta ominosa realidad lo que se nos ofrece como política es una reunión diaria a las seis de la mañana para recibir el parte de guerra, una explicación de que los gobiernos neoliberales fueron los culpables de la inseguridad del país porque no atacaron la raíz de las causas de la violencia que están en la pobreza y la tan criticada militarización del expresidente Calderón para enfrentar a los cárteles del crimen organizado.
A más de tres años de gobierno López Obrador está claro que la ruta seguirá siendo la misma: cada obstáculo será brincado no a través del ensayo y error o de la evidencia, sino del capricho presidencial aunque éste sea infructuoso, improductivo e ilegal.
Por María Amparo Casar